07 mayo 2012

Antón Costas, pero sobre todo Piero Sraffa

Estoy leyendo diversos artículos y documentos sobre el concepto de decrecimiento.

El decrecimiento no significa mecánicamente producir menos de forma absoluta, sino producir menos bienes de consumo (digamos) materiales intensivos de tecnología (y de energía directa e indirecta, en la producción y en el uso) y producir más bienes de consumo inmateriales (cultura, servicios sociales, servicios públicos, educación, sanidad y salud, cultura, cultura y… cultura ...) intensivos en mano de obra y de menor consumo (y huella ecológica) de energía y de productos tecno-industriales.

Sólo este cambio de la estructura del PIB provocaría un incremento relativo del sueldo (en tanto que participación en el PIB), sin que ello obligara a un incremento absoluto del sueldo (que, por otro lado, también se puede incrementar: hay margen). Hay abundante literatura en este sentido.

Pero, en los términos actuales, esta nueva arquitectura del PIB es decrecimiento y así lo debemos entender: cambiar el coche por el autobús, el móvil de última generación para uno sin gadgets (y también el Mac que estoy utilizando para un ¿pc 8086 monocolor? evidentemente nadie está libre de contradicciones!) ... ir al teatro (es más caro, algo tendré que dejar de consumir: aviones, pagar a los futbolistas, ir a carrera de coches ...), servicios a la gente mayor (impuestos a los beneficios ya rentas altas: temas de venta difícil. ..), comer de lo que el entorno te da en la temporada. Extraña e inopinadamente, esto último –comer productos de temporada km 0- ayudaría a los países más pobres: su producción la deberían vender allí, y no aquí, razón por la cual los precios -impulsados ahora por nuestra capacidad adquisitiva- bajarían ... esto no es una tontería -aunque dicho suene muy reduccionista- hay literatura que desarrolla este punto: nuestros productos, financiados de manera nada sutil (léase las PAC de la UE y las desgravaciones a la exportación), inundan su mercado impidiendo que ellos puedan levantar una tejido agrícola, manfacturero e industrial alternativo, a la vez que nuestra capacidad adquisitiva hace que a ellos (pero sólo a los grandes propietarios) les sea más rentable vender aquí que allí... El decrecimiento no se producir menos, sino producir con una estructura del PIB diferente.

Por otro lado, cuando hablo de incrementar los sueldos, se trata de una reducción conceptual para utilizar pocas palabras y no la paráfrasis que exige la complejidad del tema: el sueldo sería la suma del propio sueldo dinerario, de los servicios básicos que recibimos, de la financiación de servicios no básicos y culturales: es decir, de la renta final total que recibo. Para mí es más importante (con límites, no hablo ni mucho menos de economías planificadas: bien saben mis amigos que soy más rawlsiano que habermasiano, que antes que preocuparme de que el árbol tape el bosque, me preocupa que ¡el bosque tape al árbol!) el sueldo social que el sueldo particular, ya que la monetarización de los servicios pone en bandeja la privatización de los mismos. El incremento de sueldo lo quiero entender como renta relativa, el aumento de la cual tanto se consigue por un cambio en la estructura del PIB (a muy largo plazo) como en una reducción de las rentas del capital, ya sea por incremento absoluto de los sueldos, ya sea por incremento de los impuestos...

Podemos traducir la vieja proclama comunista "de cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad" (“En una fase superior de la sociedad comunista, cuando haya desaparecido la subordinación esclavizadora de los individuos a la división del trabajo, y con ella, el contraste entre el trabajo intelectual y el trabajo manual; cuando el trabajo no sea solamente un medio de vida, sino la primera necesidad vital; cuando, con el desarrollo de los individuos en todos sus aspectos, crezcan también las fuerzas productivas y corran a chorro lleno los manantiales de la riqueza colectiva, sólo entonces podrá rebasarse totalmente el estrecho horizonte del derecho burgués y la sociedad podrá escribir en sus banderas: ¡De cada cual, según sus capacidades; a cada cual según sus necesidades!GLOSAS MARGINALES AL PROGRAMA DEL PARTIDO OBRERO ALEMAN, Abril y mayo de 1875, Karl Marx), y en lugar de reducirla a una economía planificada con asignación centralizada de recursos a las industrias y de bienes producidos en el ciudadano, la interpretamos a la luz de la fuerza de los impuestos como elemento regulador (incluso, revolucionario), podemos decir "de cada cual según su renta, a cada cual según su necesidad". De esta manera damos a las personas la posibilidad de que el mérito y el esfuerzo tengan recompensa (¡cuestión antropológicamente necesaria!), al tiempo que del incremento de productividad deducimos lo necesario para el estado del bienestar. Como, mutatis mutandis, dijo el presidente libidinoso ¡Subir impuestos es revolucionario, estúpido!

En la visión de la lucha de clases que tiene Piero Sraffa, este economista habla de sueldos relativos (el % de apropiación del excedente) y en su paradigma de sistema de producción no entra la producción de bienes de consumo (entendidos estos como los no necesarios para reproducir la estructura productiva) y esto quiere decir, y él así lo explica, que dentro del sueldo hay dos partes, una corresponde a la reproducción de la fuerza del trabajo, que en una sociedad madura requiere salud pública apropiada y educación de alto nivel para manejar la complejidad de una sociedad madura (si no tenemos cuidado de mantener ese nivel, la productividad caerá ... ¿a qué suena esta crítica?), y una segunda parte de apropiación del excedente, que si no se dedica a producir más, bien se puede dedicar a tener mejores servicios sociales y públicos: este es el quid de la teoría del decrecimiento: en lugar de producir bienes materiales, producir bienes inmateriales: servicios.



En la primera filmina de mi presentación he querido dejar constancia de la trampa de decir "hemos vivido por encima de nuestras posibilidades", cuando lo cierto es que han sido los beneficios empresariales los que han vivido (crecido) por encima de las posibilidades de la sociedad. ¿Por qué es una trampa?

Al bajar de forma relativa los sueldos, con el incremento que esto ha significado en la cuenta de ganancias, y siendo que nuestro PIB está estructurado en base al consumo del ciudadano (como mayoritariamente el de Europa en mayor o menor proporción, con la excepción de Alemania con su fuerte componente exportador –y a la vez, punto frágil de su economía-, y por otros motivos los países nórdicos por su PIB más basado en servicios que el del resto, clara muestra de la potencia de un PIB con un componente importante de servicios sociales), no hay que hacer muchas elucubraciones para ver que la bomba se ceba a sí misma: un exceso de liquidez y una necesidad de mantener el consumo, junto con un bajada de la participación relativa del sueldo fueron los componentes primeros y básicos para mantener el PIB creciendo en base a préstamos, y la forma de articular esta bomba fue la burbuja Inmobiliaria (en España, a pesar de que los sueldos han estado subiendo... Hace 30 años el Trabajo participaba en términos generales del 70% del PIB, hoy poco más del 50% del PIB. Esta caída, que en términos relativos es escandalosa, no cuadra con la realidad de la actual pauta de consumo de televisores, coches, móviles, propiedades ... En estos mismos 30 años el PIB en valor constante se ha más que duplicado, de forma que el actual 50% representa en valor constante (una vez deducida la inflación) una renta equivalente aproximadamente al 150% de la de hace 30 años: a pesar de todo, ganamos más que entonces. La actual renta del Capital, por su parte, equivale en valor constante aproximadamente a un 350% de la de entonces. ¿Ahora todo cuadra más, no? Como dice Joaquín Estefanía (El País,06/06/1911) estamos ante la revuelta de las elites. Rebelión hoy ya desaforada y sin contención).

Unos beneficios por encima de las propias capacidades de la sociedad (y no un consumo por encima de la propia capacidad) han sido, en mi opinión, el detonante en última instancia de esta situación de crisis económica financiera.

Bueno ... vuelvo a pedir disculpas y comprensión por mi palabrerío, a la vez que vuelvo a agradecer la amabilidad del lector que haya llegado hasta aquí: una lectura crítica es lo mejor que puede desear quien como yo se siente una lletraferit.

Una última cosa: una persona llamada Manuel al que juro que no le he pagado nada (je je je ...) resume la pregunta que hace tiempo que me hago: "¿De verdad mandan los mercados sobre los políticos o son los políticos los que usan a los mercados para imponer sus objetivos? Esa es la pregunta que se hace Rafael Granero en el vídeo que dejo a continuación, subido a Youtube por rgchulbi. Otro enfoque de la crisis que si queremos ser objetivos, deberemos meditar.". En mi opinión, y de la mano de Piero Sraffa y su concreción de la lucha de clases en la lucha por el excedente, los mercados son la herramienta de la derecha política, mientras que el estado es la herramienta de la izquierda política ...

To be continued?