07 agosto 2022

Bajar precios, mejor que subir impuestos









 

Fuente: artículo propio en Nueva Tribuna, 6 de agosto de 2022

Sobre lo que ya ¿todo está dicho?

"Los filósofos, hasta el momento, no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, ahora de lo que se trata es de transformarlo." (Tesis sobre Feuerbach, Karl Marx, 1845)

A lo largo del mes de julio del presente año, 2022, y a poco que nos moviera cierto interés, hemos podido leer no menos de una veintena de buenos estudios, análisis y reflexiones sobre la inflación, y con la que está cayendo no es para menos tamaña inflación de artículos sobre la inflación, valga la doble redundancia. Decenas de firmas potentes en diversos medios (Sin Permiso, Nueva Tribuna, El País, El Diario, Público, Agenda Pública y blogs especializados, ver Hemeroteca y Webgrafía) se han esforzado en poner negro sobre blanco su interpretación de qué es, qué causa y qué puede remediar la inflación. Así que ¿Ya está todo dicho?

 

Lo que dicen

Estamos ante una inflación debida a la crisis de oferta y la solución es blanca y en botella: restaurar lo antes posible los suministros” (Mora Plaza, Nueva Tribuna, 01/08/2022)

Una parte sustantiva de los artículos (normalmente representando la opinión de las firmas, aunque a veces haciéndose eco de opiniones de terceros) apoyan la tesis de que la causa es una contracción de la oferta, choque que derivan de diversas causas: desglobalización con motivo de la pandemia y consiguiente rotura de la cadena de suministros, la crisis climática, contracción de las fuentes por el peak everything, invasión rusa de Ucrania (por sus siglas, JG, AA, MS, MR, EP; NR, M’s, AG, ME, APdV, AMP, JB), contra unos pocos que motivan la inflación (con la misma salvedad citada) en una alza de la demanda, derivada de la liberación de los ahorros, de la presión salarial por la recuperación económica tras la pandemia o de la maduración de la estrategia de dinero gratis (AT, SP, NC, CL, JLA).

Solo una firma, JCD, aboga claramente por la tesis monetarista.

Y tres firmas centran su reflexión en los beneficios empresariales como atizador de la inflación (PLA, IW y CCOO, y de forma indirecta, ME, relacionando a posteriori política de rentas con aumento de beneficios).

Lo que realmente dicen

Si obviamos las firmas que podríamos tildar de “derechas”, tipo Cristine Lagarde o José Carlos Díez, o aquellas de alguna manera seguidoras del “mainstream económico”, como Adam Tooze, José Luís Aranda o Nadia Calviño, el resto de artículos, reflexiones y ensayos pertenecen a una franja del pensamiento que podemos tildar como ajena o muy ajena a la filosofía liberal o neoliberal.

Por ello matizamos y pedimos que más que quedarnos con lo que dicen (y dejando al margen las reflexiones de Isabella Weber, CCOO y Pedro Luís Angosto, a las que volveremos más tarde), se haga necesario entender lo que realmente dicen. Y es sorprendente lo que realmente dicen.

Y tildamos de sorpresivo porque, aunque parezca chocante, están utilizando la teoría liberal, y en concreto las leyes de la oferta y la demanda y la de formación de los precios, para explicar la inflación. Tanto da que pongan el peso en el lado de la oferta o hagan recaer la carga en el lado de la demanda, pues en los dos casos acaban justificando –abonando la explicación de- que la inflación se da exclusivamente por un desajuste entre la oferta y la demanda.

Pero, tal y como desvela Isabella Weber a Paolo Gerbaudo en Agenda Pública, si “las señales de precios no lograron ajustar demanda y oferta” es que tal vez los precios, o sea, su incremento nada tenía que ver con ajustar esas famosas curvas de la teoría económica liberal, las de la oferta y la demanda, sino con otra importante razón, ya que, “sin embargo, se pasa por alto en gran medida un factor crítico que está elevando los precios: una explosión en las ganancias” (Isabella Weber, The Guardian, 29/12/2021, la negrita es nuestra). Obviar la reflexión de Weber, y olvidar el papel de los beneficios en la fijación de precios, nos lleva a caer en la trampa del modelo económico estándar.

En un artículo anterior en Nueva Tribuna, que versaba sobre las mentiras vertidas con respecto a la inflación, ya pudimos demostrar “de la mano de los profesores Juan Torres (Econofakes, Deusto, 2021, pág. 24 y 31) y Joaquim Vergés (Economía del mundo real, Pirámide, 2019, pág 128-129), que sostener que la ley de la oferta y la demanda y la ley de formación de los precios sean leyes fatales de inexcusable cumplimiento son absolutas mistificaciones y un tremendo mito.” (https://tinyurl.com/MitoInflacion-NT), y a estos dos profesores nos remitimos para negar la mayor al grueso de los artículos y ensayos mencionados (aquellos que enuncian como causa o bien la oferta o bien la demanda –incluyendo en este último concepto a los monetaristas). Aquello que hay detrás de la inflación no se trata ni de un choque en la oferta ni de un aumento de la demanda. Ni de lejos.

Dos trampas liberales

Si la economía que se enseña y lee no es realista, las conclusiones que se saquen para situaciones concretas y los diagnósticos de tal o cual situación económica que desde gobiernos o instituciones económicas elaboren los profesionales de la economía con esos esquemas conceptuales corren el riesgo de ser diagnósticos equivocados o desenfocados. Y como consecuencia las medidas de política económica que se basen en ellos pueden ser poco útiles, si no contraproducentes.” (Vergès, ob cit, pág 129, la negrita es nuestra)

El hecho de que nuestros intelectuales -incluyendo los más alejados de veleidades liberales o incluso aquellos que se autoidentifican como críticos en la línea de Sraffa- aboguen por explicaciones basadas en la muy liberal (pseudo)ley de la oferta y demanda conlleva dos peligros.

El primero y más obvio: si no aciertas con el diagnóstico, como nos recuerda Vergès, será imposible que atines con la solución, ni con una coyuntural a corto plazo ni aún menos con una estructural a largo plazo. Ciertamente en alguno de los artículos se promueve alguna solución válida, como por ejemplo sugerir ante el choque de oferta el control de precios, pero si no lo motiva, establecerá una especie de non sequitur entre problema y solución, que, como veremos al explorar el segundo peligro, le desautorizará ante la opinión pública y perderá el mordiente estratégico que, como solución válida, pudiera tener.

Si las personas definen las situaciones como reales, éstas son reales en sus consecuencias” (W.I. Thomas, sociólogo, The child in America: Behavior problems and programs (1928))

El segundo peligro, pero que cumple aquello de “last, but not least”, se da porque, al dar los nuestros pábulo al modelo económico estándar hegemónico -el liberal- por usar sus leyes para explicar la inflación, dejan al público desarmado ante las explicaciones de corte naturalista (“es lo que hay”, “es una ley y hay que aceptarla”, “no hay alternativa a la realidad”…) con que nos bombardean los defensores del modelo económico estándar. Y cuando la ciudadanía toma por real lo que es una mistificación (la ley de la oferta y la demanda), vemos que se cumple el Teorema de Thomas, y se termina por aceptar como inapelables las consecuencias, que sí son reales: la subida de precios, la bajada de poder adquisitivo, como algo independiente, mecánico y ajeno a la voluntad del Capital.

En palabras llanas, estamos ante una profecía autocumplida, y al no poder el ciudadano oponerse mental y racionalmente por falta de herramientas teóricas alternativas, se da una especie de asentimiento de la inevitabilidad de esas falsas leyes, y de su corolario: la inflación. Y aunque nos desgañitemos por la pérdida de poder adquisitivo, nos veremos totalmente faltos de argumentos económicos alternativos para contrarrestar el alud de objeciones que los académicos de la derecha económica y política levantarán ante cualquier conato de crítica.

Una tercera, y real, explicación.

Los beneficios empresariales son casi los únicos responsables del alza de los precios desde finales del año pasado.” (Gab. Económico Confederal de CCOO, Nueva Tribuna, 12/07/2022)

Es decir, los trabajadores pierden lo que no reciben, los accionistas acumulan.” (Miren Etxezarreta, Público, 12/07/2022)

Y el responsable sólo tiene un nombre, se llama Mercado, esa cosa que sólo se rige por la norma de maximizar beneficios como sea y a costa de lo que sea.” (Pedro Luis Angosto, Nueva Tribuna, 06/07/2022)

“Se pasa por alto en gran medida un factor crítico que está elevando los precios: una explosión en las ganancias” (Isabella Weber, The Guardian, 29/12/2021) (las negrita son nuestras).

Si la inflación no responde a la ley de oferta y demanda, ¿qué es la inflación, así pues? Como resumen de lo apuntado por CCOO, Etxezarreta, Angosto y Weber, ya podemos responder sin dudas que la inflación, es decir la fijación de precios al alza, es la herramienta que tiene el Capital para, a través de la pérdida del poder adquisitivo de los haberes salariales, extraer rentas de la sociedad en su propio beneficio (desarrollado en un artículo de Nueva Tribuna: https://tinyurl.com/MitoInflacion-NT), o en mejores palabras, en las del profesor Torres, “lo que realmente hay que tomar en consideración para descubrir cómo se fijan realmente los precios de los bienes y servicios y qué consecuencias tiene eso, [es] el poder muy desigual de negociación y decisión, dentro y fuera de los mercados, de los sujetos, las organizaciones y las instituciones sociales” (Torres, ob cit, pág 31, la negrita es nuestra).

Aquello que hay detrás de la inflación es la pura y dura lucha por la apropiación del excedente. Aquello que hay detrás de la inflación son los beneficios del Capital ganando la batalla a los salarios directos e indirectos. Y contra más fuerte sea el oponente, contra más débil sea nuestra posición tanto menos poder tendremos en esa “muy desigual” negociación cuyo resultado, al margen de espurias curvas ofertas y demandas, sí que determinará los precios relativos.

Precios relativos, decimos. Pues como veremos más tarde, no es tanto un incremento absoluto de precios lo que nos debe preocupar, sino el relativo: si los precios suben un 10%, pero el monto de salarios e impuestos suben un 20%, entonces la capacidad adquisitiva habrá crecido un 8,3%, habrá inflación, sí, pero no pérdida de poder adquisitivo. Sobre ello volveremos más tarde.

Y después de pensar, actuar

“Actuar es fácil, pensar es difícil; actuar según se piensa es aún más difícil” (Goethe)

¿Qué hacer? Aumentar la oferta; a favor están MR, M’s, ME, APdV, AMP. Control de la demanda; por ello abogan SP, AG, NC, JB, CL, JCD, JLA. Decrecimiento; sostiene EP. Controlar precios; en este sentido se posicionan CCOO, MS, MR, ME, IW.

Dejaremos al margen los remedios que se centran en cuadrar la oferta con la demanda, porque, siguiendo al profesor Vergès, “las medidas de las políticas económicas que se basen en ellos pueden ser poco útiles, si no contraproducentes” (ob.cit). Igualmente, pero no por ser falsa, sino por ser una estrategia poco realista aquí y ahora, no abordaremos una solución basada en el decrecimiento.

El quid está en controlar los precios, ciertamente. Aunque no tanto en el sentido de intervenir sobre los precios absolutos, tal y como plantean los defensores de controlar los precios, como en el de actuar sobre los relativos. Pero, esto, controlar los precios relativos ¿qué quiere decir?

Aquí, una vez más, debemos llamar en nuestra ayuda a Sraffa y sus teorías del valor y de la distribución (para mayor profundidad, nos remitimos a nuestro artículo en Nueva Tribuna sobre la diferenciación del salario en salario de reposición (ex-ante) y excedente (ex-post) en Sraffa, https://tinyurl.com/SalarioEnSraffa-NT), pues, como Martínez Alier recuerda, su “objetivo es precisamente el de mostrar que los precios dependen de la distribución del ingreso (entre salarios y ganancias)”.

No es tanto subir los impuestos, sino bajar los precios. Que es lo mismo, pero no es igual.

Pero, en cualquier caso, los controles de precios no son la solución del problema a largo plazo, tan sólo una medida para ganar tiempo.” (Isabella Weber, Agenda Pública, 30/07/2022)

Las ayudas temporales implementadas por el gobierno de coalición en el sentido de control de precios, como la bonificación de 20 céntimos por litro, la gratuidad total o parcial de cierto transporte público, el desacoplamiento del coste de la electricidad del precio del gas, así como aplicar impuestos extraordinarios en determinadas industrias… son acciones necesarias, pero no suficientes, ni tampoco, como advierte Weber, son solución a largo plazo. Pero son necesarias y por ello bienvenidas.

Si aceptamos que son los beneficios la causa de la inflación, como plantean CCOO, Weber, Angosto y Etxezarreta, necesitamos de la teoría de Sraffa para argumentarlo desde una posición sólida.

Sraffa, como clave de bóveda de su teoría de la distribución expuesta en su libro Producción de mercancías por medio de mercancías, demuestra la imposibilidad de determinar los precios antes o al margen de determinar cómo se reparte el excedente entre Capital (beneficios) y Trabajo (salario excedente, ex-post). Muestra, a través de un potente aparato econométrico, que los precios son tanto herramienta (acción) como resultado (efecto) de la lucha por la apropiación del excedente. Y lo hace desarrollando, a su vez, las bases para una crítica total al marginalismo, es decir, una crítica al modelo económico estándar: si los precios determinan y son determinados por los beneficios, las curvas de oferta y demanda poco tienen que ver, y buscar las soluciones pensando en un supuesto desajuste entre ellas nos impedirá dar con propuestas viables a largo plazo.

Sraffa “matematiza” esta lucha por la apropiación del excedente (verdadera y real lucha de clases, la del Capital y la del Salario, ver apartado 1 y nota 10 en https://tinyurl.com/SalarioEnSraffa-NT) en su famosa ecuación

r = R · (1 – w) (ver desarrollo de la formulación en la nota 6 en https://tinyurl.com/SalarioEnSraffa-NT)

donde “r” es la tasa de beneficio del Capital, “R”  es la productividad del sistema y “w” la capacidad del Salario de quedarse con parte del excedente (que incluye sumar al salario excedente directo los impuestos como redistribución de la renta). Y esta ecuación es la que nos permite hablar de la importancia del concepto de precios relativos: lo que nos debe importar es cómo podemos aumentar la capacidad de apropiarnos del excedente (“w”), que necesariamente ocurrirá en detrimento de  la capacidad del Capital (“r”).

Armar, teórica y prácticamente, a la ciudadanía

Enviar a la ciudadanía a pelo a intentar quitarles las armas al Capital no es buena idea, pues ¿Cómo quitarles los fusiles, mientras nos disparan con ellos?

Como bien dice Weber, las medidas cortoplacistas son necesarias para ganar tiempo. Pero lo siguiente es tener claro para qué queremos y debemos ganar tiempo.

La derecha, cuando ha tenido el poder político, se ha esmerado en quitar en la práctica las armas políticas necesarias para luchar por el excedente, con el resultado de una bajada constante del poder adquisitivo de la clase asalariada (cómo no ha reventado el sistema a pesar de esa sostenida pérdida de las rentas salariales está argumentado en el artículo de Nueva Tribuna https://tinyurl.com/BeneficioYDeuda-NT).

La izquierda, asumiendo el modelo económico estándar, al dar crédito a que la causa de la inflación es un desajuste entre la oferta y la demanda, y no el resultado de “el poder muy desigual de negociación y decisión, dentro y fuera de los mercados” (ob.cit), no ha dado ninguna oportunidad para armar teóricamente a la ciudadanía. Y en ambos frentes debemos trabajar: en la teoría y en la práctica.

En la teoría, influyendo en los centros de pensamiento económico académico, político y sindical, mostrándoles teorías críticas alternativas al mainstream hegemónico que hoy lidera la ciencia económica: “Educar al educador”, según la muy acertada expresión de Gramsci, referida por Herrera Zgaib, como singular instrumento para dar la batalla por la hegemonía ideológica.

En la práctica, leyes, como la reforma laboral aprobada a instancias del gobierno de coalición, son necesarias: ahí hay un filón a trabajar codo a codo con los Sindicatos.

Otro frente práctico a estudiar es cómo y de qué manera se podría aplicar el concepto de oxidación financiera, noción elaborada por el economista germano-argentino Silvio Gesell, y que, explicado de una forma algo reduccionista, se trata de un impuesto que se podría aplicar a los ahorros a partir de un cierto importe y determinado tiempo (ahorro inquietante, ver https://tinyurl.com/BeneficioYDeuda-NT).

Y aquí, en la parte práctica, la RBU tiene algo que decir

Tal y como advierte Weber, controlar los precios sólo sirve para ganar tiempo. Nosotros añadimos que subir impuestos para alterar ya sea la oferta, ya sea la demanda, seguramente tiene una cierta utilidad a corto plazo, pero no es una estrategia válida a largo plazo. De alguna manera es aquello de que la alternativa a ofrecer pescado es enseñar a pescar. O proveer de caña y sedal para que la ciudadanía pesque.

Y ahí, en dotar de herramientas a la ciudadanía para enfrentarse a los fusiles del Capital, la Renta Básica Universal (RBU) incondicional tiene un papel que cumplir: el de ser la caña y el sedal, el de ser herramienta de empoderamiento de la ciudadanía en su lucha por una vida digna.

En el documento de la Asociación revo (https://www.revoprosper.org/) “Introducción a un nuevo modelo económico social, sostenible y estacionario, Lección 7. Una redistribución de les rentas más justa. (Soluciones a la precariedad y a la pobreza). La Renta Básica Universal“ (https://tinyurl.com/RBU-MOOC-Revo), texto que hemos desarrollado con la colaboración de Lluís Torrens, se argumenta ampliamente tanto los pros -puntos fuertes- como los riesgos -puntos débiles-, por lo que nos remitimos a dicho texto y obviaremos, por su complejidad y necesaria extensión, exponerlos nuevamente aquí.

Tan sólo traeremos a colación dos ventajas innegables, que tienen mucho que ver en cómo afrontar la inflación dando armas a la ciudadanía para que, en la lucha por la apropiación del excedente, tenga posibilidades de ganar:

Principales ventajas de la RBU.

1. Generación de una situación asimilable al "Pleno empleo". El hecho de que todos tengan una renta básica hace que el concepto de gente parada como ejército de reserva que presiona a la baja sueldos y derechos pierda mucha, si no toda, la fuerza, haciendo que la situación, a estos efectos, sea equivalente a "pleno empleo", por y con el empoderamiento que ello conlleva.

2. Incremento del consumo básico a cargo del ahorro ocioso (o capital meramente financiero). Al traspasar, vía impuestos sobre el decil superior, rentas significativas hacia los tres o cuatro deciles inferiores, la capacidad de consumo básico se ve incrementada, con el efecto añadido de aumentar la tasa de trabajo por el subsiguiente incremento de producción de bienes de primera necesidad” (Curso “Introducción a un nuevo modelo económico social, sostenible y estacionario. Lección 7”, página 21).

Hoy es posible hacer la siguiente reflexión: igual que nadie cuestiona la Sanidad Pública Universal porque se den en la población ciertas prácticas poco saludables, cuyas consecuencias negativas en la salud (o sea, enfermedades evitables) son cubiertas sin duda alguna (como debe ser) por las instituciones sanitarias públicas, llegará un momento en que nadie cuestionará la Institución RBU por que se dé alguna práctica poco solidaria, pues los enormes e innegables beneficios de la misma en la sociedad se verán comparables a los que hoy nos otorga una Sanidad Pública Universal. Hagamos lo posible para que ese momento llegue más pronto que tarde.

 

Hemeroteca y Webgrafia (acceso validado el 6 de agosto de 2022)

 

Angosto, Pedro Luis (PLA), https://tinyurl.com/r49u9h2v, Nueva Tribuna.

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Weber, Isabella (IW), https://tinyurl.com/yd5777ya, Agenda Pública (entrevistada por Paolo Gerbaudo)

Weber, Isabella (IW), https://tinyurl.com/ycyt7r54, The Guardian.









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