28 febrero 2011

Visto y leído. De la Dehesa y los impuestos reales.

Leído en Negocios, El País, 2011/02/27:

“Consideran como remuneración solamente los salarios en efectivo, cuando en realidad los trabajadores reciben otras compensaciones, como son las aportaciones a la Seguridad Social, a pensiones, a sanidad y pago de impuestos que suelen formar parte de la remuneración total. En la UE, el salario efectivo es sólo la mitad del total cuando se tienen en cuenta estos últimos”

(http://elcomentario.tv/reggio/salarios-y-productividad-de-guillermo-de-la-dehesa-en-negocios-de-el-pais/27/02/2011/)

Se trata de un texto de ¿izquierdas? ¿derechas? Si leemos el resto del artículo, no nos cabrá duda alguna: de derechas. Cosa que, por otra parte, ni nos debe asombrar ni nos debe ofender: De la Dehesa defiendo lo que defiende: asesor internacional (para España) del banco estadounidense Goldman Sachs, consejero independiente del Banco Santander, reciente vocal de Amadeus, además de puestos áulicos en la compañía de bancaseguros Aviva Corporación, en Campofrío (desde 1997) y en la farmacéutica Ely Lilly.

Pero por la boca muere el pez.

Lo que sí es sorprendente es que De la Dehesa no se dé cuenta de que, si aceptamos su tesis como verdadera –y que yo defiendo como cierta y necesaria para entender de qué va esto de la economía productiva– resulta que el mundo del trabajo aporta a las arcas del Estado más del 50% de sus rentas ¡Más del 50% de las rentas del trabajo devienen impuestos directos –con diferentes denominaciones, sí e incluso algunos de ellos terminalistas, pero impuestos directos al fin y al cabo!

Aún más. Con esta tesis –que vuelvo a decir, comparto plenamente y es una visión radical y revolucionaria de la estructura de rentas en una sociedad– es fácil ver que cuando las patronales reclaman que bajen las contribuciones, obviamente no lo hacen con vistas a mejorar los salarios de los trabajadores ¡qué va! Lo hacen para apropiarse privadamente de los recursos públicos, con el lógico impacto negativo directo en la capacidad por parte de la Administración de cumplir con su deber de protección del más débil. A menor contribución en las cotizaciones, mayor merma en los servicios.

Señores del gobierno: hagan caso a De la Dehesa y pónganse en la labor de equiparar las contribuciones de las rentas del capital a las contribuciones de las rentas del trabajo: 50% para para la sociedad, 50% para los intereses particulares. Sin miedo: lo dice De la Dehesa.