Ojalá. Pero no. El próximo 15-N se reunirán el G-20+1, y será, según las voces más enfáticas, para refundar el capitalismo. Otras voces más críticas y pragmáticas se han levantado para atemperar los ánimos y aconsejar a los ciudadanos una prudente distancia de cualquier esperanza irreal. En todas esas palabras –si cabe, incluso más en las críticas– he echado en falta algo. Los líderes del G-20+1 han sido fríos (cuando no mudos) sobre un concepto que, al menos, nos suena a todos los mortales y que hubiéramos agradecido mucho (a la vez que habría marcado un hito de confianza) su inclusión en los discursos saca-pecho de nuestros líderes: los paraísos fiscales. Quiero decir: su exclusión del nuevo paradigma financiero que dicen querer levantar. Si ustedes, usuarios de www.elpais.com, buscan "paraísos fiscales" en el último año, sólo encontrarán una voz de renombre (Vidal-Beneyto, Bomberos pirómanos, 11-10-08) que aboga directamente por su clausura. Muy lejos –en cuanto a exigencia– encontrarán a París y Berlín que sólo piden "estrecharles un poco más el cerco". Y aún más grave es que nadie, pero nadie: ni líderes ni críticos (otra vez con la generosa excepción de Vidal-Beneyto, ibídem), haya hablado de la tasa Tobin (por James Tobin, Nobel de Economía 1981): un humilde 0,5% sobre las transacciones financieras internacionales.
A las numerosas y bien argumentadas firmas que desde una izquierda socialdemócrata han criticado el discurso de refundación, les critico, a su vez, que no hayan enarbolado con firmeza estas dos banderas: la tasa Tobin y la ilegalización de los paraísos fiscales ¿Estarían ahora dispuestos a plantearlo? A los líderes, y sobre todo al nuestro, les pido que no corran sólo a hacerse la foto, que valoren esos dos objetivos, pues aunque parezcan humildes comparados con la prosopopeya de un discurso sobre la refundación del capitalismo, ya sabrán por lo mucho que otros callan lo importantes que son ¿Se avendrán a la humildad del trabajo artesano bien facturado? Ojalá. Ojalá.
11/11/2008
El magistrado emérito Martín Pallín nos somete a consideración una cuestión poco tenida en cuenta, a mi parecer, en el análisis de la abstención vasca: el deber de no exigencia de heroicidad a los no nacionalistas que viven en el País Vasco, su derecho a no manifestarse por temor a ser asesinados. A no significarse, bajo pena de quedar marcados.
La (mal) llamada izquierda abertzale quiere que toda la abstención sea abonada a su cuenta. Pues no, señores, no. Aunque los estudios empíricos de la abstención la enmarquen en el seguidismo del entorno etarra, parte importante de esta abstención puede ser cargada a la (mal) llamada izquierda abertzale. O tiene que ser cargada: hasta aquí tenemos que exigir el derecho a no significarse: el derecho de los no nacionalistas a no explicar el por qué de su abstención.
No niego con esto que los que siguen a la (mal) llamada izquierda abertzale sean una parte significativa de la abstención, sino que el diferencial con la resta de España tiene que tener en cuenta también (y también significativamente) el miedo a ser marcado por un círculo cruzado. A ser marcado por los colaboradores de los asesinos etarras.
Saludos.
Postdata: la cita, tan bien traída por el Sr. Martín Pallín, no es de Bertolt Brecht, corresponde al poeta y pastor luterano alemán Martin Niemoller.
(15/03/08)