19 julio 2022

Cuatro verdades o por qué la batalla contra el machismo no tendrá fin

 










 Fuente: artículo propio en Nueva Tribuna, 27 de junio de 2022

¿Qué impidió a los legisladores demócratas blindar el derecho al aborto? 

 

 

De lo particular…

Para poner remedio a algo, lo primero que se necesita es entender que ocurre. Difícilmente podremos sanar un brazo roto si primero no sabemos que lo que está roto es el brazo.

Ante el machismo sabemos a qué atenernos, pero ¿sabemos qué es? Esta distinción entre dos formas de conocer se la debemos agradecer a la mente de Sánchez Ferlosio. Por medio de la experiencia puede ser sencillo saber a qué atenerse ante algo. Pero saber qué es ese algo precisa de una reflexión serena, no siempre posible en estos tiempos en que la realidad, que es muy egoísta, reclama exigente su cuota de atención, y como fieles servidores del aquí y ahora, tal parece que nunca podamos negarnos a contestar raudos su llamada.

Hay otro peligro, además, y es caer en respuestas metafísicas. Evitar tanto el engaño de la inmediatez como las trampas de la entelequia es nuestra responsabilidad.

La pérdida de un derecho.

El fallo de la Corte Suprema (CS) de EEUU, casi ya digerido por la filtración -¿una especie de globo sonda?- que Político hizo del borrador el pasado mayo, ha supuesto un mazazo en toda la frente de la sociedad estadounidense. Las manifestaciones de la ciudadanía no se han hecho esperar. Las declaraciones airadas, incluso horrorizadas, de los políticos demócratas, con el presidente Biden a la cabeza, inundan los medios de masa y las redes sociales. Y no es para menos.

La CS falló en 1973 que el derecho constitucional a la privacidad (Enmienda 14) amparaba el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, afirmando que aquél “es lo suficientemente amplio como para incluir la decisión de una mujer de interrumpir o no su embarazo”, Roe contra Wade (410 U.S. 113 (1973)). Este derecho a interrumpir el embarazo fue conquistado gracias a los arrestos de una persona (Roe, alias que ocultaba la verdadera identidad, Norma McCorvey, por tratarse de un caso de violación) y a la determinación de un CS que supo pulsar a la ciudadanía estadounidense de aquel -hoy parece muy lejano social y temporalmente- 1973.

Se hace necesario entender, primero, la sentencia de 1973, para a renglón seguido analizar si toda la responsabilidad recae en la actual CS o bien se nos ha pasado algo por alto, y no precisamente leve.

Historia del derecho perdido

En Roe contra Wade, la CS resolvió que la decisión de continuar o no adelante con el embarazo estaba protegida por un derecho constitucional, la Enmienda 14, que salvaguarda la privacidad de todos y cada uno de los ciudadanos ante la injerencia de los estados de la Unión en su vida privada.

Esta protección de la privacidad, en lo que atañe a la decisión de abortar, no la estableció la CS sin límites, sino que discriminó su alcance con límites temporales. El primero quedó instaurado en el primer trimestre del embarazo, donde la decisión es incondicionalmente libre por parte de la mujer. El fallo advertía que, a partir del segundo trimestre, éste incluido, y si bien no era obligatorio, cualquier estado de la Unión podía condicionar la decisión de la mujer, incluso prohibirla, en función de la viabilidad del feto, es decir, de la posibilidad razonable de que el feto sobreviva fuera del útero, con la única excepción de que se tratase de un aborto terapéutico, necesario para proteger la salud o la vida de la mujer.

Esa posibilidad, que la CS de 1973 dio a los estados de la Unión para pudieran acotar qué límites tiene el derecho a abortar a partir del segundo trimestre, ha sido utilizada hasta la fecha por los legisladores de los diferentes estados para aprobar leyes que, de facto, contenían un mayor o menor componente antiaborto.

Durante todos estos años, la CS ha debido determinar si esas leyes eran acordes a su interpretación de la enmienda 14, la que protege la privacidad de la ciudadanía ante la intromisión de los poderes públicos, y si bien frenó total o parcialmente varias de las leyes estatales en base a que violaban el derecho a al privacidad de la mujer, la realidad es que las que pasaban el filtro de la CS iban limitando y erosionando el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, con una especial afectación en el segmento de las mujeres pobres, mayoritariamente jóvenes y racializadas, al prohibir la CS, por ejemplo, cualquier ley o disposición federal o estatal que financiara los servicios de aborto, o bien al aceptar como acorde la obligación del consentimiento de los padres.

La CS, a través de distintos fallos a inicios de los 90 del siglo pasado, restringió aún mas la posibilidad de recurrir las leyes estatales al exigir que la ley cuestionada, para fallar en su contra por inconstitucional, más que restringir, debía poner trabas insalvables a la mujer que optara por la interrupción voluntaria del embarazo. A raíz de este nuevo posicionamiento estratégico, diversos estados sumaron nuevas restricciones como la obligación de ir varias veces a los servicios, el de imponer demoras obligatorias y, muy grave por su alcance, especialmente cuando la CS dio por buena y acorde con el derecho constitucional de la protección de la privacidad, con cinco votos contra cuatro, la “Ley de prohibición del aborto por nacimiento parcial” (2003), promovida por el ejecutivo de G.W. Bush, porque, según el juez Kennedy, los abortistas que recurrieron la ley “no demostraron que la norma sea inconstitucional en una gran cantidad de casos relevantes”.

Un primer análisis. Dos aspectos, el jurídico y el político.

Desde el punto de vista jurídico, varios defensores del derecho al aborto han cuestionado el uso de la enmienda 14 como base para la defensa del derecho al aborto, por la fragilidad de los argumentos invocados y por la posibilidad, como ha quedado demostrado, de que pudiera ser tumbado en sede judicial. “La magistrada Ruth Bader Ginsburg, icono feminista, argumentó antes de ser elegida en 1993 para el Supremo que el pecado original de Roe contra Wade es que se basó en el derecho a la privacidad, y no en el de igualdad, de la que ella fue una fabulosa defensora.” (I. Seisdedos, El País, 05/12/2021). Reconocemos nuestra nula formación y experiencia en temas jurídicos, máxime por ser de otro sistema jurídico, el estadounidense, por lo que nos ceñimos exclusivamente a hacernos eco de dicha supuesta fragilidad argumental.

Desde el punto de vista político, cabe decir que los dirigentes del partido Demócrata, que han salido en tromba para mirar de paliar, cuando no de anular, el impacto de esta sentencia a través de la política, podrían haberse despertado antes, cuando sí tuvieron capacidad de legislar para proteger y preservar el derecho al aborto. Nos vienen muchos viejos proverbios que enmarcarían perfectamente la respuesta que están dando los líderes demócratas, más actuación que acción, por ser hoy a todas luces inoperante dada la composición del senado: 48 demócratas, 2 independientes de raíz demócrata y 50 republicanos.

Si repasamos rápidamente el fallo de la CS en Roe contra Wade, podemos ver que su concreción y detalle en cómo ejercer el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, amparándose en el derecho constitucional de la privacidad, es tal que casi pudiera decirse que estamos ante un proyecto de ley de derecho al aborto basado en plazos. Y esto nos obliga a preguntarnos ¿por qué esa dejación del poder legislativo en el judicial? Aún mas, y una vez la CS falló en 1973 tan favorablemente a dicho derecho ¿por qué no se desarrolló una ley federal sobre el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo?

Desde 1973 hasta hoy, el partido Demócrata ha tenido varios senados muy favorables (más de 55 votos), incluso con capacidad de evitar el filibusterismo (mas de 60 votos): En 1973-75, 56 senadores, en 1975-79, 61 senadores, en 1979-81, 58 senadores, en 1993-95, 57 senadores y en 2009-11, 57 senadores.

¿Qué impidió a los legisladores demócratas blindar el derecho al aborto?

…a lo general

Cuando en la playa nos quemamos, el problema no es el Sol. El Sol es un hecho con el que tenemos que convivir. El problema no es el Sol, porque está ahí y es una realidad inapelable, no es una construcción social y nada podemos hacer con respecto a su existencia. El problema de quemarnos es que no nos ponemos protección solar. Y no un día, sino todos los días. Y no una generación, sino generación tras generación. El problema es no saber distinguir entre un hecho y un problema. El primero no tiene solución, el segundo, si somos capaces de acotarlo, sí.

Antropología, dos verdades

Varios analistas y articulistas claman al cielo por una supuesta divergencia entre la CS y la ciudadanía a la que sirve. Unos y otros advierten que, si alrededor del 60%, 70% u 80% (según fuentes) de los estadounidenses están a favor de que la mujer pueda ejercer su derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, cómo puede ser que la CS quite ese derecho constitucional. Al margen de que la CS no quita ningún derecho constitucional, pues el derecho constitucional protegido por la enmienda 14 es el de la privacidad ante los poderes públicos, lo que ha hecho es devolver a los estados la capacidad de legislar sobre ese derecho, de tal manera que allí donde los ciudadanos elijan a ejecutivos antiabortistas, prevalecerán leyes regresivas, y allí donde se de el caso contrario, habrá leyes progresistas. Esgrimen un mal argumento, pues el resultado de revocar Roe contra Wade, les contestarán, es acercar a la ciudadanía la capacidad legislativa (de la Unión a los Estados). Que se pueda dar cincuenta formas diferentes de legislar sobre el aborto es un problema, cierto, pero no es el problema.

En EEUU, los que apoyan la interrupción voluntaria del embarazo en cualquier circunstancia, en base a unos plazos determinados, representan el 32% (más del 90% de los cuales, demócratas); los que la apoyan para la mayoría de circunstancias, un 13%; sólo por razones terapéuticas, un 34% (el 55%, demócrata); y los que lo consideran ilegal en toda circunstancia 21% (el 45% de ellos, demócratas) (fuente, statista.es).

Para comparar, En España el 58% apoya la interrupción voluntaria del embarazo en cualquier circunstancia, y sólo el 1% de población está a favor de la prohibición total del aborto.

La amarga realidad es que, hoy, EEUU está conformado, aunque no lo quieran ver, por una sociedad con un fuerte componente cultural machista. Las manifestaciones contra la decisión de la CS son la espuma visible de la franja progresista, pero ocultan una realidad cabezona y testaruda. Y la CS, como los estados de la Unión, acaban fallando o legislando en función de lo que la ciudadanía vota, por muchas inercias que hoy actúan en contra y por muchas paradojas del sistema electoral que se deberían resolver.

Atender a otros razonamientos, que ven una oculta mano negra tras las decisiones, clamar contra la realidad, olvidando que se tuvo a mano la posibilidad de cambiarla y no se hizo (es necesario volver a inquirir sobre el porqué de que, teniendo congreso y senado a favor, los demócratas no blindaran el derecho a la interrupción voluntaria del embarazo, y, por favor, no valen respuestas simples o conspiranóicas), es negarse a ver el problema, y con ello, obstinarse en salidas que no llevarán a la solución.

Y esa realidad, la primera de las verdades del título, es que todos los hombres (machos de la especie humana) nacemos en mayor o menor medida machistas: la evolución manda.

Negarlo quita capacidad de acción a la sociedad. La segunda es que el machismo se expresa en función del entorno: un machista en alto grado en un ambiente favorable es una amenaza mayor que un machista en menor grado en un ambiente más igualitario. Pero la amenaza está ahí y es transversal al estatus, clase o tipo de sociedad.

Educación, tercera verdad

La tercera noticia es que si cada uno de los hombres (machos de la especie humana) luchamos contra esa predisposición, tanto a través del autoconocimiento como por la educación que damos -y por ello, recibimos-, el machismo no desaparecerá, pero su expresión tenderá con el tiempo a ser mínima. No podemos esperar más, pero no debemos hacer menos. Y además el esfuerzo debe ser continuo y sin fin.

Sin desfallecer, la cuarta

La cuarta, y última, es que la cultura igualitaria es necesaria, pero no suficiente; la autoconciencia es necesaria, pero no suficiente; no bajar la guardia es necesario, pero no suficiente; ser consciente de que la lucha no tiene fin, pues su base no es meramente cultural, sino antropológica, es necesario, pero tampoco suficiente.

Todo esto es necesario, sí, pero ni cumpliendo con todo será suficiente, por eso hay que pensar que la lucha contra las expresiones del machismo no va a tener fin ni ahora ni en ninguna de las generaciones venideras. Pero esto no nos debe frustrar, por el contrario, este conocimiento, este saber a qué atenernos, porque empezamos a saber qué es, nos debe motivar a continuar, a no bajar la guardia, a luchar contra todas las expresiones del machismo, las propias y las ajenas.

Y una quinta verdad

¡Ah! Hay una quinta mala noticia: las mujeres (hembras de la especie humana) también nacen machistas, pero el padecimiento que sufren, con real y evidente dolor y en sus propias carnes, les permite -les obliga a- ser conscientes antes y mejor que nosotros, machos de la especie humana, de esa realidad.

Todo lo dicho, especialmente la primera verdad, debe ser tomado como una hipótesis, a la cual le debemos preguntar si es capaz de contestar lo que la realidad nos plantea, como por ejemplo lo ocurrido en EEUU con respecto a la anulación de Roe contra Wade, así como pedirle alguna predicción y valorar si su respuesta es acorde con la experiencia.

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