01 diciembre 2011

Crédito y deuda

Los “seis grandes” se unen para insuflar más dinero en el sistema crediticio, para alegría de unos y menosprecio de otros.

Ya ni pregunto de dónde sale ese dinero, pues si no es magia y si los bancos no tienen dinero y si las empresas están secas, entonces es que acaba saliendo de los ciudadanos. Pero incluso obviando la fuente última de ese dinero, lo que me asombra es que ningún economista, político, analista o intelectual se esté planteando si la causa de no dar con la solución responde sencillamente a no dar con el problema

En mi opinión, inyectar más dinero al sistema crediticio para que éste lo preste a la sociedad (empresas y ciudadanos) provocará aritmética e ineludiblemente un aumento la deuda privada, deuda que deberemos devolver los ciudadanos con cargo a nuestros ya magros sueldos, y las empresas, si quieren mantener el nivel de beneficios, traspasando los costes de la financiación a los precios, aumentándolos, o a los salarios, moderándolos -eufemismo de rebajando(nos)los-.

Me disculparán los economistas, políticos, analistas o intelectuales aludidos pero, también en mi opinión, el problema de falta de soluciones que padecemos pasa por que no ven que la raíz de la actual crisis está en la inmoderación de los beneficios (suma de los de la economía real y los de la economía financiera, especulativa o no) realizada con cargo a los salarios de los trabajadores por cuenta ajena o autónomos, con lo que en atención a lo que dice el catedrático en economía Antón Costas (“Cualquier manual de iniciación a la macroeconomía le dirá que sin gasto la economía de mercado no funciona. El gasto de una persona o de un sector económico es el ingreso de otra. Si nadie gasta, la renta del conjunto de la economía se hunde. Y eso es lo que está ocurriendo.”, El País, 06/Nov/2011) la solución ni pasa ni pasará por más crédito, sino por más salarios con cargo a beneficios, lo que permitirá adquirir los bienes y servicios ofertados, y así poner en marcha la máquina económica.

En particular, y para empezar, la solución pasa por la eliminación de la economía financiera especulativa. Sólo es cuestión de reglamentación.

No es fácil, cierto, pero que no nos engañen -ni se engañen- más, por favor: para encontrar la solución, primero hay que dar con el problema.