27 diciembre 2006

La flauta de Pan

En octubre pasado, en una columna de EL PAIS referida a la corrupción pública y privada de los affaires inmobiliarios, apareció la palabra "pánico".

En ella, el periodista no queria utilizar el sentido habitual de miedo paralizante, de terror cerval, que usualmente se le asocia, sino que lo que quería era inducir a los malvados un temor que les hiciera huir: a enemigo que huye, puente de plata, según reza el viejo dicho.

Lo que no sabía el periodista es quan cerca del blanco estaba su dardo, aunque él no fuera consciente del hecho...

Pánico.

Su etimologia deriva del nombre del dios Pan, la deidad griega del mediodía, heraldo de Apolo. Y si los humanos temían a Apolo, cuya belleza y donosura dejaba literalmente ciegos, el pequeño Pan les causaba... pánico. Y les causaba ese terror paralizante porque nada se podía esconder a la dura y penetrante luz del mediodía, nada quedaba fuera del acecho del terrible juez de Apolo.

Pan, el diocesillo, se aprovechaba de la refulgencia de Apolo, cuya luz inunda el mundo todos los mediodías, para escudriñar hasta los màs remotos lugares, hasta las más oscuras dependencias, hasta los rincones más protegidos del alma, y con desdén y sin asomo alguno de piedad, hacía sonar su flauta cada vez que descubría un culpable. Así deberíamos querer a nuestros culpables de la cosa del ladrillo, con pánico cerval, paralizados por el inclemente sol del mediodia, con todas sus verguenzas asomadas a su brillante y esclarecedora luz. Y que nuestro diocesillo Pan les silbe para que la apolínea Justicia (sí, esta vez me doy el gusto de escribirla con letra capital) dé buena cuenta de ellos, de todos ellos, y que esta vez den con sus huesos en la cárcel.

18/12/06

La natalidad y la dificultad de su por qué

¿Por qué la natalidad baja, pero no llega a cero?

Si hoy vivimos mejor que hace 100 años y mejor que hace 50, ¿por qué la natalidad baja? Y lo que puede ser más ininteligible, ya que baja, ¿por qué no baja hasta cero?.


Propuesta: a cada contestación que se le de a la última pregunta, pregúntese ¿Por qué?

Tiempo para la solución: si antes de llegar a la quinta respuesta le entran ganas de suicidarse, no haga caso, ocurre que ha escogido el atajo y eso siempre da problemas, vuelva al inicio e intente otro camino de por qués; si antes de llegar a la quinta respuesta ya cree haber dado con la solución, haga caso omiso, ocurre que ha hecho trampas (¡como es usted! ¡hay que ver!) y se ha ido por peteneras, vuelva al inicio e intente otro camino de por qués.

11/12/06

04 diciembre 2006

Yo, Gran Simio, acuso...

Es difícil decir más en menos ("La causa del hombre", Víctor Gómez Pin, catedrático de la UAB, EL PAIS, 09/10/2006: ver artículo): "[el ser humano], entre otras cosas, tiene la exclusiva de la preocupación general por la naturaleza (especies animales comprendidas) ".

Y aquí se acaba todo. Ni derechos de los Grandes Simios, ni de los pequeños simios, ni de los no simios, ni de nada que no sea el ser humano ¡Pero qué dice usted! ¡Pobres animales! ¡Qué horror!

¿Qué horror? Vayamos por partes.

Primera parte ¿cómo algo puede tener derechos y no poder ejercerlos ni en el presente ni en un previsible futuro? ¿cómo puede ser así y, sin embargo, afirmar que se actúa con ética?

Dejando a un lado, como deja V. Gómez, los humanos y los Derechos Humanos, pues estamos hablando del resto de la Naturaleza, difícilmente alguien puede imaginarse que ni siquiera el más inteligente de los grandes simios pueda asumir su propia defensa, o delegarla razonadamente a su abogado –que no tutor–, ante un juez o un jurado o un hombre de paz. Así que habrá que ir dando la razón a V. Gómez e ir pensado en convertir los Derechos de los Grandes Simios (DGS) en los Deberes Para con los Grandes Simios (DPGS).

Y aunque el 95% de los escrito a favor de los DGS fuera válido, tan sólo el hecho de intitularlo como DPGS favorecería la impregnación general del texto de un sentido distinto: nuestra responsabilidad ética y moral derivada de la necesaria y " exclusiva [...] preocupación general por la naturaleza (especies animales comprendidas)", a la vez que, segunda parte, huiríamos de antropomorfizar a la Naturaleza al asignarle algo que en sí nunca debiera abandonar el ámbito del ser humano: Los Derechos Universales de la Persona (No se queden sólo con esta frase de V. Gómez, el resto del artículo –la enorme mentira de la inteligencia artificial, la falacia mecanicista de cierta genética, el error ético de un excéntrico supra humanismo...– no tiene ni un gramo de grasa: todo es puro músculo).

Tercera y última parte: ¿se imaginan ustedes que tan sólo cumpliéramos con no molestar a la naturaleza, fuera de lo que de ella necesitemos para alimentarnos y protegernos? Tan sólo eso: casi imposible. Y sin embargo no es su derecho, es nuestro deber.

04/12/06

Vaya con la cadena transitiva...

El terror de ETA acogotó a los de Terra Lliure: Hipercor les dejó sin argumentos, ¿cómo matar más en una sociedad, la catalana, que superó el terror de 21 muertos en un día?.

El terror de Al Qaeda ha acogotado a los de ETA: Atocha les redujo a tristillos terroristillas (eso sí: aún letales), ¿cómo matar más en una sociedad, la española, que superó el terror de 192 muertos en un día?.

¿Qué terror será necesario para acogotar a Al Qaeda?

¿Nos empezamos a acojonar?

27/11/06

03 diciembre 2006

Un experimento mental sensible

Imaginemos un espacio donde sólo hubieran dos materias productivas, la A y la B, y que de las dos se dispusiera de similar cantidad y además estuvieran repartidas bastante homogéneamente por todo el territorio.

Las dos son necesarias para producir mercancías. Una de ellas, pongamos la A, tiene esta curiosa propiedad: tanto si ponemos más cantidad como si ponemos menos cantidad -aunque con un límite inferior dado- que de B, el impacto en la producción total es poco perceptible: apenas se incrementa o decrementa el resultado final. De la otra, en cambio, un incremento o decremento de la misma impacta casi en el mismo orden en el total de la mercancía producida.

Está claro que, aún siendo las dos imprescindibles, la materia B es mas necesaria -visión objetiva- que la materia A, lo cual no sólo no preserva a nadire de la codicia por poseer B, sino que la estimula, y a pesar de existir por partes iguales, vuelve a la materia B más valiosa -visión subjetiva-.

Como corolario puede deducirse que la materia A, como sobrante que es, puede ser dedicada a otros menesteres, aunque no sean productivos o incluso sean autodestructivos (de materia A, claro).

Sigamos con el experimento mental.

El ecosistema de este territorio es tal que, al final de cada ciclo productivo, volvemos a tener prácticamente las mismas cantidades de materia prima A y B.

En un sistema de apropiación y de acumulación, como es el capitalista -donde ¡no lo olvidemos! vivimos- la lógica impecable y racional es apropiarse, ciclo tras ciclo, de la máxima cantidad posible de la materia prima B, lo que permite al capitalista alcanzar el objetivo de maximizar el control de los procesos de producción de mercancías. Y de paso, y si puedo, pues destruyo la materia B del contrario (y si en ello desaparece parte de la A, ningún problema, ya sabemos que hay de sobra).

De hecho, y si lo pensamos al revés, todo sistema que actuara de este modo (apropiación y acumulación para el control de la producción) sería capitalista, aunque nominalmente se le diera otra titulación.

Pero dije que era un experimento sensible. O sea, un experimento sobre material sensible.

Sean A los hombres, B las mujeres y la humanidad entera la mercancía producida... y apliquemos el experimento.

Me temo que librarse, lo que se dice librarse de la lógica capitalista, ni los primitivos cavernarios (el llamado comunismo primitivo), ni los legendarios hombres azules del Sahara (la llamada democracia militar -¡pregúntadle a Ibn Jaldun!-), ni los socialdemócratas escandinavos (a pesar de sus esfuerzos)... han conseguido librarse.

Para nuestra desesperación, en el mundo entero de los mamíferos, sólo los bonobos han conseguido librarse de la cultura capitalista.

Así que arrastraremos, y arrostraremos, y ya que no con dignidad, si que con humildad, nuestra podredumbre innata.

20/11/06