Un análisis sobre La metamorfosis de Kafka coma base para una reflexión hacia un nuevo sentido de dicha obra.
Obviamente, los dos primeros tercios de la presente entrada son totalmente soslayables para quien conozca la obra y lo que académicamente se ha dicho sobre ella. La novedad, si es que como tal podemos presentar el presente análisis, se constriñe a lo escrito en el capítulo Buscando un sentido alternativo, y en menor medida, en el último capítulo, Una carta de Kafka a Kafka.
Introducción
La metamorfosis (aka, La transformación) de Franz Kafka.
Ficha técnica:
La metamorfosis (Ilustrado)
Título original: Die Verwandlung,
Franz Kafka, 1915.
Traducción: Isabel Hernández.
Ilustraciones: Antonio Santos.
Epílogo: Isabel Hernández.
Editorial Nórdica Libros, Madrid,
2015
Sometemos a juicio del lector una
propuesta para una nueva interpretación del sentido del famoso libro que intitula
la presente entrada. Y no sólo nueva, sino alternativa y negadora de las más
comúnmente reconocidas.
La propuesta, para no usar la
intriga como motivación de lectura, no es otra sino que La metamorfosis es una carta que Samsa-Kafka dirige a Kafka-Samsa,
y a nadie más. Que hayamos tenido la oportunidad de leerla, que hayamos
invadido su intimidad epistolar, ha sido, es y será contra el parecer de Kafka.
Una carta angustiosa pero con
final dichoso, pues Samsa, en su último suspiro, se transformará en Kafka, y no
sólo de forma natural, sino de forma voluntaria. Una carta que si bien empieza
con una transformación agónica, que de alguna manera niega lo transformado, acaba
con una afirmación venturosa formulada de forma elíptica: Grete.
Análisis canónicos
Como inicio, y para poder verificar
sin asomo de duda lo dicho por la hermenéutica oficial sobre el libro de Kafka, nos valdremos de tres aproximaciones
a la obra, una por parte de un doctor en Letras de la UNAM (http://luisquintanatejera.com.mx/),
otra de un profesor de un IES español (https://www.facebook.com/eugeniosanchezbravo)
y la última de una licenciada en Filosofía, en la Universidad de Chile, en su labor
de crítica teatral (http://www.elmostrador.cl/autor/teresa-concha/).
Académicos
Dr. Luis Quintana Tejera
“Así pues, hemos
constatado cómo comienza en la tercera parte de la obra un proceso rápido de agravamiento
de la enfermedad de Gregorio que concluye con su muerte. La sirvienta es quien descubre
el cuerpo y los convoca a todos para que vean como "reventó". La familia
recibe la noticia como una verdadera liberación. Todos resuelven consagrar ese día
al reposo y al paseo.
El relato concluye con la certeza de que una vida nueva se inicia para todos.
Al observar las formas juveniles de Grethe, parece renacer una esperanza fundamentada
en esta hija que les ha quedado a pesar de la pérdida de quien en otro tiempo fuera
el sostén y la alegría de la casa.
Gregorio representa la imagen del
héroe contemporáneo, traumatizado y abandonado por la sociedad a la cual había servido
durante tanto tiempo. El movimiento del personaje en el desarrollo de la novela, se da en tres planos:
Gregorio y el círculo familiar, Gregorio y el aspecto laboral regido por el sometimiento,
y Gregorio y el resto de la sociedad, caracterizada por la exclusión del personaje.
Como elementos válidos a los efectos de las conclusiones que estamos analizando,
sirve subrayar el carácter de este hombre
que sufrió y luchó por un mundo que le volvió la espalda en el momento en el que
más lo necesitaba. A nivel familiar es donde se dan los hechos más dolorosos, según
hemos argumentado.
Por último, Gregorio llega a desconocerse a sí mismo. La sociedad lo ha herido hasta tal punto que ni siquiera le deja la opción
de sentirse en paz con su propia e individual condición.”
(https://webs.ucm.es/info/especulo/numero20/metamorf.html,
Dr. Luis Quintana Tejera, Universidad
Autónoma del Estado de México,)
- “La metamorfosis,
el relato fantástico de la transformación de Gregorio Samsa en un bicho enorme,
puede interpretarse de muchas maneras. Una de ellas es la biográfica. Samsa-Kafka perseguido por su
padre y el jefe de la Oficina, traicionado por su hermana, apartado por su
madre, tentado por el suicidio…
- Otra interpretación posible es la psicológica. En este sentido La metamorfosis
se transforma en una crítica implacable
de las trampas que existen en las relaciones familiares.
- Otra visión posible es la simbólica. El insecto representa a todos
los marginados del mundo. Es fácil reconocer en la transformación del insecto
los efectos de la vejez o del SIDA.
- Para comprender La metamorfosis es recomendable haber leído previamente la
Carta al padre.”
(Eugenio Sánchez Bravo, Profesor de Filosofía en el IES Valle del Jerte,
Plasencia, https://auladefilosofia.net/2008/10/29/kafka-la-metamorfosis/)
“La escena en que vemos cómo Gregorio lee la carta de su padre, es verdaderamente
agobiante. Es como si nos pudiésemos introducir en la mente del personaje que lee,
piensa y siente las abrumadoras palabras
de su progenitor: “Indigencia. Indigencia. Hazte cargo de tu familia. Produce”,
son algunas expresiones que quedan flotando en el aire y nosotros, atento público,
estremecidos, comprendemos la profunda angustia de Gregorio convertido en un insecto.”
(Crítica teatral, por Teresa Concha:
Obra "La metamorfosis": Versión inspirada en la vida y obra de Franz Kafka, 29 julio, 2017, http://www.elmostrador.cl/cultura/2017/07/29/obra-la-metamorfosis-version-inspirada-en-la-vida-y-obra-de-franz-kafka/)
Vulgares
Y ahora, dos aproximaciones de menor
nivel de exigencia formal, con origen en la Wikipedia.
Primera (de la wiki en castellano)
Entre las más obvias están las referidas al trato de una sociedad autoritaria
y burocrática hacia el individuo diferente, donde éste queda aislado e incomprendido
ante una maquinaria institucional abrumadora y que ni él comprende ni tampoco es
comprendido por ella.
Una interpretación reconocida se refiere a la identidad desdoblada de Kafka, quien por un lado siente nostalgia
por la identidad judía de sus abuelos y por otro siente que no logra hacer pie en
el mundo "gentil" de Praga al que pertenece su padre.
Otra interpretación podría ser que la obra plasma el egoísmo humano ante el
bienestar de los demás. Esto lo podemos identificar en la obra en la situación en
la que se encontraba Gregorio, ya que sobre él recaía todo el peso de mantener económicamente
a su familia. Sin embargo, cuando la situación gira y ahora es la familia la que
tiene que hacerse cargo de Gregorio, ésta rehúye responsabilidades y lo dejan morir.
También se dice que Franz Kafka escribió
La metamorfosis en forma de autobiografía,
obviamente exagerada, de sus sensaciones anímicas y percibir físico.Precisamente
el apellido del personaje, "Samsa", es a su vez similar al del propio
Kafka con el cambio de consonantes correspondiente.
Segunda (de la wiki en catalán, traducido con el translator de Google)
La transformación es un relato abierto a múltiples interpretaciones, de hecho,
en su libro The Commentator’s Despair (La desesperación del comentarista) Stanley
Corngold da cuenta de más de 159 interpretaciones.
Entre las más obvias están las referidas al tratamiento de una sociedad autoritaria
y burocrática hacia los individuos diferentes, donde estos quedan aislados e incomprendidos
ante una maquinaria institucional abrumadora y monótona que ni él comprende ni ésta
lo comprende a él. Otros temas incluyen el de la soledad de las relaciones rotas
y las esperanzas desesperadas y poco realistas que crea un tal aislamiento. Algunos
autores han querido ver también en esta historia, a la vez absurda, cruel, conmovedora
y con pinceladas cómicas, una alegoría de las diversas actitudes que toma el ser
humano ante la enfermedad grave e irreversible y de cómo, a pesar de todo, la vida
continúa.
Una interpretación reconocida se refiere a la identidad desdoblada de Kafka, quien por un lado siente nostalgia
por la identidad judía de sus abuelos y de otra siendo que no logra insertarse en
el mundo "gentil" de Praga al que pertenecen sus padres. Kafka pertenece a esa generación de judíos
que se quedaron a medio camino entre la secularización y la completa asimilación
y que es percibido como tal por la sociedad circundante.
Otra interpretación podría ser que la obra plasma el egoísmo humano frente al
bienestar de los demás. Esto lo podemos identificar en la obra en la situación en
la que se encontraba Gregor, ya que sobre él recaía todo el peso de mantener económicamente
a su familia. Sin embargo cuando la situación vira y ahora es la familia la que
debe hacerse cargo de Gregor, ésta rehúye responsabilidades y lo dejan morir. También
se dice que Kakfa escribió La metamorfosis en forma de autobiografía,
obviamente tergiversada, autobiografía de sus sensaciones anímicas y de una exagerada
percepción física.
El libro
Para los que no hayan leído esta magna,
pero pequeña en tamaño, obra, aquí va un muy loable y ajustado resumen de la misma:
“La metamorfosis es una narración autoría de Franz Kafka, publicada en 1915, que cuenta
la historia de la transformación de Gregorio Samsa en un monstruoso insecto, y del
drama familiar que, a raíz de este acontecimiento, se desata.
Su título original en alemán es Die
Verwandlung, que podría traducirse como ‘la transformación’. No obstante,
en español se ha optado por designarlo como 'metamorfosis', palabra que tiene un
componente mítico asociado.
En este relato se ha querido ver una alegoría del enfrentamiento del hombre
ante un mundo moderno que lo oprime y lo borra.
Por su parte, la transformación de Gregorio en lo que es presumiblemente un
escarabajo, que es un suceso fantástico, extraordinario, inaugura la literatura
del absurdo, que en las décadas posteriores influirá a numerosos escritores
consagrados.
Por otra parte, en esta historia se ha querido ver paralelismos biográficos
con Kafka, especialmente en lo relacionado
con su relación conflictiva con el padre y en la amenaza que supone el padre para
Gregorio en esta narración.
La metamorfosis es un relato dividido en tres partes, donde se narra la transformación de Gregorio
Samsa, un viajante de comercio de telas, en un monstruoso insecto, y el impacto
que tendrá este acontecimiento no solo en su vida, sino en la de su familia.
La historia comienza con el despertar de Gregorio Samsa en la habitación de
su casa y la sensación de haber tenido un sueño intranquilo. Luego va descubriendo,
poco a poco, su nueva situación: sus innumerables patas, su abdomen abombado, el
caparazón en que ahora se ha convertido su espalda, sus nuevas y fuertes mandíbulas.
Este acontecimiento, que se enmarca dentro de lo fantástico, desencadenará una
serie de problemas para Gregorio y su familia. En primer lugar, Gregorio es el único
sostén de la familia Samsa, compuesta por su hermana y sus padres; su trabajo como
viajante de comercio le permite asumir estos gastos del hogar e ir pagando una deuda
contraída por el padre con su actual patrón.
Pese a todo, la primera preocupación de Gregorio será cómo justificar su situación
actual ante su jefe, su retraso (debía tomar el tren de las cinco de la mañana).
No ha caído en la cuenta, aún, de la gravedad de su situación. Incluso opta por
dormir un poco más, con la esperanza de que la transformación se revierta y todo
vuelva a la normalidad.
Un apoderado de los almacenes donde trabaja Gregorio vendrá a buscarlo a la
casa, indignado por la situación. Gregorio hará enormes esfuerzos por abrir la puerta
y entonces aparecerá, por primera vez, a la vista de su familia con su nueva forma:
la de un enorme escarabajo.
La familia no sabe, al principio, cómo actuar en la nueva situación. La hermana,
que siente gran cariño por Gregorio, sin embargo, se apiadará de su hermano y será
quien lo alimente y cuide.
La economía familiar, principal preocupación de todos en vista del estado de
Gregorio, se someterá a nuevos ajustes: se recortarán los gastos del hogar al máximo,
la criada pasará a ir solamente dos veces al día para hacer limpieza, habrá que
alquilar una de las habitaciones a tres inquilinos, y los tres miembros de la familia
se verán obligados a trabajar.
La nueva situación con los inquilinos generará, sin embargo, conflictos. Los
hombres son muy exigentes con la limpieza y la familia trata de mantener en secreto
a Gregorio. Una noche, la hermana, Greta, tocará el violín para los inquilinos y
estos, atraídos por la música, la invitarán a tocar en el salón.
Fascinado por la melodía, Gregorio sale de su habitación, en un último impulso
de sensibilidad humana, para escuchar a su hermana. Pero al ser descubierto, se
generará un gran alboroto que acabará con el abandono de los inquilinos de la casa
y con Gregorio con una manzana incrustada en el caparazón, lanzada por el padre
para ahuyentarlo.
Después de aquella situación confusa, la familia entiende que la situación de
Gregorio es insostenible. Gregorio también lo entiende así, de modo que decidirá
encerrarse definitivamente en su cuarto, dejará de salir y desistirá de alimentarse,
invadido por un profundo sentimiento de tristeza. Días después, la criada lo encontrará
muerto en el cuarto.” (https://www.significados.com/libro-la-metamorfosis-de-franz-kafka/)
Los tres sentidos canónicos de la obra
Resumiendo, se suele establecer
tres ejes para encontrar un sentido a lo que Kafka nos quiso transmitir en su libro: un sentido biográfico, otro
psicológico y aún un tercero sociológico. Sentidos que, aparentemente, no sólo
no son contradictorios entre ellos, sino que, de alguna manera, se potencian y
se dan, por decirlo así, la razón unos a otros. Difícil muro a ser derribado,
si cada explicación actúa como contrafuerte de las otras dos.
Biográfico
En el biográfico el análisis se focaliza en las difíciles relaciones
establecidas entre Kafka y su
familia. Y la familia no sale muy bien parada (“Todos los personajes se transformaban en escarabajos, en fin, aunque en
escarabajos de distintas familias.”, dice Millás en el prólogo). Estaríamos,
pues, ante un Kafka vengativo (que
es mucho peor que vengador), que no duda en poner a caldo a su familia, pues
parece claro que “[a] nivel familiar es
donde se dan los hechos más dolorosos, según hemos argumentado” (Luis Quintana),
puesto que “Samsa-Kafka [es] perseguido
por su padre y el jefe de la Oficina, traicionado por su hermana, apartado por
su madre, tentado por el suicidio” (Eugenio Sánchez) y fruto de ello “comprendemos la profunda angustia de
Gregorio convertido en un insecto” (Teresa Concha).
Psicológico
En el psicológico el análisis versa sobre cómo se siente Kafka, al que todo el mundo considera
el alter ego o trasunto de Samsa, y
parece claro: se siente un bicho repugnante, odioso y deshumanizado. Este
análisis de la psique de Kafka-Samsa
muestra “el carácter de este hombre que
sufrió y luchó por un mundo que le volvió la espalda en el momento en el que
más lo necesitaba” (Luis Quintana). O sea, Kafka, nos dice este análisis, muestra o bien lo que él piensa que
los otros piensan de él, o bien, y en otro sentido radicalmente divergente, lo
que él piensa de sí mismo. Una psique que no es capaz de liberarse de “las trampas que existen en las relaciones
familiares” (Eugenio Sánchez). Estaríamos, pues, ante una psique torturada,
y el texto sería “una crítica implacable”
(Eugenio Sánchez) de esa especie de Super-Yo freudiano que hace del sujeto un ente
culpabilizado que acaba sintiéndose nada mejor que una cucaracha.
Sociológico
El sociológico es, tal vez, el análisis que da más juego y se presenta
como más provechoso:
-
“El insecto representa a todos los marginados del mundo. Es fácil
reconocer en la transformación del insecto los efectos de la vejez o del SIDA.”
(E. Sánchez)
-
“[L]as abrumadoras palabras de su progenitor: «Indigencia. Indigencia.
Hazte cargo de tu familia. Produce»” (T. Concha)
-
“Gregorio representa la imagen del héroe contemporáneo, traumatizado y
abandonado por la sociedad a la cual había servido durante tanto tiempo”
(L. Quintana)
-
“Gregorio y el aspecto laboral regido por el sometimiento, y Gregorio y
el resto de la sociedad, caracterizada por la exclusión del personaje” (L.
Quintana)
-
“[E]l egoísmo humano ante el bienestar de los demás.” (Wikipedia,
castellano)
-
“Entre las más obvias están las referidas al tratamiento de una sociedad
autoritaria y burocrática hacia los individuos diferentes, donde estos quedan
aislados e incomprendidos ante una maquinaria institucional abrumadora y
monótona que ni él comprende ni ésta lo comprende a él” (Wikipedia,
catalán)
-
“una alegoría de las diversas actitudes que toma el ser humano ante la
enfermedad grave e irreversible y de cómo, a pesar de todo, la vida continúa.”
(Wikipedia, catalán)
-
“[U]na alegoría del enfrentamiento del hombre ante un mundo moderno que lo
oprime y lo borra” (Significados.com)
Parece clara la conclusión del
análisis sociológico: la sociedad, a quien no cumple con lo establecido, al
héroe (tal vez incluso al superhombre nietzscheano), al otro, al extraño, al
enfermo, al improductible, en fin, a todo aquél del que no puede extraer
rédito, no sólo lo ningunea, sino que lo cucarachea,
lo hace bicho y le obliga no sólo a ser, sino a saberse indigno y repugnante.
(un cuarto) Metafísico
Y aún hay otro cuarto sentido, casi
metafísico, que, como nos recuerda
Millás en su prólogo a la edición comentada, nos propone Gustav Janouch (Conversaciones con Kafka) “Para mí el autor de La metamorfosis, El
proceso, Un médico rural, En la colonia penitenciaria y las Cartas a Milena,
obras que conozco, es el anunciador de una responsabilidad ética consecuente
para con todos los seres vivos […] Franz Kafka es para mí uno de los últimos
(y, quizá por su misma proximidad, uno de los más grandes) anunciadores de fe y
de sentido con que cuenta la humanidad”.
Buscando un sentido alternativo
Pero ¿Y si, si bien es válido
encontrar a la obra múltiples sentidos -en función, obviamente, de nuestros
intereses, aunque ello imprima un sesgo a la búsqueda de esos sentidos- Kafka no hubiera albergado ninguno de
esos -ya canónicos- sentidos al escribir La
metamorfosis?
Veamos lo que Millás en su
prólogo recoge: “Dice Maurice Blanchot
que aunque Kafka sólo quiso ser escritor, en su Diario íntimo se revela como
algo más, de modo que una vez leído este diario, «es a él al que buscamos en su
obra». Y añade: «Esa obra forma los restos dispersos de una existencia que aquélla
nos ayuda a comprender, testigo inapreciable de un destino excepcional que, sin
ella, habría permanecido invisible».”
Así pues “«es a él [, a Kafka,] al que buscamos en su obra»”.
Busquémosle, pues.
Si queremos, porque parece ser
que sí queremos, ver a Kafka en Samsa, proponemos ver en la transformación de
Samsa en cucaracha, la transformación de Kafka en escritor, y en base a ellos,
analizaremos a continuación el desarrollo del argumento.
A partir de aquí, y hasta nuevo
aviso, donde aparece Kafka, se debe
leer Samsa,
y donde escritor, cucaracha.
Kafka un día se descubre, y se
reconoce, a sí mismo como escritor, profesión que sabe que le va a alejar de
una forma radical de su familia, incluso, ¿por qué no?, es posible que ni le
entiendan, por -o a pesar de- ser escritor y aunque él y su familia utilicen el
mismo idioma. Pero Kafka no siente odio ni rabia por el tiempo en que sí se
entendían, el tiempo en que, de alguna manera, él les pertenecía (“a su alrededor todo estaba tranquilo,
aunque, sin duda, la casa no estaba vacía. «Qué vida tan apacible lleva mi
familia», se dijo Gregor y, mientras miraba fijamente en la oscuridad, se
sintió muy orgulloso de haber podido proporcionar a sus padres y a su hermana
una vida así, en una casa tan bonita.” La
metamorfosis). Sin embargo, sí le preocupa cómo en el futuro su decisión de
anteponer su profesión, ser escritor, impactará en sus relaciones familiares (“Pero ¿qué pasaría si toda la calma, todo el
bienestar, toda la satisfacción, tuvieran ahora un espantoso final?” La metamorfosis). En ningún momento de
la novela Kafka nos muestra un sentimiento negativo o vengativo para con su
familia, ni tan siquiera en el
más que famoso final, al que volveremos más tarde.
Leamos Carta al padre, donde Kafka objetiviza con una dureza tranquila su relación
familiar (“Compáranos [le dice a su
padre] a los dos: yo, para expresarlo muy
brevemente, un Löwy con cierto fondo de los Kafka, pero un fondo que
no entra en actividad por la voluntad de vida, de negocios, de conquista, de
los Kafka, sino por un aguijón de los Löwy que empuja en otra dirección
y de un modo más secreto, más recatado, y que muchas veces deja por completo
de empujar. Tú en cambio un auténtico Kafka en fuerza, salud, apetito, volumen
de voz, elocuencia, autocomplacencia, sentimiento de superioridad, tenacidad,
presencia de espíritu, don de gentes, una cierta generosidad, pero también,
como es natural, con todos los defectos y deficiencias, inherentes a esas
cualidades, a que te incita tu temperamento y a veces tu irascibilidad […] al decirte esto, te ruego encarecidamente
que no olvides que ni por lo más remoto he creído yo nunca en una
culpabilidad de tu parte” Carta al
Padre), si la comparamos con La
metamorfosis, donde no hay sino muestras de amabilidad de Kafka hacia su
familia (y no sólo “se sintió muy
orgulloso [de su familia]”, sino que cuando la última hora está cercana,
Kafka “Pensaba en su familia con cariño y
emoción.” La Metamorfosis) y lo
sumamos a lo indicado en el párrafo anterior, la explicación psicológica que quiere ver en La Metamorfosis el relato de un alma
torturada y vengativa parece hacer aguas.
En su crecimiento
-transformación- como escritor, en su búsqueda de la necesaria independencia,
Kafka sabe de la necesaria separación material, y no sólo espiritual
(psicológica) de su familia. Esa separación no está exenta de contradicciones y
dudas, y aunque no culpa a nadie, y especialmente no a su familia, acaba
aceptando ese alejamiento como algo que, más que querido, es natural e
inevitable (“¿Será que ahora tengo menos
sensibilidad?», pensó mientras chupaba con avidez el queso, que le había
atraído enseguida más que cualquier otra cosa. Uno tras otro, y con los ojos
llenos de satisfacción, devoró rápidamente el queso, las verduras y la salsa;
los alimentos frescos, en cambio, no le apetecían, ni siquiera podía soportar
el olor, e incluso apartó un poco las cosas que quería comer.” La metamorfosis)
Y no es que Kafka fuera ciego a
la ignominia del tratamiento paterno, sino que, ya de adulto, era capaz de
tener la lucidez de objetivizar, y con ello entender -que abarca más, mucho más
que el mero perdonar- al padre: “el mundo
quedó dividido para mí en tres partes: una en la que yo, el esclavo, vivía
bajo unas leyes que sólo habían sido inventadas para mí y que además, sin
saber por qué, nunca podía cumplir del todo; después, otro mundo que estaba
a infinita distancia del mío, un mundo en el que vivías tú, ocupado en gobernar,
en impartir órdenes y en irritarte por su incumplimiento, y finalmente un
tercer mundo en el que vivía feliz el resto de la gente, sin ordenar ni
obedecer.” (Carta al Padre) ¿Encontraremos
algo parecido en La Metamorfosis? No,
ni siquiera cuando se entera que su padre lo engañó ocultándole que tenía fondos
suficientes para pagar la deuda, Kafka, o sea, Samsa se lo recrimina: “Detrás de su puerta Gregor asentía
entusiasmado, satisfecho de aquella inesperada previsión y de aquel ahorro. En
realidad, con ese dinero sobrante habría podido pagar la deuda del padre con el
jefe y hubiera tenido más cerca el día en el que poder librarse de ese puesto,
pero ahora sin duda era mejor así, tal como lo había dispuesto el padre.”
No hay ningún vestigio ni de venganza ni de acusación en La Metamorfosis, tampoco parece, así pues, que el análisis biográfico, especialmente en su aspecto
de vindicación o desquite, sea una buena pista para aprehender el sentido
último del libro.
Pero ese crecimiento, el de su
faceta como escritor, no está libre de paradojas. Kafka, el de verdad, antes de
dedicarse por entero a ser escritor, había sido copropietario junto con su cuñado
Karl Hermann de una fábrica de asbesto. Kafka se arrepintió́ pronto de haberse
embarcado (obviamente, bajo la presión de su familia, que deseaba verle
convertido por fin en diligente ciudadano, dedicado sobre todo a acumular
dinero) en esa aventura empresarial, que le robaba el poco tiempo que disponía
para escribir, e incluso estuvo muy próximo al suicidio. Al estallar la guerra,
la fábrica dejó de producir y en 1917 fue clausurada definitivamente. En
paralelo Kafka, el de La metamorfosis
-o sea, Samsa-, “había empezado a
trabajar con especial ahínco y, casi de la mañana a la noche, había pasado de
ser un modesto dependiente a un representante, lo que, naturalmente, le ofrecía
unas posibilidades muy distintas de ganar dinero, y cuyos éxitos laborales se
transformaban de inmediato en forma de comisiones en dinero en efectivo que
podía poner en casa sobre la mesa para el asombro y la dicha de su familia.
Habían sido buenos tiempos”, pero llega el momento en que la naturaleza es
más fuerte y le transforma en escritor -o sea, en cucaracha. Esta oposición entre
anhelar ser escritor y desear ser miembro pleno y normalizado de la sociedad no
le abandona ni en la vida (“Efectivamente,
en su vida profesional Kafka llegó a demostrar amplias capacidades y, a pesar
de sus reiteradas bajas por enfermedad, consiguió varios ascensos a lo largo de
su carrera, debido seguramente a la calidad de sus informes y de sus
inspecciones de trabajo para el Instituto de Seguros de Accidentes de Trabajo
del Reino de Bohemia, un puesto con un horario de ocho a dos que le dejaba
tiempo suficiente para leer y escribir”, Isabel Hernández Hervás) ni
en la novela, aunque fuera como ensoñación delirante (“Gregor pasaba los días y las noches casi sin dormir. De vez en cuando
pensaba que la próxima vez que se abriera la puerta volvería a coger las riendas
de los asuntos de la familia exactamente igual que antes; en sus pensamientos
volvieron a aparecer después de mucho tiempo el jefe y el apoderado, el
dependiente y los aprendices, el mozo de los recados que era tan lerdo, dos o
tres amigos de otras empresas, una camarera de un hotel de provincias, el
recuerdo feliz y fugaz de la cajera de una sombrerería a la que había
pretendido formalmente, aunque con demasiados titubeos…” La metamorfosis). El análisis sociológico también parece no compadecerse con las experiencias y
expectativas de Kafka, ni como ciudadano ni como escritor.
Parece ser, que remedando lo que
dice Blanchot, nos vamos acercando al sentido de la obra y ahora sí “«es a él [, a Kafka,] al que encontramos en
su obra»”. Sigámosle, pues.
Kafka ama a las mujeres, y no
sólo a las de su familia. Se especula, como lo hace, por ejemplo, Elías
Canetti, con la posibilidad de que incluso tuviera un hijo con Grete Bloch. Y
Grete (la hermana, la amante) es la única razón por la que sale de su guarida a
riesgo de…
Cuando Kafka habla de la madre, y
oculto tras su compasiva actuación, nos muestra que es tal vez la única que no
pierde la esperanza de que algún día abandone ese anhelo de ser escritor y, por
qué no, se convierta -se retransforme- en el hijo que ella desea: un padre
solícito, un marido honrado, un ciudadano hacendoso: “—¿Y es que acaso no…? —concluyó la madre en voz baja, casi susurrando,
como tratando de evitar que Gregor, cuya posición exacta ella ignoraba, oyera
siquiera el sonido de la voz, pues estaba convencida de que no entendía las
palabras—. ¿Y es que acaso no parece como si, al retirar los muebles,
estuviésemos renunciando a toda esperanza de mejoría y lo abandonásemos a su
suerte sin ninguna consideración? Creo que lo mejor sería que intentásemos
dejar la habitación exactamente como estaba antes, para que Gregor lo encuentre
todo tal como estaba cuando regrese con nosotros y pueda olvidar cuanto antes
este lapso de tiempo.” (La
metamorfosis)
La amante, la hermana, tanto en
la vida real como en la novela, son de otro parecer: desean darle alas, desean
que su transformación en escritor, aunque dolorosa y llena de renuncias,
avance: “la hermana era de otra opinión;
no sin razón, se había acostumbrado a hacerse pasar ante los padres como la
única entendida al hablar de las cuestiones concernientes a Gregor, y por eso
en esta ocasión el consejo de la madre fue para la hermana motivo suficiente
para insistir en retirar no sólo el armario y el escritorio, en los que había
pensado en un principio, sino todos los muebles, con excepción del
imprescindible sofá. Naturalmente no fueron únicamente la tozudez infantil y la
confianza que había ido adquiriendo de forma tan inesperada y difícil en el
curso de los últimos tiempos lo que la había llevado a tomar esa decisión; de hecho,
había observado cómo Gregor necesitaba mucho espacio para arrastrarse y, en
cambio, por lo que se veía, no utilizaba los muebles para nada.” (La metamorfosis).
Cabe ya decir que en La metamorfosis no hay ni moralina ni
moraleja. No hay ni ejemplos ni ejemplarizaciones. No hay llamada al deber (o
sí la hay, pero en otro sentido). No hay dolor por haber sido abandonado ni
odio por sentirse desamparado. No es una llamada tribal a no dejar de lado a los
más débiles del grupo ni nos inquiere sobre la explotación en el trabajo. No
reclama que seamos filántropos ni nos augura desdichas por no ser altruistas.
No hay ni moralina ni moraleja, no es el estilo de Kafka.
Pero hablábamos de un riesgo, y
ese riesgo es -está escenificado por- la atracción que la dulce (aunque tosca)
música de violín, tocado por una mujer, provoca en Kafka escritor. Si alguna
duda tiene, sobre su afán de escribir, de ser escritor, no le viene por
sentirse incapaz, sino por temer no disponer de tiempo, fuerzas y voluntad para
escribir (“El matrimonio es la
posibilidad de ese peligro, aunque también la posibilidad de su mayor
salvaguarda, pero a mí me basta que sea la posibilidad de un peligro”, Carta al padre). Falta de tiempo, falta
de fuerzas, falta de voluntad son los tres inquilinos de los que Kafka sabe de su
intimidante presencia si se deja llevar por la música -el amor, el matrimonio-
de Grete, su hermana, su amante.
Una carta de Kafka a Kafka
Todos los personajes han cumplido
con su papel, y Kafka nos los ha mostrado sin moralina ni moraleja, sin odio ni
rencor; por el contrario, de todos aprueba su obrar y los quiere como son y por
lo que hacen. Tan sólo a los inquilinos, que aparecen junto con la dulce,
aunque tosca, música de Grete -su hermana, su amante- los dibuja unidimensionales,
negros sin fisuras, amenazantes, invasores: devoradores de tiempo, fuerzas y
voluntad.
Samsa le dice a Kafka que ya toca
el fin, y que “[s]u propia opinión
respecto a que debía desaparecer era si cabe más decidida que la de su hermana.”
(La Metamorfosis). Y no sólo asume y
se hace responsable de la decisión de ser, sobre todo y ante todo, escritor
(recuerde y aplique el lector el trato sobre trasponer las palabras Kafka y escritor), sino que acaba la carta anunciándole -de hecho,
recordándole- que su decisión no traerá la desgracia sobre su familia, que su
familia, y en particular Grete, “se había
convertido en una joven lozana y hermosa” (La metamorfosis).
Siendo que tal vez el quid de la
cuestión, la quintaesencia de esta interpretación se base en la relación Kafka
Grete, ruego me sea permitido aportar dos últimas voces como argumentos a favor
de entender La Metamorfosis / La
transformación como carta de Samsa/Kafka a Kafka/Samsa:
Argumento 1, de la mano del
propio Kafka:
“Según una opinión extendida, el miedo al matrimonio viene a veces de que
se teme que los hijos le hagan pagar a uno más tarde las faltas cometidas con los
propios padres. En mi caso, creo, eso no tiene demasiada importancia, pues mi sentimiento
de culpa procede en realidad de ti, y además está demasiado impregnado de ese carácter
único que le es propio, es más, la sensación de ser algo único pertenece a su torturante
esencia: impensable que pueda darse otra vez. Pero, con todo, tengo que decir que
a mí me resultaría insoportable un hijo tan mudo, abúlico, seco, decaído; si no
me quedara otra salida, yo seguramente huiría lejos de él, emigraría, como querías
hacer tú por culpa de mi matrimonio. O sea, mi incapacidad para el matrimonio también
puede ser debida a eso.
“Pero mucho más importante al respecto
es el miedo en cuanto a mí mismo. Eso hay que entenderlo del siguiente modo:
ya he insinuado que con mi quehacer literario y con todo lo relacionado con esa
actividad he hecho pequeñas tentativas de independencia, tentativas de evasión de
mínimo éxito, que apenas llevarán más lejos, hay muchas cosas que me lo confirman.
Y sin embargo es mi deber, o mejor dicho, la esencia misma de mi vida, velar por
ellas, no dejar que se acerque a ellas ningún
peligro que yo pueda ahuyentar, y ni siquiera la posibilidad de tal peligro. El
matrimonio es la posibilidad de ese peligro, aunque también la posibilidad de su
mayor salvaguarda, pero a mí me basta que sea la posibilidad de un peligro.
¡Qué haría yo si el matrimonio fuera en efecto un peligro! ¡Cómo iba a poder seguir viviendo en el matrimonio con la sensación, tal
vez indemostrable pero en cualquier caso innegable, de ese peligro! Sin duda,
frente a ese dilema puedo vacilar, pero la decisión final está clara, tengo que
renunciar. La comparación del pájaro en mano y ciento volando sólo se puede aplicar
aquí muy relativamente. En la mano no tengo nada, volando está todo y sin embargo
-así lo determinan las condiciones del combate y las necesidades de la vida- tengo
que elegir la nada. De modo semejante tuve que proceder al elegir profesión.” (Carta al padre, Frank Kafka)
Argumento 2, de la mano conjunta de Isabel Hernández Hervás,
traductora y epiloguista de La metamorfosis,
y otra vez del propio Kafka:
“Las consecuencias de este conflicto entre las obligaciones externas y
las internas se reducían en realidad al continuo sentimiento de culpabilidad
que tuvo siempre respecto de su familia y que quedó plasmado de forma
extraordinaria en La metamorfosis. Seguramente
por ello fracasaron todos sus intentos de contraer matrimonio, fundar una
familia y tener hijos, pues renunciar a su vida de soltero era para él tanto
como traicionar a la literatura, en la que él veía su único destino, tal
como escribe en 1914:
«La vida de funcionario podría ser buena para mí si estuviese casado. Me
ofrecería un buen respaldo en todos los sentidos, frente a la sociedad, frente
a la esposa, frente a la literatura, sin exigir demasiados sacrificios y sin
degenerar por otra parte en una vida comodona y carente de independencia;
porque, estando casado, no tendría que temer semejante cosa. Pero, como
soltero, no puedo llevar a buen fin una vida así. […] Desde el punto de vista
de la literatura, mi destino es muy simple. El sentido de la descripción de mi
ensoñadora vida interior ha desplazado todo lo demás al terreno de lo accesorio
y se ha atrofiado de un modo terrible, y no cesa de atrofiarse. Nada más podrá
satisfacerme nunca.[…]»” (La metamorfosis, “Título original: Die Verwandlung, Franz Kafka, 1915. Traducción: Isabel
Hernández. Ilustraciones: Antonio Santos. Epílogo: Isabel Hernández. Editorial
Nórdica Libros, Madrid, 2015)
Epílogo
El argumento, aún partiendo de un
hecho fantástico, es tremendamente realista en su desarrollo (“Así pues, el que parecía el autor del
absurdo se nos revela de súbito como el escritor del sentido. Y el libro que se
nos venía presentando como una novela de terror deviene ahora en un relato de
humor. Lo curioso es que todo ello, referido a La metamorfosis, es
rigurosamente cierto. Más aún: tratándose de una novela fantástica, La
metamorfosis es al mismo tiempo sorprendentemente realista.” Juan José
Millás, prólogo a La metamorfosis),
pero lo es con una lógica interna nada sencilla -como suele ser la vida misma-
y la complejidad de un texto sólo en apariencia sencillo no puede ser abarcado
por una sola explicación. Por ello nada más lejos de nuestra voluntad que
afirmar haber dado con el sentido, si
no tan sólo con un sentido, por mucho
que pensemos -y lo pensamos- que este sentido, el de explicarse vía epístola uno
a sí mismo algo, se acerca más que cualquier otro sentido biográfico,
psicológico o sociológico -incluso metafísico-, aunque sea no más que por la
mera razón de evitar cargar de moralina o moraleja a Kafka, o lo que viene a
ser lo mismo, aunque no sea igual, a Samsa.
Casino & Gaming in Connecticut | DRMCD
ResponderEliminarGaming at the Foxwoods Resort is the perfect 하남 출장안마 place 포천 출장샵 to have a little while to enjoy your visit. It's home 경상남도 출장마사지 to several unique casino 안동 출장안마 games, live shows, 제주도 출장샵