La palabra cínico viene del griego kyon, que significa perro. Y así eran peyorativamente llamados los seguidores de una escuela, la cínica, por su desapego a los bienes materiales: vivían pobres como perros; eran, pues, cánidos: kínicos.
Según ellos, la máxima felicidad del ser humano era alcanzable sólo a través de su máxima independencia, lo que les obligaba a estar reñidos con toda posesión: a menos propiedades materiales, más libertad y felicidad.
Fueron famosas, por hirientes, las diatribas y sátiras con que los cínicos amenizaban a los ciudadanos de Grecia en los juegos y olimpíadas, y que siempre tenían como diana la corrupción que imperaba en las ciudades griegas (como puedes ver, no hemos avanzado mucho: pero sí retrocedido al permitir pervertir la palabra cínico). Su vida ascética les daba un plus de capacidad moral en sus discursos que no solía ser ni bien recibida (¿cómo era aquello que decía Silvio Rodríguez sobre el derecho a flagelar del que a sí mismo se flagela?) ni bien ponderada por los que detentaban el poder.
Pero los cínicos iban más allá. El desprecio por las convenciones, por hipócritas y generadoras de doble moral; el desprecio por el orgullo de la excelencia (areté) obtenida a través de la Academia -lugar donde los jóvenes libres aprendían ciencias, artes y gimnasia-, que contraponían a la humildad de los empeños morales; el desprecio por los placeres mundanos -excepto el del coito y la masturbación, que consideraban natural y nada vergonzante-, por ser esclavizadores de la razón; el desprecio por el provincianismo de las ciudades estado de Grecia, pues fueron los primeros en ‘inventar’ el término cosmopolita: ciudadano del universo (cosmos: universo de la razón, por contraposición al caos: universo primigenio o generador del inicio); el desprecio por el miedo a la muerte y a los dioses, pues consideraban a aquella irreductible (cuando yo estoy, no está ella, y cuando ella está, yo ya no estoy) y a estos criaturas de la mente.
Todo ese posicionamiento ético y moral era un poderoso disolvente de aquellas relaciones que permitían a las ciudades estado sobrevivir como sistema de poder... así que muy buena prensa no es que tuvieran, ni tampoco gozaban de gran estima, pues dentro de su frugal visión de la vida también caían las relaciones llamémoslas humanas: se limitaban a no molestar y no soportaban ser molestados: autarquía (como demuestra aquello que, aunque apócrifo, cuentan de Diógenes el Cínico y Alejandro el Magno: cuando Alejandro, presentándose como El Magno, y en reconocimiento a la sabiduría del gran filósofo, le ofreció su poder para lo que deseara, Diógenes, presentándose como el Cínico, le pidió que se apartara, pues le tapaba el sol).
¿Es XXX YYYY cínico?
Está claro que una versión estándar, como la de la práctica totalidad de los que utilizan el término cínico, está mediatizada por lo que el poder hizo con la escuela cínica: destruir su concepto hasta desvirtuar por los siglos de los siglos el significado de cínico. Los cínicos eran unos cabrones, sí: con los pudientes. Los cínicos eran hirientes, sí: con los corruptos. Los cínicos eran intratables, sí: por el poder establecido. Ahora cínico se dice del que es un cabrón con el pobre, del que zahiere al bondadoso y del que, burlón, se desapega del marginado.
cinismo. (R.A.E.)
(Del lat. cynismus, y este del gr. κυνισμóς).
1. m. Desvergüenza en el mentir o en la defensa y práctica de acciones o doctrinas vituperables.
2. m. Impudencia, obscenidad descarada.
3. m. Doctrina de los cínicos (pertenecientes a la escuela de los discípulos de Sócrates).
4. m. desus. Afectación de desaseo y grosería
06/03/06
yo era un cinico y no lo sabia, durante mi primer año en el instituto yo era contrario a las normas y el orden social. bastante anarquista en lo referente al significado de falta de gobierno, mis compañeros de clase me consideraban un loco, cuando me daba por hablar de mis valores. tal vez sea la rencarnacion de alguno de estos filosofos.
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