21 agosto 2007

Ponerse en el lugar del otro. Abrirse al otro.

Al amparo de “salirse de sí mismo”, se suelen confundir esas frases con “verse a sí como otro”. Y no significan lo mismo.

Si nos ponemos en el lugar del otro ¿Qué lugar le queda al otro? Una universalización cosmopolita de nuestra postura ¿Qué espacio deja al otro, a su alteridad?

Al ponernos en el lugar del otro, al intentar ser cosmopolitas, impulsamos –aún sin querer: como efecto colateral indeseado, pero ineludible– la deshumanización de lo diferente, pues no dejamos margen para lo extraño: en el límite de esa razón práctica, de ese qué hacer –que es donde la moral y la ética se demuestran–, si no se es cosmopolita, no se es... humano.

“Abrirse al otro” es la otra cara de la misma moneda: negamos su alteridad al exigirle comunidad. El ahogo de lo extraño contenido en ese abrirse-al-otro tampoco tiene nada que ver con verse-a-sí-como-otro. O eso, o caemos en una actitud auto-inmune, de raíz relativista, que nada bueno puede depararnos como individuos concretos y pacientes.

“Salirse de sí mismo”, en tanto que actuación no invasiva ni impositiva (por lo tanto, y en tanto haya relación, ésta deberá ser transaccional) sólo puede ser traducido en verse-a-sí-como-otro. No verse-a-sí-desde-el-otro. El “desde” es propio de quien, desde su superioridad etnocéntrica de antropólogo, cree conocer el juego del “otro”.

El proceso de extrañamiento que contiene salirse-de-sí-mismo, del todo imposible física y biológicamente, sólo puede entenderse como metáfora de renunciar a una –nuestra– verdad fija e inamovible para poder enfrentarnos, mirándonos introspectivamente con la capacidad crítica con que miraríamos a otro: verse-a-sí-como-otro, con nuestras más enraizadas afirmaciones, para conseguir reconocer, sin renunciar a ellas (en modo alguno se debe confundir la crítica, la duda metódica con la relativización: la ablación del clítoris es un crimen aquí y ahora y en todo el mundo y en toda la historia, sin remisión posible de su maldad, premeditación y alevosía), que la historia de las ideas no ha llegado a su fin con nosotros, que la historia no se ha acabado... y que con la necesaria humildad debemos saber que otros vendrán y tontos nos harán.

21/08/2007