18 junio 2006

De lo epicúreo

La escuela epicúrea toma el nombre del fundador: Epicuro de Samos.

Su búsqueda de la felicidad se basaba en una vida de continuo placer. Pero no de continuos momentos puntuales de placer, como sería el caso si habláramos de los hedonistas, sino de un placer total, que debía incluir tanto al cuerpo como a la mente: tanto físico como intelectual.

Debemos entender que para esta escuela placer es más ausencia de dolor, de temor, de aflicciones, de penalidades, de pesares, es más sinónimo de no sufrimiento que búsqueda de aquello que, supuestamente, nos dé placer.

Veamos.

La guerra no podía ser un concepto moralmente aceptable por los epicúreos: era, más bien, el resumen y compendio de todo aquello que niega el placer.

El hambre tampoco podía ser considerado como algo aceptable, por lo que el ayuno voluntario, que no el necesario por razones médicas, tampoco era algo moralmente exigible.

El miedo no podía fundamentar la moral epicúrea, así que, de un plumazo, quedaba desterrado todo lo relacionado con dioses, religiones y amenazas con castigos más allá de la muerte.

Eran el sosiego, y no el ansía, el destino como elección y no el destino como tragedia, la razón y no la superchería, el conocimiento empírico y laico -incluso pagano- y no la escolástica, los ejes de aquella búsqueda de felicidad, de no-infelicidad.

La iglesia católica, allá en la lejana Edad Media, mando destruir todos los documentos relacionados con esta escuela, y así ocurrió en su gran mayoría.

Es obvio que una escuela que te enseña a no temer no es buena compañera de una sociedad que se basa en el temor (como cualquier sociedad, claro). Si no temes a dioses, destinos, si no te atas a lo que te pueda hacer daño (por lo que no te atas a cualquier placer: no a las drogas), si no comulgas con lo establecido, sino con la duda que fomenta el conocimiento... será el que detenta el poder el que te tema.

¿Qué hacer? Se preguntaban a la leniniana manera en aquellos negros años de la Edad Media: destruir, claro, cualquier oposición.

“Valle de lágrimas”, “la letra, con sangre entra”, “todo por la patria”, “compra hoy y paga mañana”...

El “movimiento epicúreo” ha sido subsumido dentro de la escuela hedonista, mostrándolo como si se tratara de una búsqueda del placer sin más, de lo placentero como fin y sin reparar en medios, cuando su objetivo era la felicidad y el placer era tan sólo la herramienta para preparar el camino. Preparar, que no transitar, pues el andar era responsabilidad del discípulo: era su opción y su destino (en tanto que elección, pues “destino” y “elección” son sinónimos en griego).

epicúreo, a. (R.A.E.)
(Del lat. epicurĕus).
1. adj. Que sigue la doctrina de Epicuro, filósofo ateniense del siglo IV a. C. U. t. c. s.
2. adj. Propio de este filósofo.
3. adj. Entregado a los placeres

Con lo que el Poder no pudo (curiosa paradoja), pudo el discurso del Poder.

06/03/06

No hay comentarios:

Publicar un comentario