27 diciembre 2006

La flauta de Pan

En octubre pasado, en una columna de EL PAIS referida a la corrupción pública y privada de los affaires inmobiliarios, apareció la palabra "pánico".

En ella, el periodista no queria utilizar el sentido habitual de miedo paralizante, de terror cerval, que usualmente se le asocia, sino que lo que quería era inducir a los malvados un temor que les hiciera huir: a enemigo que huye, puente de plata, según reza el viejo dicho.

Lo que no sabía el periodista es quan cerca del blanco estaba su dardo, aunque él no fuera consciente del hecho...

Pánico.

Su etimologia deriva del nombre del dios Pan, la deidad griega del mediodía, heraldo de Apolo. Y si los humanos temían a Apolo, cuya belleza y donosura dejaba literalmente ciegos, el pequeño Pan les causaba... pánico. Y les causaba ese terror paralizante porque nada se podía esconder a la dura y penetrante luz del mediodía, nada quedaba fuera del acecho del terrible juez de Apolo.

Pan, el diocesillo, se aprovechaba de la refulgencia de Apolo, cuya luz inunda el mundo todos los mediodías, para escudriñar hasta los màs remotos lugares, hasta las más oscuras dependencias, hasta los rincones más protegidos del alma, y con desdén y sin asomo alguno de piedad, hacía sonar su flauta cada vez que descubría un culpable. Así deberíamos querer a nuestros culpables de la cosa del ladrillo, con pánico cerval, paralizados por el inclemente sol del mediodia, con todas sus verguenzas asomadas a su brillante y esclarecedora luz. Y que nuestro diocesillo Pan les silbe para que la apolínea Justicia (sí, esta vez me doy el gusto de escribirla con letra capital) dé buena cuenta de ellos, de todos ellos, y que esta vez den con sus huesos en la cárcel.

18/12/06

La natalidad y la dificultad de su por qué

¿Por qué la natalidad baja, pero no llega a cero?

Si hoy vivimos mejor que hace 100 años y mejor que hace 50, ¿por qué la natalidad baja? Y lo que puede ser más ininteligible, ya que baja, ¿por qué no baja hasta cero?.


Propuesta: a cada contestación que se le de a la última pregunta, pregúntese ¿Por qué?

Tiempo para la solución: si antes de llegar a la quinta respuesta le entran ganas de suicidarse, no haga caso, ocurre que ha escogido el atajo y eso siempre da problemas, vuelva al inicio e intente otro camino de por qués; si antes de llegar a la quinta respuesta ya cree haber dado con la solución, haga caso omiso, ocurre que ha hecho trampas (¡como es usted! ¡hay que ver!) y se ha ido por peteneras, vuelva al inicio e intente otro camino de por qués.

11/12/06

04 diciembre 2006

Yo, Gran Simio, acuso...

Es difícil decir más en menos ("La causa del hombre", Víctor Gómez Pin, catedrático de la UAB, EL PAIS, 09/10/2006: ver artículo): "[el ser humano], entre otras cosas, tiene la exclusiva de la preocupación general por la naturaleza (especies animales comprendidas) ".

Y aquí se acaba todo. Ni derechos de los Grandes Simios, ni de los pequeños simios, ni de los no simios, ni de nada que no sea el ser humano ¡Pero qué dice usted! ¡Pobres animales! ¡Qué horror!

¿Qué horror? Vayamos por partes.

Primera parte ¿cómo algo puede tener derechos y no poder ejercerlos ni en el presente ni en un previsible futuro? ¿cómo puede ser así y, sin embargo, afirmar que se actúa con ética?

Dejando a un lado, como deja V. Gómez, los humanos y los Derechos Humanos, pues estamos hablando del resto de la Naturaleza, difícilmente alguien puede imaginarse que ni siquiera el más inteligente de los grandes simios pueda asumir su propia defensa, o delegarla razonadamente a su abogado –que no tutor–, ante un juez o un jurado o un hombre de paz. Así que habrá que ir dando la razón a V. Gómez e ir pensado en convertir los Derechos de los Grandes Simios (DGS) en los Deberes Para con los Grandes Simios (DPGS).

Y aunque el 95% de los escrito a favor de los DGS fuera válido, tan sólo el hecho de intitularlo como DPGS favorecería la impregnación general del texto de un sentido distinto: nuestra responsabilidad ética y moral derivada de la necesaria y " exclusiva [...] preocupación general por la naturaleza (especies animales comprendidas)", a la vez que, segunda parte, huiríamos de antropomorfizar a la Naturaleza al asignarle algo que en sí nunca debiera abandonar el ámbito del ser humano: Los Derechos Universales de la Persona (No se queden sólo con esta frase de V. Gómez, el resto del artículo –la enorme mentira de la inteligencia artificial, la falacia mecanicista de cierta genética, el error ético de un excéntrico supra humanismo...– no tiene ni un gramo de grasa: todo es puro músculo).

Tercera y última parte: ¿se imaginan ustedes que tan sólo cumpliéramos con no molestar a la naturaleza, fuera de lo que de ella necesitemos para alimentarnos y protegernos? Tan sólo eso: casi imposible. Y sin embargo no es su derecho, es nuestro deber.

04/12/06

Vaya con la cadena transitiva...

El terror de ETA acogotó a los de Terra Lliure: Hipercor les dejó sin argumentos, ¿cómo matar más en una sociedad, la catalana, que superó el terror de 21 muertos en un día?.

El terror de Al Qaeda ha acogotado a los de ETA: Atocha les redujo a tristillos terroristillas (eso sí: aún letales), ¿cómo matar más en una sociedad, la española, que superó el terror de 192 muertos en un día?.

¿Qué terror será necesario para acogotar a Al Qaeda?

¿Nos empezamos a acojonar?

27/11/06

03 diciembre 2006

Un experimento mental sensible

Imaginemos un espacio donde sólo hubieran dos materias productivas, la A y la B, y que de las dos se dispusiera de similar cantidad y además estuvieran repartidas bastante homogéneamente por todo el territorio.

Las dos son necesarias para producir mercancías. Una de ellas, pongamos la A, tiene esta curiosa propiedad: tanto si ponemos más cantidad como si ponemos menos cantidad -aunque con un límite inferior dado- que de B, el impacto en la producción total es poco perceptible: apenas se incrementa o decrementa el resultado final. De la otra, en cambio, un incremento o decremento de la misma impacta casi en el mismo orden en el total de la mercancía producida.

Está claro que, aún siendo las dos imprescindibles, la materia B es mas necesaria -visión objetiva- que la materia A, lo cual no sólo no preserva a nadire de la codicia por poseer B, sino que la estimula, y a pesar de existir por partes iguales, vuelve a la materia B más valiosa -visión subjetiva-.

Como corolario puede deducirse que la materia A, como sobrante que es, puede ser dedicada a otros menesteres, aunque no sean productivos o incluso sean autodestructivos (de materia A, claro).

Sigamos con el experimento mental.

El ecosistema de este territorio es tal que, al final de cada ciclo productivo, volvemos a tener prácticamente las mismas cantidades de materia prima A y B.

En un sistema de apropiación y de acumulación, como es el capitalista -donde ¡no lo olvidemos! vivimos- la lógica impecable y racional es apropiarse, ciclo tras ciclo, de la máxima cantidad posible de la materia prima B, lo que permite al capitalista alcanzar el objetivo de maximizar el control de los procesos de producción de mercancías. Y de paso, y si puedo, pues destruyo la materia B del contrario (y si en ello desaparece parte de la A, ningún problema, ya sabemos que hay de sobra).

De hecho, y si lo pensamos al revés, todo sistema que actuara de este modo (apropiación y acumulación para el control de la producción) sería capitalista, aunque nominalmente se le diera otra titulación.

Pero dije que era un experimento sensible. O sea, un experimento sobre material sensible.

Sean A los hombres, B las mujeres y la humanidad entera la mercancía producida... y apliquemos el experimento.

Me temo que librarse, lo que se dice librarse de la lógica capitalista, ni los primitivos cavernarios (el llamado comunismo primitivo), ni los legendarios hombres azules del Sahara (la llamada democracia militar -¡pregúntadle a Ibn Jaldun!-), ni los socialdemócratas escandinavos (a pesar de sus esfuerzos)... han conseguido librarse.

Para nuestra desesperación, en el mundo entero de los mamíferos, sólo los bonobos han conseguido librarse de la cultura capitalista.

Así que arrastraremos, y arrostraremos, y ya que no con dignidad, si que con humildad, nuestra podredumbre innata.

20/11/06

18 noviembre 2006

Otra carta a una amiga (pura aritmética)

En diversos estudios, de los que se ha hecho eco EL PAIS, se afirma que aproximadamente el 15% de la población mundial consume de media 10 veces más que el resto. Así dicho, no parece mucha locura: una relación 1 a 10... ¡podría ser peor! pero es algo contra lo que tenemos que luchar ¡es evidente! Pero veamos qué significa.

Supongamos que la población mundial se compone de 100 partes. Las 15 partes que de media más consumen, consumen cada una 10 unidades, las 85 restantes consumen 1 unidad "per capita", de esto se entiende que:

Consumo total = (15 x 10) + (85 x 1) = 150 + 85 = 235 unidades consumidas.

Hasta aquí, bien ¿verdad?

Prosigamos, pues.

Supongamos que unas correctas, necesarias -por imprescindibles- i adecuadas políticas permiten en un futuro próximo -en el horizonte de dos generaciónes: 50 años- que el consumo de bienes y servicios de los más pobres alcance de media el 25% del consumo medio del 15% más pudientes (relación de 1 a 4).

Este incremento -no lineal- vendría de la mano de un fuerte crecimiento de aquellas sociedades que estan por debajo de los 2 dólares diarios, elevándolas hasta los 10 dólares diarios (3.650 dólares anuales -500.000 pesetas al año, coste de TODOS los servicios: comida, escuela, sanida, cultura...-, que significa pasar de una relación de 1 a 30 a una relación de 1 a 6).

¿De qué situación estamos hablando? Pues por lo que hace al uso de los recursos necesarios, y suponiendo que las nuevas tecnologías estabilizasen el coste del consumo de los más pudientes -lo que ya es suponer- y que su ética impidiera un crecimiento desaforado del consumo -lo que es aún más suponer-, estamos hablando de:

Consumo total = (15 x 10) + (85 x 2,5) = 150 + 212,5 = 362,5 unidades consumidas.

Estaríamos ante un incremento del coste en recursos del 54,25%.

Aún hay más.

Al nivel actual del consumo de recursos, la Tierra deja de reponer el 25% de los recursos consumidos (mismas fuentes, recogidas en el mismo diario), esto es: si consumimos 235 unidades cada año, la tierra "pierde" 59 unidades cada año. Dado que no sabemos exáctamente cuántas unidades tiene la Tierra, no sabemos cuántos años soportará este nivel de consumo. Pero...

Pero si pasamos a consumir 362,5 unidades, la Tierra pasaría a "perder" cada año más de 180 unidades, más de 3 -TRES- veces la que ahora se pierde.

Buen ritmo de adelgazamiento ¿no?

¡Y qué podemos hacer? ¡Y yo qué sé!

Lo que sí sé es que nuestro nivel de vida existe gracias al nivel de vida de esos pobres desgraciados. Gracias al expolio que los imperios occidentales hicieron y siguen -seguimos: no lo olvides- haciendo, y que tenemos los problemas de inmigración que tenemos por que nos los hemos ganado a pulso. Y seguimos ganándonoslo.

Lo que sí sé es que la solución no pasa por negarles el acceso a un mejor nivel de vida... pero no sé, o no me atrevo a pensar, qué significa eso de permitirles el acceso a un mejor nivel de vida: adiós Airbus, adiós líneas de Muy Alta Tensión, adiós autopistas (tanto reales como virtuales: y ¿cómo te seguiré escribiendo? ¡pues con papel y sellos!), adiós a...

Lo que sí sé es que estoy hablando de una població de 6.000 millones de personas... cuando la previsión es que en un par de generaciones (50 años) se alcance entre 7.500 y 9.000 millones de habitantes. Los costes de los consumos crecerán entre un 15% (incremento sólo vegetativo -sin cambio cualitativo de los más pobres- y en la situación de menor número de habitantes) y un 110% (incremento vegetativo de la situación de mayor población más cambio cualitativo de la relación 10 a 1 a la de 4 a 1), lo que quiere decir que la incapacidad de reposición de la Tierra de los recursos consumidos se multiplicaría por hasta 4 -¡CUATRO!. Y todo ellos si los costes de los consumos de los más pudientes -nosotros- no se incrementan...

En fin, que qué te voy a decir que tu ya no sepas.

Muchos besos.

13/11/06

07 noviembre 2006

La juventud hedonista

El profesor Gil Calvo (ver artículo) realiza un singular y acertado análisis de la hipotecada generación H (H, curiosamente, también es la inicial de la generación de nuestros hijos). Acierta en los motivos directos (escasez y carestía de los arriendos, factores culturales y factores laborales ¿algo así como: mundo, demonio y carne?).

Vuelve a acertar al demostrar el profundo impacto que la imposibilidad de emancipación tiene sobre la socialización del individuo. Muestra las aporías del carro y la zanahoria (¿la misma zanahoria que la de mi queso y los ratones más listos de aquel denostado libro?) pues no hay camino por donde transitar el esfuerzo de arrastrar el carro y alcanzar la zanahoria (¿”dónde está mi queso” es la pregunta oportuna? ¿no es mejor preguntarse dónde está el camino?). Pero yerra en la causa profunda.

No es un supuesto método posmoderno la causa de los males de nuestra sociedad, ni la labilidad de la generación H es su razón, sino su efecto.

La causa última, la razón nada oculta, el poderoso mar de fondo que nos está arrastrando es la total expoliación de aquellos posibles recursos futuros de la generación H, de nuestra juventud. Recursos liquidados en este presente real a través de las hipotecas y abonados en las manos de unos pocos y oligopólicos agentes. Recursos, aquellos, que estos los están utilizando para hacer que ¡España! (¿también los españoles?) con gran eficacia (¿también con gran eficiencia?) sea alguien en el concierto (¿concierto?) económico mundial ¡Qué Dios –o Alá, Buda, Jehová...– nos pille confesados si los temibles tiburones españoles son comidos por los no menos temibles tiburones del proceloso mar internacional!

No han sido, precisamente, nuestros jóvenes los primeros en pecar (ni lo han buscado: no les dejan otra salida que pecar). Quien ha puesto el carro delante del buey (¡pobres jóvenes, con qué les comparamos!), quienes, metáforas aparte, han liquidado hoy (buscando la satisfacción de sus deseos de “el poder”) la producción de mañana, y lo han realizado sin trabajarla (evitando el esfuerzo del desarrollo eficiente de las capacidades de la sociedad: inversión en capital) y a través de la pura especulación, han sido –y son– los grandes gerentes de las grandes corporaciones financiero-inmobiliarias. No puedo estar de acuerdo con el último análisis del profesor Gil Calvo: los jóvenes no son hoy peores de lo que nosotros, los ya adultos, fuimos. Ni mejores.

06/11/06

31 octubre 2006

La cancioncilla vasca (a vueltas con el proceso de paz...)

Todo lo que dice el Sr. Atxaga en su artículo de EL PAIS, 08/04/2006, La canción, es cierto.

También es cierto que es aplicable con algún matiz, aunque de pequeño calibre, a Catalunya, y en menor medida, a Baleares, a Valencia o a Galicia; aunque no sé, ni acierto a entender, por qué ejemplifica su exposición -lo siento, pero no veo que alcance a ser ensayo- con Extremadura y Cantabria y no con las arriba indicadas.

Pero -conjunción adversativa donde la haya: advierte de que un adversario amenaza en el horizonte- si sé que algo no encaja en su tesis.

También en Catalunya, cuya situación conozco de primera mano, apareció en 1968 la canción que llegó a ser denominada como el segundo himno nacional: "L'estaca", de Lluís Llach, cuya letra enardecida nos llamaba a pasar a la acción; eso, sin contar con la letra del propio himno oficial de Catalunya: 'esmolem ben be les eines, ¡bon cop de fals! ¡bon cop de fals!' defensors de la terra ¡bon cop de fals! ' ('afilemos bien las herramientas ¡buen golpe de hoz! ¡buen golpe de hoz! ...').

El disco de Llach vendió, sólo en 1969, más de 100.000 copias, y durante años y años fue cantada con la fuerza interna de lo que representaba: el grito de unos ciudadanos contra una realidad dictatorial, autoritaria y violenta, y como el Sr. Atxaga debería poder ver, no cabe decir que en Catalunya enraizara un terrorismo criminal como el de ETA (¿Terra Lliure?, por suerte para nosotros, la política –ERC–lo mató, y no al revés, como acabará pasando entre ETA y la –mal llamada izquierda– izquierda abertzale).

Como digo, algo no cuadra: ¿no olvida el Sr. Atxaga algo como la ideología –para mí: protofascista y radicalmente xenófoba, cuando no vulgarmente racista– de Sabino Arana? ¿Tan importante se cree el Sr. Atxaga, en su conciencia de escritor, que sostiene que una canción puede llevarnos al terrorismo? Le pido al estimado Sr. Atxaga algo más de humildad corporativa: no son ellos, los escritores, y menos los de cancioncillas, la palanca que mueve al mundo; las palabras sí lo son, pero éstas las utilizamos todos.

Esto es lo que sí sé: Sabino Arana, sus discípulos y correligionarios de entonces, de más tarde y de ahora , utilizaron –utilizan– las palabras sembrándolas como vientos violentos y enardecidos... y recogieron lo que tenían que recoger: tempestades.

Me atrevo a sugerir una atenta lectura del artículo de José F. de la Sota, EL PAIS, 07/04/2006, "Reconstruir la casa", después nos – y le– costará poco aceptar que la raíz de nuestro particular Mitch no es, no puede ser sólo, una cancioncilla.

(Artículo de EL PAIS, de Bernardo Atxaga: La canción)

30/10/06

25 octubre 2006

Para Lluvia

Curioso apelativo éste: meteoro que igual vivifica que mortifica, pues...

Lluvia de invierno, que suaviza su sequedad y llama a las melancolías.

Lluvia de verano, que refresca el poniente mediterráneo y destroza el grano castellano.

Lluvia de primavera, igual que se encharca y se pudre, da color y olor a las flores.

Lluvia de otoño, tan querida por los pantanos como temida por las rieras.

Y tú ¿qué Lluvia eres?

Sé –sábete– lluvia bienvenida.

25/10/06

19 octubre 2006

vilaweb en català

Nosaltres.com - El cercador de Vilaweb

Carta a una amiga

TOI GOBIAOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!!!!!!!!!

Por cierto ¿Cómo estás? ¿Fuiste a las Extremaduras? ¿Cómo te fue? ¿Qué tal las vacaciones? ¿Votarás a IC? ¿XXXXXXXX aún fuma? ¿Cuál es tu cuenta corriente? Como dijo Marx (Groucho) "conteste primero a lo último" ¿Habéis visto "Vete de mí"? ¿"Alatriste"? ¿"Salvador"? ¿"Un matrimoni de Boston?" (¿Y qué c... debe significar eso de un "matrimonio de Boston? –ji, ji, ji: yo sí lo sé) (como puedes ver, utilizo la vieja táctica de hacer preguntas para que no pienses lo que has de pensar: que no sé qué toca decir hoy...)

Va, venga, sino es en sirio, que sea en serio... volvamos a empezar:

¿Cómo estas? (esto es lo principal) ¿Fuiste a Extremadura? ¿Cómo te fue? Porque si pudiste ir y te fue bien, me gustaría decírselo –o que se lo dijeras tú: tanto da– a YYYYYYYY( 93-999.99.99, 999.999.999, yyyyyy_yyyyyy@mail.com).

Un beso muy grande para ti (el resto, sino se lo trabaja, que se j...)

¿ Un beso muy grande para ti (el resto, sino se lo trabaja, que se j...)?

¡Que te lo has creído, mi niña! ¡te lo has de currar!, así que...

Como dijo Terencio, el comediógrafo, esclavo africano liberto de cuando los romanos mandaban e imperaban, "soy humano, y nada de los humano me es ajeno"

Y eso es lo que pienso, lo que procuro no olvidar, lo que me esfuerzo por mantener como divisa mental, especialmente si me vienen ganas de juzgar: "Homo sum: nihil homini a me puto alienum".

Sentencia humanista "avant la lettre", pues aún tenían que pasar 1500 años antes de que el Humanismo, de manos de la incipiente ciencia física y mecánica del Renacimiento y precursor de la Ilustración, se enfrentara con la Escolástica Católica y Protestante y luchara por dislocar el mundo conocido, descentrando a Dios y sus teosofías y poniendo en su lugar al Hombre y sus filosofías.

¿Se nos ha quedado corta la frase? A raíz de la incipiente ciencia genética y neurológica ¿necesitamos una nueva dislocación del mundo que actualmente conocemos? Con lo que ya sabemos ¿Nos es dado afirmar "soy animal, y nada de lo animal me es ajeno"? ¿Nos es dado no sostener "soy animal, y nada de lo animal me es ajeno"? ¿Estamos preparados para este post-Humanismo? Hace 6 siglos iniciamos la descentración de Dios ¿Seremos capaces de auto dislocarnos y no caer, por ello, en reacciones auto-inmunes? ¿ Utilizo la vieja táctica de hacer preguntas para que no pienses lo que has de pensar? Como ves, siguiendo siendo y nada de lo posible me es del todo ajeno.

Ahora sí: muchos besos para todos... todos.

Rafa.

19/10/06

09 octubre 2006

Aforismo

Antes de nacer, nada podía asegurar que existirías; después de morir, nada podrá afirmar que no fuiste.

Y entre esa libertad, la de tu mera posibilidad composible, y esa rigidez, la de tu innegable realidad realizada, discurre la incomprensible, incomprimible narración de tu vida.

Narración que nunca podrás contar del todo, que siempre será otro quien, con suerte, la acabará de contar.

09/10/06

El azar como método.

(o de la imposibilidad de narrar el futuro)

De ser un lugar común ya ha pasado a ser aceptado como un hecho constatado: los economistas sólo saben explicar qué ha pasado y por qué no pasó lo que ellos dijeron que pasaría. Eso sí: lo argumentan siempre en pasado perfecto.


Ojo, no nos engañemos, al igual que a los economistas, el tener razón a posteriori también les pasa a los políticos, los sociólogos, los historiadores (obvio es en este caso, aunque no necesariamente debería de serlo), los médicos... y se ven sometidos a esta ley tanto los profesionales como los de salón (incluidos los revolucionarios), los de barra de bar, los de sobremesa etílica (al grito de in vino veritas)...


¿Viva, pues, el relativismo? ¡No, por Júpiter! ¡No, y mil veces no!


¿Entonces?


No entraré a analizar hasta que punto el azar del ejemplo que ahora explicaré es óntico (o sea, pertenece al sujeto y por ello es inextricable e irreducible y nunca podremos alcanzar a conocer el por qué: sencillamente es ) o epistémico (o sea, no pertenece al sujeto, podemos analizarlo (desde) fuera del sujeto y alcanzar a saber las condiciones iniciales y las fuerzas determinantes que logran que el sujeto, para ese concepto, alcance a ser lo que es).


Por un azar (óntico o epistémico) nosotros tenemos el gusto de vivir en un planeta (la Tierra) que gira a una determinada velocidad y distancia de una estrella (el Sol). Pero el Sol es dañino: dadas unas ciertas circunstancias, nos mata.


No hay tanta diferencia entre la acción del Sol y la acción de la realidad (social, económica, política, etc), exceptuando que ante el Sol somos sujetos pasivos y ante la sociedad, sin minimizar nuestro rol como sujeto pasivo -no podemos estar en todo y en todos los sitios-, podemos sujetos activos en mayor o menor grado ¿Qué hacer, pues? A nadie se le ocurre negar el Sol, o destruir el Sol o irse a un planeta sin Sol. Y aunque los tiempos en términos solares y en términos humanos son radicalmente no comparables, ello no nos debería impedir aplicar un cierto método que, de alguna manera, lo podemos ver similar: el Sol ocurre y no sabemos el por qué: solo conjeturamos, pero nosotros nos protegemos de las inclemencias del Sol gracias a que, una vez ocurrido, ya sabemos de él: no relativizamos ni su poder ni nuestras necesidades; la sociedad ocurre sin que podamos saber, sin que podamos contestar a priori suficientemente el por qué, pero una vez ocurre, una vez la sociedad es real, una vez deja de ser una conjetura, entonces sí podemos protegernos de sus inclemencias, sí podemos (debemos) no ser relativistas y actuar en función de lo que ya sabemos. Y ya sabemos mucho.


(Seguiré utilizando la palabra "humanista" por su alta capacidad de consenso, aunque sin renunciar a la búsqueda de una alternativa: el Humanismo murió con al Ilustración, y fue enterrado con la Posmodernidad) ¿Cuál sería la labor del humanista en este método? Dotarse de la humildad suficiente para saber estar en este caos que la complejidad conlleva (somos más de 6.000 millones, nuestros movimiento empiezan a parecerse al de un fluido, sin más norte ni oriente que la producida por la pura interacción entre todos: la dinámica de fluidos es una de las disciplinas más agobiantes del mundo de la física no cuántica) implica nunca saber con la suficiente certeza lo que ocurrirá: ni con suficiente tiempo para reaccionar antes de que ocurra, ni con suficiente conocimiento para prever cuál de los posibles derroteros tomará, ni con los suficientes medios para domeñar el hoy en un futuro perfecto. Y desde esa humildad, intentar, no ya liderar la avalancha en que se ha convertido nuestra historia, sino tan sólo (y no es poco) frenar, condicionar, encarrilar para hacer retroceder al máximo ese futuro perfecto, cuya realización solo podría significar -solo es realizable en- la muerte.


Vaya, me he puesto metafísico y posmoderno. Ruego me perdonéis y disculpéis que me arrebate en una tema tan vital: nuestro futuro, el futuro de nuestros descendientes.

02/10/06

26 septiembre 2006

'En', que no 'de'

Ante el inicio inminente de la campaña electoral en Catalunya, ruego casi humildemente al PSC –sectores maragalliano y montilliano–, a CpC i a IC-V/EUiA (por lo que hace al resto, ni me lo planteo) que me dejen –talvez: nos dejen- ser ciudadanos en Catalunya.

Y este es el por qué del ruego: para ser ciudadano en Catalunya ¿es necesario haber nacido en Catalunya?, claro que no, responderán todos ¿Es necesario querer ser adoptado por Catalunya?, esto ya no lo sé, a tenor de lo que dice CPC (Ciutadans pel Canvi): ‘El gran abrazo de los catalanes y catalanas de nacimiento y de elección’… pero a mi me adoptaron sentimental y administrativamente mis padres biológicos –con los mismos derechos y deberes que si hubieran sido padres adoptivos–, y ni necesito de más adopciones ni debería ser obligado a elegir otras raíces que ésas. Y por último ¿es necesario sentirse catalán? Pues depende.

Y verán de qué depende. La gran diferencia entre decirse ciudadano en Catalunya y ciudadano de Catalunya, estriba en la parte posesiva –que matiza y condiciona a la demostrativa– de la preposición de.

Me explicaré. Si me dejan ser, si potencian que llegue a ser ciudadano en Catalunya, lo podré ser –incluso más: exigiré serlo– en cualquier otro lugar. Y ser catalán no tendrá que definir obligatoriamente mi esencia, no será una categoría indiferenciable de mi ser. Será, por el contrario, un predicado contingente que dependerá del momento y del lugar, y que podrá variar sin renunciar a mi capacidad como ciudadano, y mucho menos a mi identidad como persona.

Por el contario, los nacionalistas, catalanes, españoles o europeos –que de estos últimos ya los habrá–, así como aquella porción nacionalista –catalanista, españolista o eurocéntrica– del ideario del resto de partidos no identitarios, hacen más hincapié en el de posesivo: antes que disfrutar de los derechos y deberes de ser ciudadano, se debe ser de Catalunya, identificarse con Catalunya, ser adoptado por Catalunya.

Y es mi opinión que mal se compadecen las políticas progresistas y de izquierdas con el concepto de ciudadanía si a ésta le exigen en prenda, por nacimiento o por adopción, tener pedigrí.

26/09/06

16 septiembre 2006

Enseñanza y ciudadanía

Nosaltres.com - El cercador de Vilaweb

"Los fracasos del ('ideal del hombre racional... absolutamente liberado... de las pasiones' pag. 106) son los que han dado lugar [...] a la enorme decepción acerca de los 'programas educativos' [...] No sin motivo [...] por sus devastadores efectos secundarios [que] destruyen de facto el sano entendimiento o el sentido común [...] y sustituyen [la memoria de sus virtudes] por una obra mecánica, sin capacidad alguna de juicio [, quedando la población] por ello sometida a un régimen insoportable de sufrimiento y minoría de edad (pues menores de edad son quienes aún no disponen de sentido común ni sin capaces de juicio), luego los ingenieros [denostan a] las masas, como si las 'masas' fueran la causa del fracaso de sus programas educativos y no lo que son en realidad, es decir, el efecto de su más perfecto y total éxito" La regla del juego pag. 107-108, de José Luis Pardo, Premio Nacional de Ensayo (Ministerio de Cultura) en 2005 por "La regla del juego".

Seguidamente el autor argumenta como ni la desmasificación ni el mayor perfeccionamiento técnico de la enseñanza son la solución, pues el planteamiento del problema falla en su raíz: no es demasiados alumnos, ni demasiada poca capacidad técnica del sistema los motivos del fracaso escolar, en tanto que fracaso en el objetivo de crear ciudadanos –pues de eso estamos hablando: de ciudadanos y no de autómatas.

El motivo base radica en haber olvidado que la enseñanza, que es tanto educar como instruir, y que ya sólo instruye (las reglas explícitas del juego) pero no educa (las reglas implícitas del juego), ha de ser transmitida en parte –tal vez en su parte más importante: la que educa– a través del ejemplo, del uso, de la práctica del juego efectivamente realizado, para que después la ciudadanía sea aquello "que después nos sale del alma [...] o de la memoria, [pues] ha sido antes sembrado como una vocación secreta" (ibid, pag 75).

Ahí, en ese profundo antes sembrado, que no puede ser razonado ni argumentado, sino sólo ejemplificado y ejemplarizado, radica la vía para la salir de la esclavitud de la pedagogía sofista.

Propongo, sin cautelas ni disculpas, que el libro por el cual J.L. Pardo recibió el Premio Nacional de Ensayo sea de necesario estudio curricular para todos los enseñantes –ya formalizados o aún en vías–, para que sea el inicio de un futuro en que lo puedan transmitir a todos sus enseñados.

16/09/06

13 septiembre 2006

Determinismo y predestinación

Determinismo y predestinación no es lo mismo. Las leyes predeterminan hasta donde pueden, hasta que se encuentran con las fluctuaciones azarosas -el azar (1): ¿epistémico u óntico?-, la ciencia es, digámoslo así, determinista entre fluctuación y fluctuación. Einstein, como Galileo, como Newton, fueron –vieron - verdaderas fluctuaciones…

La predestinación sabe del fin: es teleonómica. Da por hecho que existe un objetivo, un destino, un proyecto que cumplir, y que debe ser –será– cumplido, acertado, encajado. Sabe de la inevitabilidad de la culminación de lo que ha de ser... así que, pues será, ¿a qué oponerse? Sabe de los efectos, no importando que causas los provoquen.

EL determinismo sabe del origen: es cosmológico. Da por hecho que existe un inicio, un principio, una base que sustenta lo que ha de ser, y que será, por ley natural y contra toda milagrería, esoterismo o magia. Sabe de la inevitabilidad de lo que ha de ser, pues es ley, así que ¿a qué oponerse? Sabe de las causas, aunque por el azar no sepa de los efectos.

Lo que en la predestinación es fe, en el determinismo es intuición. Lo que en el determinismo es estoicismo, en la predestinación es dejación. Lo que en predestinación es la apokaradokia tes ktiseos ten apokalupsin (San Pablo, Romanos 8, 19 "la ansiosa espera de las criaturas por la Revelación"), en determinismo es ansiosa agitación por desvelar (aletheia) lo velado (lethe). Se parecen, pero no son lo mismo (2).

Existe una zona gris entre determinismo y predestinación, una twilight zone que, cual tobogán, nos puede arrojar de lo científico a lo gnóstico, de la predicción a la profecía, de la ley al sortilegio. Blair se equivoca cuando predestina a los hijos de las familias desestructuradas a seguir en la onerosa cadena de ser creadores de nuevas familias desestructuradas. No se equivocaría si viera a los factores socioambientales –económicos, culturales, educativos, instructivos, políticos– como potentes determinantes (pero no únicos: hay que dejar hablar a las responsabilidades individuales en la decisión, así como a los determinantes genéticos) de lo que en el futuro alcanzarán a ser.

Como dice el bolero (3): “El mar y el cielo, se ven igual de azules, y en la distancia parece que se unen. Mejor es que recuerdes que el cielo es siempre cielo [de la predestinación]. Que nunca, nunca, nunca el mar [del determinismo] lo alcanzará” ¡Por suerte para los que sabemos, queremos y deseamos vivir en el mar!

Que necesitemos que la vida tenga un objeto, u objetivo (somos, o necesitamos creer ser, teleonómicos) y que la vida lo sea (decimos que la vida tiene un objeto, u objetivo) no es lo mismo. Yo bien puedo racionalizar la muerte (la de otros, claro) pero me equivoco si de eso infiero que puedo racionalizar MI muerte. Una potente mirada racionalizadora sobre la realidad, la naturaleza, nosotros mismos tan sólo consigue una no menos potente imagen racionalizada de la realidad, de la naturaleza, de nosotros mismos, sin que ello signifique que ninguna de la tres imágenes deban concordar con lo que quieren representar.

Que un científico sepa a que atenerse con respecto la vida (es decir, sabe que no tiene objeto, que no es teleonómica), y acepte que la vida –la naturaleza- no tiene objeto ni objetivo no significa que él, el científico, no actúe visceralmente en su labor y profesión como sujeto teleonómico ¿cómo encontraría, si no, objeto a los que hace? ¿cómo evitaría plantearse el coste vital, si no hace de su labor un objetivo, y de él mismo un objeto instrumentalizable para el fin? Cosa que, por otra parte, y como objeto pasivo de sus descubrimientos, le agradezco –a veces, no siempre–, a él y a los que son como él.

El caospolita (4) (versión pos-cínica, de kínicos (5) los filósofos ‘perros’, no de cínicos en su acepción 1, 2 y 5 de la RAE) no solo sabe a qué atenerse con respecto a la vida –ahí andaría parejo con el científico mentado–, sino que sabe de lo fundamentalmente inútil que es buscar objeto u objetivo a cualquier acción: la categoría de lo útil es una trampa tremenda, sólo equiparable a la categoría de lo rentable y e lo eficaz.

Un nihilista, por definición propia, debe ser teleonómico –algo busca con la destrucción- y debe sentirse predestinado, pero nunca cínico-caospolita.

Un terrorista busca su destino, pero no como un ejercicio de desvelar lo velado, sino con el ansia de que, por fin, le sea revelada la vedad, en su caso: la Verdad.

Un artista, si alcanza la poiesis (6), o mejor, para alcanzar la poiesis – la creación desde la nada, el desvelamiento de lo oculto, y que por ello no se puede saber que es- no puede ser teleonómico: no puede saber qué busca. Si lo sabe, no pasará de ser un buen o tal vez muy buen artesano.



(1) Debo la idea de la existencia de dos azares, el óntico y el epistémico, a Jorge Wagensberg (Ideas sobre la complejidad del mundo, Ed. Tusquets, 2003).

(2) Debo el tercer punto y seguido a Giorgio Agamben (LO ABIERTO, El hombre y el animal, Ed. Pre-Textos, 2005).

(3) Debo el bolero “El mar y el cielo” a Julio Rodríguez (música y letra):

- (para oirlo, pincha aquí)

(4) Debo la idea de caospolita a mí mismo, mismamente: a día de hoy, las únicas referencias que hay en toda la web a este término son dos: las dos mías, más esta misma. No obstante, no pediré copy-right (¿?).

(5) Debo la idea de kínico a Peter Sloterdijk (Crítica de la razón cínica, Siruela Ediciones, S.A., 2003).

(6) Debo la idea de poiesis a Peter Sloterdijk (Eurotaoismo, Ed. Seix Barral, 2001).

13/09/06

03 septiembre 2006

La belleza

La belleza. Debo, ante todo, recordar la diferenciación que realiza Rafael Sánchez Ferlosio (éste, señores, éste si que es digno de ser mitificable) entre saber qué es algo y saber, sobre ese algo, a qué atenerse.

Ante la belleza yo sé a que atenerme, pero no sé que es. Me explicaré. La belleza se distingue de la hermosura en aquel punto de independencia y rabia de la que esta última adolece. Ustedes seguramente habrán visto un animal vivo, pongamos un lobo, y ese mismo animal disecado. Si bien formalmente son iguales, incluso en fotografia distinguimos la pequeña pero insalvable diferencia entre lo que nos es dado y lo que se guarda algo más alla de nuestra capacidad de dominar, de entender.

La belleza, así pues, es (y dejadme decirlo: tengo síndrome, tantos y tantos posts y sólo he utilizado una vez este palabro) es, como decía, irreductible.

Si intentamos reducir sus componentes a particiones y estudiamos las relaciones entre ellos, si deconstruimos sus significados y los obligamos a dejar de ser ambivalentes y polisémicos, si lo conseguimos, lo que obtendremos será algo hermoso, pero domesticado: ya no bello.

Que todo lo bello acabará siendo hermoso, no nos quepa la menor duda: es su destino obvio, por lo que es trivial decirlo.

¿Todo? ¡no! Como la pequeña aldea de Obelix, sólo aquello intrínsecamente bello permanecerá con algún punto irreductible, y su belleza, independiente incluso del propio creador, se mantendrá más allá de cualquier razón.

Dejadme que hable de una cuadro: “La silla de Van Gogh” (National Museum, Londres) de Van Gogh. Tuve la impertinencia de intentar racionalizarlo... Y sí, vi la exquisita técnica de los diferentes puntos de fuga del suelo, el juego que hace al evitar que las paredes tengan referencias espaciales, cómo se esconde humildemente en la caja de cebollas... Y ahora esa racionalización me hace recordar más las líneas de fuga que la indudable magia que el cuadro tiene ¡y lo siento por mí!

Ahora sé que se a qué atenerme con respecto a qué y como siento la belleza, pero ni sé qué siento ante la belleza ni qué es la belleza ni se a qué atenerme ante la belleza. Resultado: la belleza me golea por 3 a 1. Y eso me gusta.

26/08/06

25 agosto 2006

De memes y priones

Un meme (y me acojo a la definición de S. Pinker, "La tabla rasa") es una idea que obliga a estructurar el resto de ideas en base a ella. Hasta aquí el paralelismo de meme-prión es acertado. El prión fuerza que determinadas proteínas se estructuren en base a él (en el caso de los priones "malos", creo recordar que el problema es una articulación de alguna cadena de aminoácidos, que pasa de dextrógira a levógira, o viceversa).

Un meme "malo" (Dios, para los no teos, aquí mis reverencias a M. Onfray y su "Tratado de ateología") forzará a que nuestra estructura pensada se acomode a él con el consiguiente (según los no teos) descalabro estructural, pero un meme "bueno" (el átomo de Demócrito ¡vivan los epicúreos!) también provoca que la estructura pensada se arme siguiendo su criterio: y ahí está la ciencia.

Bajo mi opinión, un meme cultural es algo más parecido a un virus: es conceptualmente pequeño, pero matón; aparece necesariamente como inicio del proceso vital de un sistema (biológico o cultural), y sin él no se pueden entender los inicios; aunque se demuestre su maldad, no hay forma de erradicarlo totalmente -y cuando se consigue, como con el virus de la viruela, siempre hay un libro (tubo de ensayo) que lo mantiene in vitro-; etc.

Un prión cultural debe tener la apariencia de un concepto cultural, pero estructurado con, digamos, cierta mala baba. Tolerancia. Ésta palabra es, bajo mi punto de vista, un prión de los peores. Se nos ha colado en nuestra cultura y esta convirtiendo a toda la debida, obligada, necesaria y positiva Transigencia (la misma idea, pero levógira) en algo parecido, pero a todas luces peor: en la Tolerancia (disimuladamente dextrógira). La Transigencia nos permite ver al resto del mundo de tú a tú. La Tolerancia siempre conlleva un saberse mejor, compatible con el relativismo -merecidamente denostado- de ver a todo el resto igual: por debajo. Con la Transigencia (la proteína levógira) podemos criticar, porque somos objetivos; podemos negociar, porque somos asertivos; podemos acordar, porque nos vemos entre iguales. Con la Tolerancia (la proteína dextrógira) no podemos criticar: porque no está bien, ni es políticamente correcto, que los que más saben... los que más tienen... los mejores... humillen al resto; no podemos negociar, como mucho aceptamos la carga del otro y de sus otredades; no podemos acordar, pues bastante hacemos que les toleramos sus cosas.

Otros priones:

Solidaridad (la proteína dextrógira) contra Responsabilidad (la proteína levógira).

Eficacia (la proteína dextrógira) contra Eficiencia (la proteína levógira)

¿Se os ocurren más?

25/08/06

Cuba y sus ciudadanos

Demografía.

En Cuba, el 95% de los menores de 50 años han nacido bajo el mandato de Fidel Castro, lo que representa prácticamente el 75% de la población total. Casi el 75% de la población cubana tiene entre 18 y 89 años, de este porcentaje, más del 60% ha nacido bajo el mandato de Fidel Castro. Estos números no son fríos: son personas de carne y hueso, de mente ygenio. Son personas y punto.

Obviedad.

Si tras 47 años, etapa que representa toda la vida de más del 60% de los procesos vitales cubanos, el gobierno cubano no es capaz de tratar a los ciudadanos cubanos como lo que exige su integridad: ciudadanos mayores de edad, algo muy grave ha ocurrido y ocurre con los responsables y ejecutores de la administración cubana.

Trivialidad.

Nadie debe comparar el gobierno cubano con el gobierno chino o el gobierno estadounidense, ni para bien ni para mal. Nadie debe menospreciar la educación o la sanidad a la que tienen acceso los ciudadanos cubanos. Pero también nadie, y menos desde la izquierda, debe olvidar que "todo para el pueblo, pero sin el pueblo" es despotismo (ilustrado, en el mejor de los casos, pero despotismo) que trata a los ciudadanos como súbditos. Nadie es suficientemente bueno como para exigir la desaparición de la crítica, por dura y malévola que sea o aparente ser.

Y corolario.

En la mar, donde cada frase vale la vida, se dice: cuando piensas que algo se debe hacer, ya has hecho tarde.

(Datos obtenidos en esta dirección)

25/08/06

21 agosto 2006

"Todo es relativo"

Pues no.
Ni la inconmensurable folclórica (creo que fue Carmen Sevilla) ni la afilada y lúcida, periodista (Maruja Torres, la de la amarga sonrisa) le hacen ningún favor a nadie confundiendo a Einstein con un ignorante relativista, éticamente hablando, claro.

En momento alguno afirmó Einstein que el relativismo físico quepa en el continuo espacio tiempo. Antes bien, y por el contrario, afirmó que las leyes fundamentales (físicas, pero por qué no, añado de mi cosecha, también las morales, éticas o políticas: los derechos humanos, en toda su extensión) tienen el mismo valor en cualquier conjunto espacio-temporal (aquí, o en la China, USA, Cuba, Nigeria, etc) independientemente del sistema de coordenadas (sigo añadiendo: o parámetros morales, éticos o políticos) desde donde se analicen.

Todo fenómeno, dice la ley relatividad general enunciada por Einstein, está relacionado con el lugar y las circunstancias donde se produce dicho fenómeno, sí, pero está relacionado también y con la misma fuerza con el resto del Universo (y aquí el relativismo moral, ético y político muere) a través de las leyes fundamentales que se cumplen (o deberían ser cumplidas, si habláramos de las leyes fundamentales morales, éticas o políticas: la ablación del clítoris aquí o en Egipto, ahora o hace mil años incumple una ley básica, sin que excepción cultural alguna pueda plantearse, ni siquiera como intento de racionalización) inexorablemente.

No, queridos, no. Einstein nunca apoyó el relativismo, y su ley de la relatividad general permite relacionar todo fenómeno con todo lugar, independientemente del fenómeno, del lugar de referencia y del lugar de áquel que lo referencia, por lo que poco hay más absoluto que una ley que, si bien no predestina, si que acerca la realidad, por desentrañamiento de lo azaroso, a la predeterminación.

Dejemos hablar a Einstein (según traducción de Miguel Paredes Larrucea) y su enunciado de la ley de la relatividad general: "Todos los sistemas de coordenadas gaussianas son esencialmente equivalentes para la formulación de las leyes generales de la naturaleza". Ahí queda eso, y que los relativistas me aten esa mosca por el rabo.

21/08/06

20 agosto 2006

Mutatis mutandis

(a vueltas del artículo de don Joaquin Leguina "Fumadores, gordos y otros proscritos", EL PAIS, 18/08/08

¿Fuma don Joaquín Leguina? Porque si no fuma, se me acaba la carta. ¿Acumula don Joaquín Leguina grasas en exceso, gracias a buenas, nutrientes y salutíferas comidas, acto también llamado gula? Pues si la respuesta es tampoco, se me encoge el argumentario. Si fuma, acumula grasas en exceso o las dos cosas a la vez, vayan directo al anexo de la carta, donde expreso, mutatis mutandis, mi opinión sobre lo que cree Joaquín Leguina.

Ahora bien, si no fuma ni acumula grasas en exceso, siendo estas actuaciones amplia y fundamentadamente reconocidas como sospechosas, si no más, de acarrear problemas de salud, no entiendo por qué intenta que confundamos el culo -con perdón- con las témporas. Mezclando churras con merinas, confunde, o nos induce a confundir, lo correcto con lo políticamente correcto.

Y no. Fumar es malo para la salud, lo niege Agamenón o su porquero, y filmar una secuencia de los años que quiera representar fidedignamente los años 40-50 sin nadie que fume ni ninguna orondez ronde es, históricamente hablando, incorrecto por no fidedigno, y ruego a don Joaquín Leguina que no siga retrocediendo en el tiempo o caerá en algo tan políticamente correcto como históricamente incorrecto: presentar a los indígenas de cualquier remoto lugar -las praderas americanas, por ejemplo- como el colmo de la sabiduría, falta de machismo y plenitud de transigencia: ¡Ya!

Mas aquí no acaba. Combinar seguidamente -en mi parecer con aviesa intención- los indudables errores de los que componemos la sociedad con la crítica ad hominem a determinadas personas del gobierno de la nación es hacer la peor y más manipuladora amalgama, más digna de un neocon que de un diputado y además estadístico, aunque eso último, ser diputado, tristemente no tiene por que estar reñido con aquello.

Con mucho menos dramatismo, con mucha menos añoranza de tiempos pasados, comparto con Joaquín Leguina su tesis sobre lo negativo de la desaparición del Estado, pero no la moralina pseudo-liberal y neocon que sus comparaciones desprenden, y me atrevo a decirle: "analice, pero no moralice"

Anexo: "Por todo esto, sospecho que quien habló en Malibú no fue Mel Gibson, la persona, sino una marioneta de Gibson manipulada por el alcohol", Luis Rojas Marcos (EL PAIS, 16/08/2006).

20/08/06

18 agosto 2006

Frases "vueltas" del revés...

Frases repetidas hasta la saciedad: "los árboles no te dejan ver el bosque", "el fin no justifica los medios", "mi libertad acaba donde empieza la de mi vecino".

Y si bien, de alguna manera, en cierto momento y en algún grado, son ciertas, tapan, sin embargo, otras no menos ciertas, si no más necesarias. A saber:

"sé prudente, [pues en tu ambición] el bosque no te deja ver los árboles" (valga para los nacionalistas -autonomistas o independentistas-, utopistas -con u mayúscula-, identitarios y similares... y también para el resto).

"sé cuidadoso, los medios no justifican el fin"(¡vaya!, también vale para los anteriores, resto incluido).

"sé transigente, tu libertad empieza -o acaba- en el mismo lugar donce empieza -o acaba- la de tu vecino" (debo ser monotema: el universo al que le es aplicable sigue siendo el de los que abogan por fronteras... aunque no está de más que el resto no lo perdamos de vista)

14/08/06

07 agosto 2006

Antígona en el Prat

Como una nueva Antígona, los trabajadores del servicio en tierra de Iberia hicieron caso omiso de la ley y con su acto conmocionaron a la sociedad. Creonte, o sea: el gobierno del Estado, dictó una ley abstractamente racional - sobre la huelga-, pero que no se compadece con la inmediata realidad de unos trabajadores concretos. Y así, esos trabajadores, al igual que Antígona reclamó a Creonte, echan en cara al Estado que hay un ley inmutable que les mueve: la supervivencia. Con todo, las leyes deben ser cumplidas: la tragedia está servida.

Y así, nuestro Creonte de 2006, la administración socialista, antes que dejar de ser hombre -de estado-, antes que reconocer la cercanía familiar, pues Antígona era su sobrina carnal -los trabajadores, la razón de ser socialista-, se sabe rey y se reconoce deudor del imperio de la ley. La tragedia, una vez más, está servida. ¿Y nosotros? ¿Somos nosotros, el resto de la sociedad, el corifeo, que o bien calla o bien levanta acta de lo que ocurre? No: ni eso. Somos Ismene, hermana de Antígona, que anonadada por la realidad, balbucea y es incapaz de ser algo más que un cero a la izquierda.

Sófocles resuelve el nudo en clave de tragedia: Hemón, hijo de Creonte y amante de Antígona -¿una metáfora de la sociedad del bienestar y los trabajadores?- se da muerte a sí mismo, Antígona yace subyugada por una ley ¿injusta?, Ismene es ninguneada por la historia y Creonte, al fin, es derrotado por la realidad. La tragedia está resuelta ¡Ah!, por cierto, me olvidaba de los dirigentes y gobernantes de Aena e Iberia, epítomes de esa realidad. La pregunta sobre -para- ellos es: ¿hubieran salvaguardado algún interés de los trabajadores si estos, dentro o fuera de la ley, no hubieran actuado?. Ustedes mismos pueden responder, ellos lo hacen cada día con sus actos. Y no actúen como Ismene.

07/08/06

02 agosto 2006

OMC, unos deben perder

Y otros deben ganar. No. Unos debe(mos) dejar un poco de ganar -tanto-, y otros tienen que dejar de perder –algo, por lo menos: algo.
J. Nash, J. Bentham y J. Rawls. Al primero seguro que lo recordarán por el hollywoodense biopic: 'Una mente maravillosa'; el segundo, y para ubicarlo, pónganlo al lado de A. Smith y como tutor de J. Stuart Mill, y el tercero es conocido -confíen en mí- por sus aportaciones a la filosofía de la justicia. Todos liberales -de los de verdad, no de los neo-xxx- y sin la menor sombra de un izquierdismo mesiánico o divine. Vuelvo a lo que quiero ir: sólo puede existir reciprocidad en las transacciones comerciales, sustancia de la OMC, si un incremento en el beneficio del grupo más aventajado (GMA) implica un incremento del beneficio en el grupo menos aventajado (gma). Si este no es el caso, y actualmente no lo es en las relaciones entre los más altos GMA (G7) y los más bajos gma (África) - entre los aspirantes a grandes actores, tampoco lo es dentro de sí mismos: China, Brasil, India, pero eso no es tema de la OMC-, las transacciones ya no son recíprocas: son tendenciosas y benefician a una de las partes (GMA) en detrimento de la otra (gma). Los análisis utilitaristas de Nash y Bentham, determinando matemáticamente los puntos de maximización de las utilidades, demuestran que para alcanzar esos puntos de máxima eficacia es necesario que a una parte de la sociedad, los gma, se les despoje de parte de su renta y sea transferida a los GMA ¿les suena la situación? Lo que es racional y útil para la sociedad, vista como un todo monolítico, no tiene por que ser (no suele ser) razonablemente útil para los individuos particulares que componen esa sociedad. Ése es un principio de realidad que los neo-xxx se empeñan en negar una y otra vez, algo así como por ejemplo: si yo tengo 10 casas y usted ninguna, pues nada, que la media es de 5 casas per cápita (La señora Esperanza Aguirre debería aplicarse lo hasta aquí dicho antes de lanzar fuegos de artificio como los expuestos en su artículo de opinión del 01/08/2006). Rawls, en ' Justicia como equidad', cap. 18.1 y siguientes, analiza las reglas del utilitarismo para la distribución de bienes entre los GMA y los gma y extrae la siguiente conclusión: sólo puede existir una opción de justicia, y por ello, una opción de estabilidad, si en la curva de utilidades sabemos pararnos en el punto en que cualquier nuevo incremento del índice de participación de los GMA implica un decremento del de los gma. Y hoy y aquí, este punto está mas que dejado atrás: es necesario y urgente retroceder en esa curva (dejar de inundar con productos de consumo, manufacturados o no, los mercados de los gma es básico) para que los más entre los menos (África) tengan alguna posibilidad. Y con ellos, nosotros.

01/08/06

La falsa adhesión

Los hermanos Pellicer fueron declarados culpables de un 'delito de adhesión a la rebelión'. Hasta aquí, nada que nos sorprenda. La Sala de lo Militar -a instancia de un recurso de revisión interpuesto por Coral, hija de uno de ellos: José- deniega mediante auto, con un voto particular, el del magistrado Calvo Cabello, la anulación de las sentencias invocando que no existe fundamento para tal revisión porque, entre otras cosas, no estamos ante 'una resolución [que] se base en hechos declarados falsos o conseguidos de forma ilegal' ¡Asombroso! Los hermanos Pellicer fueron condenados, y perdonen la reiteración, por su 'adhesión a la rebelión', lo cual es a todas luces falso, falsedad que ha sido perfectamente argumentada por historiadores de toda condición: quienes se rebelaron contra la legítima autoridad fueron unos determinados jefes militares: los que ganaron la guerra incivil y condenaron, entre otros, a los Pellicer. Me declaro lego en la materia, pero me sorprende como la propia Sala de lo Militar es capaz de poner negro sobre blanco tamaña contradicción: no admitir a estas alturas que la 'adhesión a la rebelión', hecho atribuido por los militares rebeldes a los ciudadanos (militares o civiles) leales al gobierno legítimo de la II República, fue a todas luces un argumento basado en un hecho falso es, como mínimo, temerario. O peor.

27/07/06

22 julio 2006

La invasión de Palestina y de Líbano y la Ley del Talión

(aprovechando lo dicho en "crimen y castigo...")

"Desde que se escribió el Código de Hammurabi (s. XVIII a.C.) y la ley del Talión sustituyó a la venganza sin cuenta ni límites, no se había producido una cambio tan drástico en las condiciones de supervivencia de la especie humana. Está por crear un cuerpo de conocimiento público, popular y aprehensible que soporte, al igual que la del Talión lo hizo en su día, nuestra nueva relación con el entorno", con la sociedad: en general, estamos protegidos ante los avatares de la vida ¿Todos lo estamos? ¡No!

"La ley del Talión (‘ojo por ojo, diente por diente’: el castigo no puede ser mayor que el perjuicio) estableciendo la punición desde los límites y no permitiendo correctivos realizables hasta los límites, no sólo colocó fuera de la ley las venganzas encadenadas y sin fin, tanto en el tiempo como en la sustancia, sino que significó la aparición de una nueva área del conocimiento, podemos decir que produjo un corte epistemológico: la justicia penal, con su conjunto de abogados, fiscales y jueces. Y fue un conocimiento que fue impregnando a la sociedad": en general, esto nos es aplicable ¿A todos nos es aplicado? ¡No!

"Creó, la ley del Talión, una nueva estructura de poder que, como el freno al coche por lo que respecta a la velocidad posible, permitió un desarrollo social hasta entonces desconocido. Y esta nueva concepción del castigo, con evidentes matices pero sin significativos cambios de fondo, ha perdurado hasta nuestros días: por un ojo exigimos su equivalente en compensación: privación, dinero, servicios, etc a ser librados por la persona responsable del hecho criminal o, de forma subsidiaria, por la sociedad": así nos sentimos protegidos ¿Todos estamos amparados? ¡No!

"Hoy nadie aceptaría volver a la venganza desmedida. Y cuando ocurre, tachamos de salvaje y bárbara a la sociedad que lo tolera y lo pacta... sin acordarnos que hace poco menos de cuatro milenios todo, todo el mundo actuaba así, y que costó más de mil años que las grandes culturas aceptaran la nueva ley proporcional de Talión, y que no fue hasta la llegada del islam que los pueblos de África la hicieron suya al fin."

¿Qué no cuadra en esta historia? ¿Quién ha retrocedido esos cuatro mil años? ¿Por qué nos amarga que el gobierno israelí caiga en la barbarie más que el que unos asesinos terroristas maten a seres humanos en todo a nosotros semejantes, tan semejantes? Soy humano y tribal, pero no ciego y súbdito, y me duele más el error de aquél que siento más cercano: soy humano y tribal, y por eso me amarga más la salvaje, cruel e innecesaria muerte y destrucción que el poderoso gobierno de Israel consiente.

Hamas y Hezbola son asesinos: no cabe ninguna duda. "Pero no confundamos la enfermedad con los síntomas. No voy con el lirio progre en la mano, pero permítanme, a modo de metáfora, decir que el cuerpo palestino está destrozado por un cuádruple virus, el de los cuatro actores –USA, ISRAEL, UE e IRAN: La señora Rahola y el rabo del diablo-, "y que el terrorismo, la corrupción, y la falta de democracia no son más que enfermedades superpuestas, parasitarias y aprovechadas, que valiéndose de sus bajas defensas se ceban en, y sacan tajada de, lo que queda: algo así como los bacilos y las bacterias lo son con respecto al SIDA: fin de la metáfora."

22/07/06

14 julio 2006

África, África...

Sugiero una lectura de los procesos de acumulación pre-capitalista (s. XIV a XVI) para así extraer alguna enseñanza. Y me refiero concretamente a cómo éstos siempre fueron de la mano de políticas proteccionistas. Políticas que, al cuidar entre algodones los incipientes pasos del capitalismo comercial, permitieron la creación de la suficiente masa crítica de tejido social burgués para despegar económica y socialmente. Aceptaré, efectivamente y sin dudarlo, que ese proteccionismo fue a cargo de alguien, posiblemente tanto ajeno como propio, y que ese 'a cargo' debe ser tenido en cuenta, sobre todo en el impacto interno de las sociedades atrasadas. Las opulentas sociedades del llamado Occidente tienen un amplio margen para soportar un cierto impacto de las necesarias políticas proteccionistas que sobre los productos primeros, básicamente agrícolas, impongan las sociedades atrasadas y, no lo obviemos, mayoritariamente agrícolas. En cambio, estas sociedades atrasadas no disponen de ningún margen para hacer frente a un librecambismo desregulado: la ley de la selva económico-financiera no impone libertad, impone cruel evolución. Es necesaria, pues, una cierta regulación del proteccionismo a favor de los países no desarrollados, controlado desde la experiencia histórica que tenemos, control que debiera impedir la parte negativa (cohechos, prevaricaciones, en general: mordidas), ayudado por microcréditos a las mujeres (huyendo de los FAD, pues -y disculpen la falta de espacio y tiempo para argumentar- a quien a la postre financian es a las propias empresas de los países desarrollados) junto a una paciencia blindada y un 'hacer camino al andar'; y en paralelo: una rebaja muy sustancial de nuestras ayudas a -por lo menos- la exportación de nuestros productos agrícolas, junto con una autocontención en la imposición de cultura y política. Todo ello, dicho con la prudencia necesaria, es imprescindible para que África tenga alguna oportunidad: y se merece que nos responsabilicemos, pues algo -más bien, mucho- tenemos que ver con lo que allí ocurre. Vean, como ejemplo, cómo China y la India están avanzando: políticas proteccionistas (bien), aplicadas sin freno ni control (mal, pero útil para la acumulación: sus dirigentes deberían controlarlo), y su cultura es tratada con guante de seda (bien) pero sin crítica, no sea que se enfaden (mal, pero útil: nuestros dirigentes deberían controlarlo).

14/07/06

07 julio 2006

La persona: la mujer, el hombre

"Toda persona es igual ante la ley", aunque siempre hay unos más iguales que otros, se suele responder...

¿Se es igual persona siendo mayor o menor de edad? ¿Se es igual persona siendo el gerente de una empresa o quien trabaja a sueldo de áquel? Sí y sí, pero... Pero a nadie extraña que, DADA LA ACTUAL SOCIEDAD, se proteja más a una parte que a la otra, o lo que es lo mismo, se castigue con mayor implacabilidad a una parte que a su contraria.

¿Se es igual persona siendo de un sexo o de otro? Sí, sin lugar a dudas, pero... Pero a nadie le sorprenderá la siguiente afirmación: estamos en una sociedad machista, es decir, estamos inmersos en una cultura que, en distinto porcentaje y con todas las salvedades que se quieran poner y todos los avances que se puedan mostrar, entiende, atiende, comprende y usa –uso que siempre es un abuso- la dominación del hombre sobre la mujer.

¿Quién se atreverá a afirmar que una mujer tiene la misma capacidad que un hombre para usar los derechos que se le otorga como persona? ¿Quién osará sostener que no es el eslabón débil en la cadena de los derechos humanos: aquí y ahora? ¿Quién podrá menospreciar el enorme coste que la mujer viene obligada a pagar por ser mujer: desde lo menos, un menor sueldo, hasta lo más, su entera vida?

Y esas dominaciones, de las que todos somos conocedores, no son abstractas: la del mayor sobre el menor, la del gerente sobre el trabajador, la del hombre sobre la mujer devienen en sucesos reales que afectan a personas reales. La mujer, ahora y aquí, está sometida a una relación de dominación en la que le toca ser sujeto pasivo. Y no por ser biológicamente mujer, argumento falaz y paternalista, que tan sólo abundaría en la razón de la propia dominación: a diferencia de quien es menor, que sí es sujeto pasivo por ser biológicamente menos maduro y por ello estar más expuesto a la criminalidad de terceros, pero que el propio desarrollo biológico le ofrece oportunidades para dejar de serlo.

Tampoco lo es por ser sociológicamente mujer, juicio tan falaz y paternalista como el anterior: a diferencia de un trabajador, que sí tiene un componente de sujeto pasivo desde el punto de vista de las relaciones sociales, pero que, al menos formalmente, la sociedad le ofrece oportunidades para dejar de serlo.

Es sujeto pasivo por la cultura -más bien debería decirse: incultura- que permite a un hombre concreto (usted, yo, nuestro vecino, nuestro hijo) creerse con unos derechos supra históricos que -cree él que- le dotan de una innegable superioridad -palabra emparentada con soberbia- biológica y social ante una mujer -cualquier mujer-. Y a diferencia de la niñez o de una empresa, de la cultura –de la sociedad, al fin y al cabo-no se puede huir. Y ante esta dominación, el cuerpo legal y el aparato jurídico y represivo, con la salvedad y la previsión de que antes que la mera venganza, y junto con la templanza y la voluntad de reinserción, le debe primar una política de prevención, está obligado a avisar que, aquí y ahora y en lo que la ley contemple, aquel que intente usar -que siempre será abusar de- su posición dominante, ya sea esta producto de una razón biológica, social o a partir de ahora: cultural, será castigado con todo el peso de la ley.

22/08/05

06 julio 2006

Crimen y castigo, castigo y supervivencia.

En un documental de la televisión pude ver una jugosa escena: una madre africana, más bien menuda, golpeaba a su hijo de forma histérica, con una vara y con acompañamiento de agudos gritos, y a pesar de que aquél le superaba en envergadura y lozanía, en la cara del vástago, así como en sus gestos, sólo se atisbaba compungimiento. Incluso en la forma encogida de su cuerpo, el zangolotino denotaba vergüenza y temor.

La voz en off de un supuesto cronista occidental se admiraba de que la menuda madre pudiera zaherirlo a voluntad y que no diera muestras ni de prevención ni de miedo alguno a una posible y tal vez violenta contestación, a lo que el interlocutor, africano a su vez, le replicó, más que le explicó, como dirigiéndose a un niño, que dada la falta cometida por el hijo, perder parte del sustento de la casa, éste era consciente de haber puesto en peligro la supervivencia de la familia y que qué menos que sufrir sin rechistar una mínima parte de lo que podía haber hecho padecer a todos.

Puesto que nos es dado vivir en una sociedad, la española del s XXI, donde tenemos asegurada la supervivencia en un altísimo grado, podemos aceptar que esa seguridad pone sordina a los efectos de cualquier falta, trasgresión o crimen, y como lógica consecuencia, ya nadie acepta que ‘la letra -la norma, la ley, la educación, el respeto, la forma, la responsabilidad, la moral, la ética...-, con sangre entra’. Demos, pues, por bien perdida la violencia física y psicológica como instrumento de castigo. Claro que, a su vez, demos por (¿bien?) venida la incertidumbre y los costes de esa renuncia.

Desde que se escribió el Código de Hammurabi (s. XVIII a.C.) y la ley del Talión sustituyó a la venganza sin cuenta ni límites, no se había producido una cambio tan drástico en las condiciones de supervivencia de la especie humana. Está por crear un cuerpo de conocimiento público, popular y aprehensible que soporte, al igual que la del Talión lo hizo en su día, nuestra nueva relación con el entorno.

La ley del Talión (‘ojo por ojo, diente por diente’: el castigo no puede ser mayor que el perjuicio) estableciendo la punición desde los límites y no permitiendo correctivos realizables hasta los límites, no sólo colocó fuera de la ley las venganzas encadenadas y sin fin, tanto en el tiempo como en la sustancia, sino que significó la aparición de una nueva área del conocimiento, podemos decir que produjo un corte epistemológico: la justicia penal, con su conjunto de abogados, fiscales y jueces. Y fue un conocimiento –logos– que fue impregnando a la sociedad.

Creó, asimismo, una nueva estructura de poder que, como el freno al coche por lo que respecta a la velocidad posible, permitió un desarrollo social hasta entonces desconocido. Y esta nueva concepción del castigo, con evidentes matices pero sin significativos cambios de fondo, ha perdurado hasta nuestros días: por un ojo exigimos su equivalente en compensación: privación, dinero, servicios, etc a ser librados por la persona responsable del hecho criminal o, de forma subsidiaria, por la sociedad.

Hoy nadie aceptaría volver a la venganza desmedida. Y cuando ocurre, tachamos de salvaje y bárbara a la sociedad que lo tolera y lo pacta... sin acordarnos que hace poco menos de cuatro milenios todo, todo el mundo actuaba así, y que costó más de mil años que las grandes culturas aceptaran la nueva ley proporcional de Talión, y que no fue hasta la llegada del islam que los pueblos de África la hicieron suya al fin. Hoy aún no sabemos que hacer con la nueva realidad: la garantía de la supervivencia ha alcanzado tal grado, y tan inédito, que ya no sobrevivimos porque seamos útiles, sino porque somos en sí.

Y así, los viejos instrumentos basados en la Ley de Talión han devenido inservibles. Si los utilizamos basándonos en el hecho punible en sí, actuaremos y castigaremos según unos parámetros de supervivencia aún interiorizados, pero ya anacrónicos, sin ser conscientes de que los efectos de la falta quedan lejos de la carga del castigo. Si los utilizamos basándonos en los actuales parámetros de supervivencia, nos veremos tan obligados a relativizar el correctivo que difícilmente encontraremos razones para castigar en la educación (que no en los hechos criminales, cuyo estudio excluyo del presente pensamiento).

La madre africana aplicó correctamente la ley del Talión. A nosotros ya no nos es dado su uso: pero aún está por crear una nueva ley de crimen y castigo.

29/05/06

España (o Catalunya) como metáfora.

El ser humano avanza por -y gracias a- las metáforas.

Aviso a los navegantes: las metáforas, una vez aceptadas por la generalidad, deberían ser destituidas de su pedestal, y sólo ser utilizadas en los más básicos grados de enseñanza o para aligerar las frases de largas perífrasis: hoy y aquí (Europa, España, Catalunya -como metáfora-, 2006), en primaria. Lo demás, son hipostasias.

27/06/06

Sin título

Ke farayo o ke xerad de mibi,
Habibi,
Note tolgax de mibi.

(Què faré o que serà de mi?
Amic,
No t'apartes de mi.)

Ibn Ruhaym (poeta mossàrab valencià del s XI)

Moros o cristianos, del siglo XI o del siglo XXI ¡no hemos cambiado tanto ni somos tan diferentes!

03/07/06

Educar e instruir

La cultura, podemos decir, tiene, ante posibles procesos estructurantes o desestructurantes de ella derivados, dos componentes de contradictorio, cuando no antitético, comportamiento: educa e instruye. La cultura, como vehículo de educación, y no olvidemos lo emparentada que está la palabra educar con la palabra conducir: las dos provienen, etimológicamente hablando, de la latina dux -raíz que produce dentera a la izquierda-, es vertebradora de sociedad: diríamos que coadyuva a la integración social del ciudadano, tanto a través del conocimiento como gracias a la 'buena educación'. La cultura que educa prepara para el necesario, imprescindible, incluso, proceso de asimilación: nacemos y morimos en una sociedad, y pertenece a la justicia básica de la misma que nos enseñen y nos eduquen para sentirnos 'ciudadanos libres e iguales en un sistema equitativo de cooperación' (John Rawls, 2002): de alguna manera ésta es una visión y una función cosmogénica y alejadora del caos, seguidista del proyecto ilustrado del progreso por la razón, heredera del logos griego.

Claro está que la cultura que educa constriñe y reprime: la naturaleza no es un sistema equitativo de cooperación, ni la del buen salvaje lo fue, a pesar de Rousseau. La cultura, por otra parte y como sistema que instruye, y aquí conviene tener en cuenta la fuente común de los lexemas de las palabras instruir y construir, permite crear herramientas generadoras de estructura -mismo lexema-, generadoras de futuro.

Aquí conviene hacer un paréntesis para mostrar nuestros respetos a la defensa que de la relación maestro - discípulo hace Rafael Argullol, y como aquél instruye a ése con el único y último fin de que aprenda a volar por sus medios.

Si aceptamos, pues, que la cultura como instrucción permite que nos dotemos de herramientas para la construcción de las estructuras del futuro, no nos costará mucho deducir de ello, sobre todo si emulamos al Ángel de la Historia de W. Benjamín y miramos a nuestro alrededor, que la cultura como instrucción es generadora de caos: y no puede ser de otra manera. Cualquier vitalismo sólo enraíza en el caos: así nació el primer ser biológico vivo, y aunque sea metafóricamente hablando, así nació el primer ser cultural vivo.

La cultura que instruye da alas a la trasgresión, es disolvente y destructora, su función y producto nos aleja de la ilusión de una ilustración racionalizadora y nos pone en el camino del caos: también es heredera de los griegos: los cínicos son su fuente.

De la tensión entre los dos componentes, el cosmogénico y el caosgénico, el que en un extremo nos llevaría a la moral victoriana (o al nacionalcatolicismo) y el otro al capitalismo neocon (o al absceso marbellí), del necesario pensamiento complejo que sea capaz de integrar el antagonismo inherente a educar e instruir (nuestros respetos para E. Morín), nace la sutil esperanza que, aún siendo trágicos, nos impide ser apocalípticos -en el sentido bíblico del término. Sabemos que moriremos: somos trágicos. No sabemos de qué: no desvelamos -apocalipsis, en el sentido griego del término- ni el cómo, ni el cuándo ni el por qué: porque no lo sabemos. Sencillamente, porque no lo podemos saber.

12/05/06

Perogrullo:1, ETA: 0

Tras tres décadas intentando hacerles ver que 'el fin no justifica los medios', idea ésta que parece les va entrando, ni que sea de manos de un utilitarismo miope -pero esa sería otra discusión: la de lo útil-, deberíamos hacernos a la idea que imbuirles la segunda perogrullada, a saber: 'los medios no justifican el fin', también tomará su tiempito. Les costará, sí, pero acabarán entendiendo que tanto los medios como los fines deben buscar su justificación y su legitimación en sí mismos, y no unos en otros. Y no digamos lo que costará inculcarles el tercer perogrullo, –pero hay que decirlo: la verdad, aunque perogrulla, hay que repetirla, y no para que sea más verdad, como Goebbels y sus sicarios dirían, sino para no olvidarla-, que es aquél que compendia y concreta los dos anteriores: la Constitución Española alberga los procedimientos que permiten su propia modificación y la determinación de un nuevo esquema coherente de libertades básicas, y ello es posible gracias a -y tras un- proceso público que permite enjuiciar, inferir y evidenciar las posibles propuestas de cambio.

23/05/06

África, África.

Sugiero una lectura de los procesos de acumulación pre-capitalista (s XIV a XVI) para así extraer alguna enseñanza. Y me refiero concretamente a cómo éstos siempre fueron de la mano de políticas proteccionistas. Políticas que, al cuidar entre algodones los incipientes pasos del capitalismo comercial, permitieron la creación de la suficiente masa crítica de tejido social burgués para despegar económica y socialmente. Aceptaré, efectivamente y sin dudarlo, que ese proteccionismo fue a cargo de alguien, posiblemente tanto ajeno como propio, y que ese 'a cargo' debe ser tenido en cuenta, sobre todo en el impacto interno de las sociedades atrasadas.

Las opulentas sociedades del llamado Occidente tienen un amplio margen para soportar un cierto impacto de las necesarias políticas proteccionistas que sobre los productos primeros, básicamente agrícolas, impongan las sociedades atrasadas y, no lo obviemos, mayoritariamente agrícolas. En cambio, estas sociedades atrasadas no disponen de ningún margen para hacer frente a un librecambismo desregulado: la ley de la selva económico-financiera no impone libertad, impone cruel evolución. Es necesaria, pues, una cierta regulación del proteccionismo a favor de los países no desarrollados, controlado desde la experiencia histórica que tenemos, control que debiera impedir la parte negativa (cohechos, prevaricaciones, en general: mordidas), ayudado por microcréditos a las mujeres (huyendo de los FAD, pues -y disculpen la falta de espacio y tiempo para argumentar- a quien a la postre financian es a las propias empresas de los países desarrollados) junto a una paciencia blindada y un 'hacer camino al andar'; y en paralelo: una rebaja muy sustancial de nuestras ayudas a -por lo menos- la exportación de nuestros productos agrícolas, junto con una autocontención en la imposición de cultura y política. Todo ello, dicho con la prudencia necesaria, es imprescindible para que África tenga alguna oportunidad: y se merece que nos responsabilicemos, pues algo -más bien, mucho- tenemos que ver con lo que allí ocurre.

Vean, como ejemplo, en cómo China y la India están avanzando: políticas proteccionistas (bien), aplicadas sin freno ni control (mal, pero útil para la acumulación: sus dirigentes deberían controlarlo), y su cultura es tratada con guante de seda (bien) pero sin crítica, no sea que se enfaden (mal, pero útil: nuestros dirigentes deberían controlarlo).

12/06/06

05 julio 2006

sin título

La vida -mi vida, por lo menos- es un juego donde siempre, y como en todo juego de azar -que es el símbolo árabe de la cara de la mal suerte-, siempre pagamos más de lo que nos llevamos.

Por eso me tomo en serio los juegos: porque son como la vida.

Por eso me tomo a broma la vida: porque es como un juego.

10/06/06

18 junio 2006

De lo estoico

Primero, la definición escolástica y canónica:

“El estoicismo nace en Atenas y toma su nombre del pórtico (en griego Στοα, stoa) donde Zenón de Citio impartía las lecciones” (wikipedia)

“El estoicismo es una doctrina filosófica fundada hacia fines del siglo IV adC por zenón de Citio; con una fuerte orientación ética, los estoicos sostuvieron las virtudes del autocontrol y el desapego, llevadas a su extremo en el ideal de la ataraxia, como medios para alcanzar la integridad emocional e intelectual. En el ideal estoico, es la liberación de las pasiones la que permite al espíritu alcanzar la sabiduría; el logro de la misma es una tarea individual, y parte de la tarea del sabio es desahacerse de los conceptos e influencias que la sociedad en la que vive le ha inculcado. Sin embargo, el estoico no desprecia la compañía de otros hombres, y la ayuda a los más necesitados es una práctica recomendada.” (wikipedia)

Ahora, mi análisis

Curiosamente se da el caso de que un buen número de ricos o pudientes (el emperador Marco Aurelio, Séneca o el mismo Cicerón) se declaran estóicos... y deben serlo, pues así son tomados por la historia. Es mi opinión que sí lo eran.

No deja de llamar la atención que entre cínicos (kínicos, y si no recuerdas el por qué de la ‘k’, mira el mensaje sobre los cínicos: va, no seas vaga) y epicúreos no encontráramos ricos o pudientes (aunque parece ser que un tal Diógenes de Enoanda hizo escribir de su bolsillo –era un rico comerciante– en una galería rectangular, que mandó construir al efecto, ubicada en una colina, también comprada por él, el resumen de la ética epicúrea, cuyo texto principiaba más o menos así: “ME ENCUENTRO EN EL OCASO DE LA VIDA Y NO QUIERO IRME DE ELLA SIN HABER ANTES ELEVADO UN HIMNO A EPICURO POR LA FELICIDAD QUE ME HA DADO CON SUS ENSEÑANZAS DESEO TRANSMITIR A LA POSTERIDAD ESTE CONCEPTO: LAS VARIAS DIVISIONES DE LA TIERRA DAN A CADA PUEBLO UNA PATRIA DISTINTA. PERO EL MUNDO HABITADO OFRECE A TODOS LOS HOMBRES CAPACES DE AMISTAD UNA SOLA CASA COMÚN: LA TIERRA”)

Pues eso, que cínicos y epicúreos –su teoría– fueron borrados de la faz de la tierra por ser considerados peor que un ácido corrosivo para las buenas costumbres. Pero no así pasó con la ética estoica. La Iglesia, las distintas teorías políticas (tanto de izquierdas como de derechas), las morales globalizantes, todos, en fin, parecen querer ser amigos de los estoicos, pero no de los cínicos o de lo epicúreos.

¿Por qué? El carácter estoico, la ética estoica (ética que ya no es compartible al cien por ciento según el más estricto canon estoico de Zenón de Citio, pues éste hablaba de una chispa divina, de una materia –era materialista– que se ‘introducía’ en el cuerpo dando lugar a la mente: una especie de ‘el fantasma en la máquina’... tema totalmente denostado por mí) parece rimar con lo que conviene a los que mandan, sean estos mandarines de la iglesia, de la política, de las comunidades o de las ideologías. Sólo parece. Las éticas cínicas o epicúreas son claramente corrosivas, disolventes, diluyentes de cualquier moral (como compromiso). La ética estoica pide, como dice Epícteto, una suerte de contención: "la virtud de la razón estoica consiste en la ataraxía ("imperturbabilidad"), apatía ("desapasionamiento") y las eupatías ("buenos sentimientos")". Esta contención puede confundirse con conformidad o tolerancia, pero nada tiene que ver. De ahí que los actuales poderes hayan preferido confundir el estoicismo con la resignación. Pero no.

El estoico distingue entre el goce y el objeto que lo provoca: ama a aquél, pero es independiente de éste. El estoico distingue entre el goce y el sujeto que lo provoca: ama a aquél, pero permite ser independiente a éste. El estoico juega con la baraja de la vida, y acepta la jugada que la mano reparte: ama con fruición a aquéllas, pero sabe que nadie manda sobre éstas.

08/05/06

De lo epicúreo

La escuela epicúrea toma el nombre del fundador: Epicuro de Samos.

Su búsqueda de la felicidad se basaba en una vida de continuo placer. Pero no de continuos momentos puntuales de placer, como sería el caso si habláramos de los hedonistas, sino de un placer total, que debía incluir tanto al cuerpo como a la mente: tanto físico como intelectual.

Debemos entender que para esta escuela placer es más ausencia de dolor, de temor, de aflicciones, de penalidades, de pesares, es más sinónimo de no sufrimiento que búsqueda de aquello que, supuestamente, nos dé placer.

Veamos.

La guerra no podía ser un concepto moralmente aceptable por los epicúreos: era, más bien, el resumen y compendio de todo aquello que niega el placer.

El hambre tampoco podía ser considerado como algo aceptable, por lo que el ayuno voluntario, que no el necesario por razones médicas, tampoco era algo moralmente exigible.

El miedo no podía fundamentar la moral epicúrea, así que, de un plumazo, quedaba desterrado todo lo relacionado con dioses, religiones y amenazas con castigos más allá de la muerte.

Eran el sosiego, y no el ansía, el destino como elección y no el destino como tragedia, la razón y no la superchería, el conocimiento empírico y laico -incluso pagano- y no la escolástica, los ejes de aquella búsqueda de felicidad, de no-infelicidad.

La iglesia católica, allá en la lejana Edad Media, mando destruir todos los documentos relacionados con esta escuela, y así ocurrió en su gran mayoría.

Es obvio que una escuela que te enseña a no temer no es buena compañera de una sociedad que se basa en el temor (como cualquier sociedad, claro). Si no temes a dioses, destinos, si no te atas a lo que te pueda hacer daño (por lo que no te atas a cualquier placer: no a las drogas), si no comulgas con lo establecido, sino con la duda que fomenta el conocimiento... será el que detenta el poder el que te tema.

¿Qué hacer? Se preguntaban a la leniniana manera en aquellos negros años de la Edad Media: destruir, claro, cualquier oposición.

“Valle de lágrimas”, “la letra, con sangre entra”, “todo por la patria”, “compra hoy y paga mañana”...

El “movimiento epicúreo” ha sido subsumido dentro de la escuela hedonista, mostrándolo como si se tratara de una búsqueda del placer sin más, de lo placentero como fin y sin reparar en medios, cuando su objetivo era la felicidad y el placer era tan sólo la herramienta para preparar el camino. Preparar, que no transitar, pues el andar era responsabilidad del discípulo: era su opción y su destino (en tanto que elección, pues “destino” y “elección” son sinónimos en griego).

epicúreo, a. (R.A.E.)
(Del lat. epicurĕus).
1. adj. Que sigue la doctrina de Epicuro, filósofo ateniense del siglo IV a. C. U. t. c. s.
2. adj. Propio de este filósofo.
3. adj. Entregado a los placeres

Con lo que el Poder no pudo (curiosa paradoja), pudo el discurso del Poder.

06/03/06

De lo cínico

La palabra cínico viene del griego kyon, que significa perro. Y así eran peyorativamente llamados los seguidores de una escuela, la cínica, por su desapego a los bienes materiales: vivían pobres como perros; eran, pues, cánidos: kínicos.

Según ellos, la máxima felicidad del ser humano era alcanzable sólo a través de su máxima independencia, lo que les obligaba a estar reñidos con toda posesión: a menos propiedades materiales, más libertad y felicidad.

Fueron famosas, por hirientes, las diatribas y sátiras con que los cínicos amenizaban a los ciudadanos de Grecia en los juegos y olimpíadas, y que siempre tenían como diana la corrupción que imperaba en las ciudades griegas (como puedes ver, no hemos avanzado mucho: pero sí retrocedido al permitir pervertir la palabra cínico). Su vida ascética les daba un plus de capacidad moral en sus discursos que no solía ser ni bien recibida (¿cómo era aquello que decía Silvio Rodríguez sobre el derecho a flagelar del que a sí mismo se flagela?) ni bien ponderada por los que detentaban el poder.

Pero los cínicos iban más allá. El desprecio por las convenciones, por hipócritas y generadoras de doble moral; el desprecio por el orgullo de la excelencia (areté) obtenida a través de la Academia -lugar donde los jóvenes libres aprendían ciencias, artes y gimnasia-, que contraponían a la humildad de los empeños morales; el desprecio por los placeres mundanos -excepto el del coito y la masturbación, que consideraban natural y nada vergonzante-, por ser esclavizadores de la razón; el desprecio por el provincianismo de las ciudades estado de Grecia, pues fueron los primeros en ‘inventar’ el término cosmopolita: ciudadano del universo (cosmos: universo de la razón, por contraposición al caos: universo primigenio o generador del inicio); el desprecio por el miedo a la muerte y a los dioses, pues consideraban a aquella irreductible (cuando yo estoy, no está ella, y cuando ella está, yo ya no estoy) y a estos criaturas de la mente.

Todo ese posicionamiento ético y moral era un poderoso disolvente de aquellas relaciones que permitían a las ciudades estado sobrevivir como sistema de poder... así que muy buena prensa no es que tuvieran, ni tampoco gozaban de gran estima, pues dentro de su frugal visión de la vida también caían las relaciones llamémoslas humanas: se limitaban a no molestar y no soportaban ser molestados: autarquía (como demuestra aquello que, aunque apócrifo, cuentan de Diógenes el Cínico y Alejandro el Magno: cuando Alejandro, presentándose como El Magno, y en reconocimiento a la sabiduría del gran filósofo, le ofreció su poder para lo que deseara, Diógenes, presentándose como el Cínico, le pidió que se apartara, pues le tapaba el sol).

¿Es XXX YYYY cínico?

Está claro que una versión estándar, como la de la práctica totalidad de los que utilizan el término cínico, está mediatizada por lo que el poder hizo con la escuela cínica: destruir su concepto hasta desvirtuar por los siglos de los siglos el significado de cínico. Los cínicos eran unos cabrones, sí: con los pudientes. Los cínicos eran hirientes, sí: con los corruptos. Los cínicos eran intratables, sí: por el poder establecido. Ahora cínico se dice del que es un cabrón con el pobre, del que zahiere al bondadoso y del que, burlón, se desapega del marginado.

cinismo. (R.A.E.)
(Del lat. cynismus, y este del gr. κυνισμóς).
1. m. Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables.
2. m. Impudencia, obscenidad descarada.
3. m. Doctrina de los cínicos (pertenecientes a la escuela de los discípulos de Sócrates).
4. m. desus. Afectación de desaseo y grosería

06/03/06

Sin título

Los nacionalistas pobres -¡pobres nacionalistas!- gritan con denuedo "¡El dinero de mis ricos es mío!"

13/03/06

Montaigne y Epicteto

Y ahora un texto de Michel de Montaigne:

Como reza una sentencia de los antiguos griegos (1), los hombres se atormentan por las opiniones que tienen sobre las cosas, y no por las cosas mismas. Sería un punto ganado para el alivio de nuestra infeliz condición humana si se pudiera definir esta proposición como una verdad absoluta: puesto que si los males sólo hacen mella en nosotros por medio de nuestro juicio, parece que está en nuestro poder el despreciarlos o evitarlos. Si las cosas se rinden ante nosotros, ¿por qué dejamos que ellas dispongan de nosotros, en ves de acomodarlas a nuestro antojo? Si lo que llamamos mal o sufrimiento no es ningún mal o sufrimiento en sí, sino que nuestra imaginación es la que le da esta cualidad, en nosotros está el cambiarla

“(1) La sentencia es de Epicteto (Manual, 45). Es una de las cincuenta y siete sentencias que Montaigne mandó grabar en las vigas de su biblioteca”.

Texto y Nota pertenecen a su libro Essais, según traducción de Maria-José Lemarchand (Ensayos I, Gredos, Madrid, 2005, capítulo XIV “De cómo el sabor de los bienes y de los males depende en gran parte de la opinión que de ellos tenemos”, Pág. 107).

16/02/06

Alto el fuego (permanente)

La probabilidad de la existencia de la violencia, que no su posibilidad, pues esta última siempre existirá, es política y socialmente equivalente a ejercer la violencia en sí.

Siento la difícilmente evitable oscuridad de la frase anterior, pero nada complejo es fácil, y desactivar la violencia, además de complicado, es tremendamente complejo.

El 'lehendakari' Ibarretxe debe dejar de jugar con las palabras, pues su afirmación de que una vez "'verificado el alto el fuego' de ETA, tras el verano 'se pueden dar los primeros pasos para el diálogo político'" (EL PAIS, 05/04/2006) cae en confundir -y me temo que no se trata de un error: que estamos ante un muy criticable 'acercar el ascua a su sardina'- el ansiado fin de toda probabilidad objetiva de uso de la violencia por parte de la banda terrorista -y criminal, no lo olvidemos- ETA con un mero, aunque importante y necesario como primer paso, rebaje de dicha probabilidad.

Verificar el alto el fuego permanente es condición sine qua non para proseguir, sí: pero no para iniciar ningún proceso político -y esto al margen de estar o no de acuerdo en que sea de recibo soslayar, superar y desbordar el Parlamento vaso: ya hablaremos de ello en otro momento-, sino para proseguir por un camino auditable que lleve a los componentes de la banda terrorista ETA a reintegrarse a aquel lugar de donde nunca debieron salir: la sociedad civil, la democracia.

Sólo después, cuando ni a través de procesos cuasi-mafiosos se coaccione al adversario político -y sí, pienso en situaciones tipo IRA: y lo siento por los que lo ponen como modelo ¡allá ellos!-, y si, y sólo si, alcanzamos el momento en que pueda darse por concluida toda probabilidad de violencia etarra -y es necesario advertir al Sr. 'lehendakari' Ibarretxe de que está muy, muy lejos- entonces podremos hablar sobre lo divino y lo humano, pues ya nadie pensará -o llegará a decir ¿les suena?- que "unos sacuden el nogal y otros recogen las nueces".

06/04/06

El haiku del ateo

No basta decirse ateo para serlo, como no basta decirse rubio, alto y con los ojos azules para serlo.

Por paradójico que pueda resultar (o así suena al decirlo) la religión atea existe: URSS, Cuba, China... ellos también creen en un dios: aquel que permite creer que la síntesis entre tesis y la antítesis siempre significa progreso.



Verbo creer,
Sólo sé declinarte
En negativo

PD.: Aunque nada como Mario Benedetti.

16/01/06

Hoy me toca recibir a mi...

Una de las reconvenciones más curiosas que me hago -y de la que soy constantemente consciente- es que sólo tengo ganas de hablar cuando tengo algo que decir... O sea, que cuando callo, no es que medite: es que no doy para más.

30/01/06

El romeojulietismo

Ante -o contra- el multiculturalismo, sólo cabe el romeojulietismo: osea, el interculturalismo de persona a persona, la zona donde se amestiza la gente. Aunque, no lo olvidemos, ahí saltan chispas: de las buenas y de las amargas, pero siempre valdrá la pena.

23/01/06

Vivir en las nubes

Posiblemente viva en las nubes. Es una posibilidad. Pero también es posible que no sea yo quien vive en las nubes.

Cuando J. L. R. Zapatero, presidente del Gobierno de España, va y dice, y lo dice con total conciencia -e impunidad, por lo que se ve-, que defenderá los intereses de los ciudadanos, de los consumidores y de España, respetando los tres niveles: me asusto. Los intereses de ese sujeto que por comodidad literaria, espero, llamamos España ¿no son los de los ciudadanos de España?, el españolito medio ¿tiene intereses divergentes en cuanto que ciudadano o en cuanto que consumidor? España ¿a qué o a quién representa cuando sus intereses no son los de los ciudadanos de España? ¿A los intereses de los que gobiernan las corporaciones-empresas? Y si son tres los niveles ¿qué nivel manda más? Obvio... Ustedes mismos pueden opinar sobre la respuesta más probable, dada esta peculiar forma de presentar los intereses.

Cuando H. Terstch, también con plena conciencia de su discurso, clama al cielo por las prisiones de Guantánamo y de Bagram ¿lo hace por la intrínseca maldad de éstas? No, por cierto. Teje sus argumentos con los mimbres de una moral utilitaria e instrumental: son malas por que su existencia "presta un terrible servicio al enemigo en su lucha contra [...] las democracias". Así que, obviamente, si no prestaran ese servicio al enemigo... o ¿por qué no? si la relación coste-beneficio fuera favorable... Ustedes mismos pueden rellenar los puntos suspensivos.

Cuando S. Naïr toca a rebato concienzudamente contra el "choque de civilizaciones" y a la vez alaba la opción del gobierno español por "el diálogo y la alianza de las civilizaciones", basa su manifestación en Montesquieu ('la libertad de uno termina donde comienza la de los demás'). Ufano él, no ve que es precisamente esa tesis la que da pie a una lucha por la definición de fronteras (mi libertad contra tu libertad: palmo que gano, o pierdo, palmo que pierdes, o ganas), lucha que lleva el germen del cada vez más probable, aunque aún no indefectiblemente determinado, choque de civilizaciones.

¿Y si cambiáramos ligeramente la máxima y dijéramos "la libertad de uno empieza donde empieza la de los demás y termina donde la de los demás termina"? Veríamos, entonces, que el problema de la libertad de expresión no está tanto en el significante (cómo se expresa la libertad de expresión) como en el significado (qué expresa la libertad de expresión): no existe libertad -ni capacidad- de pensamiento sin libertad de expresión... Ustedes mismos podrán opinar sobre en qué países existe libertad de pensamiento y en cuales no, y qué obvia relación existe entre las dos listas y la libertad de expresión.

O vivo en la nubes, o estas tres personas, dignas del máximo crédito en cuanto a sus capacidades intelectuales, están mediatizadas por no sé qué.

Realmente, no lo sé.

01/03/06

El signo de los tiempos

En un brevísimo plazo de tiempo dos personas, con una historia vital radicalmente divergente -lo único que tienen en común es conocerme-, han coincidido en una curiosa apreciación: la brevedad de nuestro paso por la vida.

Una de dichas personas, viejo y querido amigo desde hace más de treinta, afirmó, al poner en común nuestras últimas lecturas, que él ya sólo leía libros de ensayo, pues tenía la íntima sensación de ¿pérdida? de tiempo si dedicaba su capacidad lectora -grande, por otra parte- a las novelas: sin menospreciarlas, padecía de una mala conciencia, que un economista habría definido como resultado de un análisis del 'coste de oportunidad' entre utilizar una vía u otra para acceder a mayor conocimiento.

La segunda en lid, mi madre, me acaba de comentar la siempre dolorosa separación de una querida pareja, y el sabor entre amargo y agridulce que el saberlo le estaba provocando. Me decía, al cabo de contarme los hechos, que ahora las parejas duraban menos y que no pasaba mucho tiempo sin que alguien le diera razones de una nueva separación, mas no lo achacaba a nada sujeto a un supuesto relajamiento moral, sino a lo que, a su entender, distinguía claramente este nuestro tiempo de otros anteriores, y en particular el suyo: la conciencia de nuestra finitud; y aceptaba, al fin, que quien tomaba la opción de llevar adelante la separación no hacía sino defender su pequeña, ínfima, y en el fondo inapreciable estancia en la vida.

Seguramente mi amigo no hace ascos a una buena novela y seguramente antes de tomar la traumática decisión de la separación, las parejas se dan una y mil oportunidades, pero tanto mi amigo como mi madre, tan distantes en su tránsito por la vida, son conscientes del jánico signo de nuestro tiempo: la brevedad y la fragilidad de nuestra existencia.

23/01/06