07 agosto 2006

Antígona en el Prat

Como una nueva Antígona, los trabajadores del servicio en tierra de Iberia hicieron caso omiso de la ley y con su acto conmocionaron a la sociedad. Creonte, o sea: el gobierno del Estado, dictó una ley abstractamente racional - sobre la huelga-, pero que no se compadece con la inmediata realidad de unos trabajadores concretos. Y así, esos trabajadores, al igual que Antígona reclamó a Creonte, echan en cara al Estado que hay un ley inmutable que les mueve: la supervivencia. Con todo, las leyes deben ser cumplidas: la tragedia está servida.

Y así, nuestro Creonte de 2006, la administración socialista, antes que dejar de ser hombre -de estado-, antes que reconocer la cercanía familiar, pues Antígona era su sobrina carnal -los trabajadores, la razón de ser socialista-, se sabe rey y se reconoce deudor del imperio de la ley. La tragedia, una vez más, está servida. ¿Y nosotros? ¿Somos nosotros, el resto de la sociedad, el corifeo, que o bien calla o bien levanta acta de lo que ocurre? No: ni eso. Somos Ismene, hermana de Antígona, que anonadada por la realidad, balbucea y es incapaz de ser algo más que un cero a la izquierda.

Sófocles resuelve el nudo en clave de tragedia: Hemón, hijo de Creonte y amante de Antígona -¿una metáfora de la sociedad del bienestar y los trabajadores?- se da muerte a sí mismo, Antígona yace subyugada por una ley ¿injusta?, Ismene es ninguneada por la historia y Creonte, al fin, es derrotado por la realidad. La tragedia está resuelta ¡Ah!, por cierto, me olvidaba de los dirigentes y gobernantes de Aena e Iberia, epítomes de esa realidad. La pregunta sobre -para- ellos es: ¿hubieran salvaguardado algún interés de los trabajadores si estos, dentro o fuera de la ley, no hubieran actuado?. Ustedes mismos pueden responder, ellos lo hacen cada día con sus actos. Y no actúen como Ismene.

07/08/06