28 diciembre 2007

La regla de reglas

Suscribo de pe a pa todo lo que dice José Antonio Martín Pallín ("Los jueces de la democracia", EL PAIS, 15/05/07), pero es una pequeña –aunque no muy pequeña– lástima que se pierda la oportunidad de reivindicar a un pensador de la talla de Kant.

Éste filósofo alemán postuló que por encima de todas las reglas hay una que no se puede enseñar: la regla de aplicar las reglas (concepto que vulgarmente reduciríamos a sentido común –o "seny", en catalán). Y esta no puede ser enseñada por la mera razón de que para ser aprendida necesitaría, ella misma, de una nueva regla que la subsumiese, y la nueva de otra, y otra... y así ad nausseam . Esta regla sólo se puede mostrar. Y sabemos que alguien dispone de ella por el uso que de ella hace: la implicación es de doble vía: si se tiene, se usa; si se usa, se tiene. Y si no se muestra (como hemos podido constatar en el Constitucional a cuento del triste caso de la recusación del magistrado Pérez Tremps, no compensado, por suerte, con la recusación del magistrado Rodríguez-Zapata), es que no se tiene y punto.

Kant, no obstante, no nos lo pone más fácil, y en esto aún estoy más de acuerdo con el magistrado emérito Martín Pallín, ya que ¿quién juzga que alguien dispone de la regla de reglas? Si una oposición cantada no es garantía, tampoco lo podrá ser una mera votación, por muy democrática y universal que ésta llegara a ser, pues un correcto procedimiento no es base suficiente –aunque sí necesaria– para la legitimidad del resultado.

No hay respuesta sencilla, aunque como nos ocurre ante la belleza, cuando la vemos, la reconocemos.

(15/05/07)

De la ética y el lenguaje

Ya sé que es meterme donde no me llaman, o lo que es peor, en camisa de once varas, pero abusaré de su gentileza para con otros blogs míos para pedirles un radical posicionamiento en el uso de ciertas palabras.

No utilicen en sus conversaciones bio-combustibles, son agrocombustibles (de bio, en su obvio y dado por sentado sentido positivo, nada de nada); no utilicen élite, utilicen elite (el castellano, como el catalán, el vasco o el gallego en su caso, úsenlo correcto: y no modifiquen, añadiéndola, el diccionario corrector); al hablar de países del tercer mundo, no utilicen de forma generalizada solidaridad, utilicen corresponsabilidad (la solidaridad sólo vale para lo contingente, y eso si se demuestra que en el resultado de su impacto accidental no hemos tenido nada que ver); al hablar del otro, no acepten la tolerancia, exijan la transigencia (aquélla la dona con gratuidad el que se dice y siente poderoso, ésta la negocia el que se sabe humano entre pares); cuando usen la palabra perspectiva, tengan cuidado: tan cierto es que el árbol no te deja ver el bosque como que el bosque no te deja ver el árbol; no utilicen cartel cuando quieran decir cártel (ya se que los que entienden les entienden, pero a los neófitos les sustraen un conocimiento básico).

Agradecido por su atención, aquí me despido hasta volver a verles otro día.

(26/09/07)

Oportunidades de negocio

2 de noviembre de 2007, "220 zonas muertas en el mar" (Sociedad, El País) por un exceso de fertilización provocada por la acción humana. Y va in crescendo: hace cinco años eran 150, hace 15 años, 68.
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14 de noviembre de 2007, "Una empresa de EE.UU. pretende fertilizar el agua marina" (Sociedad, El País). El director, un tal Russ George, afirma "que no puede predecir con total seguridad las consecuencias". Robert J. Díaz, del Instituto de Ciencia Marina de Virginia, Greenpeace y la ONU, sí. Y nadie puede parar a los que en los desastres sólo ven "oportunidades de negocio (privado, claro)".
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Genial.
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(14/11/07)
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Anomia y religión

Durkheim advirtió que el mercado, el exceso de oferta (clave para el capital) y las relaciones fabriles (en la sociedad de finales del XIX a inicios del XX) provocarían la anomia social (en tanto que desaparición de un determinado nomos o ley: la ley moral). Anomia determinada tanto por una sobreabundancia de la oferta de bienes de consumo (que sólo persiste en tanto que el capital infla artificialmente el deseo de consumo para su propio beneficio) como por una destrucción de las regulaciones sociales anteriores a la modernidad.

En este incisivo y certero análisis, cuya verdad está más allá de cualquier duda, se apoyan de alguna manera todas las teorías sobre la revitalización de las religiones y de las ofertas míticas estilo new age. Igualmente, Julián Casanova (EL PAÍS, 21-12-07) remite a una cierta crisis de la Modernidad Ilustrada ("... el descrédito de las utopías políticas") tal revitalización, convirtiendo tal reaparición en una suerte de recidiva, cuando no es más que síntoma -al que por su inapelable gravedad también deberemos tener en cuenta y tratar- de un mal estructural trágicamente más oneroso. La gravedad de lo que hoy acontece estriba en que la anomia ha dejado de ser un mero producto de una determinada cultura social y económica, como lo fue a inicios del siglo pasado, para pasar a ser la estrategia básica de una derivación de esa cultura (la cultura del llamado capitalismo impaciente, en palabras de Richard Sennet: desregulación es su leitmotiv, su concepto insignia) y que la utiliza para su violenta imposición urbi et orbi.

Ya no es que si actuamos de una determinada manera caeremos en la anomia, es que si no nos convertimos voluntariamente en anómicos seremos excluidos de la sociedad capitalista, de toda ella. La racionalidad de la Modernidad Ilustrada buscaba la autonomía (aquel que se dicta las leyes) del ser humano contra la heteronomía (aquel que se rige por leyes de otro) dictada por la Religión y el Mito. Hoy, y ante la contradicción que la racionalidad de la cultura del capitalismo impaciente genera en un ser social y político, como lo es la persona por naturaleza, por la doble imposibilidad de dejar de serlo y de poder habitar otra cultura, hay que estar extremadamente formado e instruido en el humanismo para no ser seducido por la religión o el mito.

Irónicamente, estudiar sólo ciencias nos puede arrojar en los brazos de los enemigos de la Modernidad.

(24/12/07)

Bali y la contaminación

Contaminación del aire, del agua, del silencio, de la oscuridad y, cómo no, del lenguaje.

Aprovechando los recientes artículos sobre la cumbre de Bali, y después de indagar un buen rato por internet (los datos sobre PIB, consumo energético y población existen, pero están dispersos), permítanme unos pocos números (pocos, de verdad, y de fácil aritmética) que nos permitirán separar eficiencia de eficacia, y eliminar, así, una de las múltiples contaminaciones que sufre nuestro ajetreado lenguaje.

Si tomamos la UE(25) como base del ratio gasto energético / unidad de PIB y lo igualamos a 1, veremos que en EEUU para producir cada unidad de PIB se consumen 1,6 de energía; en la India 3,5 y en la China se superan las 5 unidades. Pero dado que EEUU tiene un PIB 7 veces superior al de la China, ésta, en cómputos absolutos, sólo contamina la mitad que EEUU. Tal vez EEUU sea más eficaz que la UE(25), pero no es, ni de lejos, tan eficiente. Esta realidad –junto con otras realidades sociales– no la deberían obviar quien quiere importar a toda costa los eficaces (pero nada eficientes) métodos económicos, políticos y sociales estadounidenses.

De todo esto podría ser advertido C. Boyden Gray, representante de la administración estadounidense en Bali, de quien sin embargo algo podemos aprender: al negar cada opción radical apunta, precisamente, las únicas soluciones reales. Con todo, tal y como apunta Ana Gabriela Rojas en su excelente reportaje, es urgente (y más barato) transferir tecnología limpia libre de patentes a los países emergentes (BRIC e Indonesia). Claro que, según Boyden Gray, eso es poco menos que atentar contra la reconsagrada libertad de empresa...

Lo dicho, cada negación de la administración estadounidense marca perfectamente la diana a perseguir.

(13/12/07)

FILOSOFIA I PENSAMENT OCCIDENTAL DAVANT LA MANIPULACIÓ GENÈTICA

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(text de la conferència)

FILOSOFIA I PENSAMENT OCCIDENTAL

DAVANT LA MANIPULACIÓ GENÈTICA

(Rafael Granero Chulbi)