01 julio 2005

La LOE y la filosofia (de diversas fuentes...)

De Karl Popper: la existencia de tres mundos.

El primero, o físico -la pasta del libro, el electrón de la pantalla-, que nos es dado, el segundo, o experimental -lo que sentimos y experimentamos ante algo- y el tercero, o simbólico-cultural -las teorías-

De Jacques Monod: el azar y la necesidad.

Karl Popper sugiere que dejemos a las teorías –entes del mundo tercero- luchar en nuestro nombre -¡lo apruebo fervientemente: soy un cobarde físico!-. De hecho, más que sugerirlo, afirma que las teorías luchan entre sí, aunque a veces impongamos -estúpidamente- nuestra presencia física en esa lucha, con graves, sino trágicas, consecuencias las más de ellas.

También propone, como teoría, que las propias teorías están sujetas, de alguna manera, a una especie de neo-darwinismo -variante sintética-, en lo que podemos apreciar cierto paralelismo con lo expuesto por Jacques Monod: ciertos hechos ocurren, y luego funcionarán o no tanto por razones intrínsecas como de ambiente.

Las teorías, pues, estarían sometidas a reglas que van más allá de su utilidad –o más acá, que tanto daría-. Podríamos decir que, en cuanto a su utilidad, pertenecerían a la misma categoría que los dinosaurios, los pumas o las hormigas. ¡Bonita forma de bajar los humos a los humanos! ¡Su máximo exponente de raciocinio reducido a ¿qué?!

Ya sabemos que los animales también producen para su consumo teorías, aunque no las intercambien. El reflejo que teorizó Pavlov con su famoso perro, no era tal reflejo, era una teoría falsable.

Del gobierno: la LOE y la filosofía.

Proposición: si los grandes y poderosos dinosaurios desaparecieron tras su imperio de millones de años ¿qué puede impedir que las teorías que sustentan la filosofía desaparezcan del mapa, una vez negado el concepto utilidad como fuente de supervivencia? si las pequeñas hormigas, por ser insectos, pueden estar llamadas a supervivirnos ¿qué puede impedir que otras teorías, de las cuales tal vez ni tan siquiera sepamos de su existencia, nos arrebaten a los que filosofamos sin pudor el futuro?

Las teorías luchan. La LOE es una expresión de la lucha de teorías (ruego evitéis ver cualquier regusto marxista de tipo dialéctico en esta frase). Las dos teorías que luchan no son, bajo mi opinión, la ciencia y la filosofía, ni sus falsos epígonos: la tecnología y el humanismo.

Las dos teorías que luchan son el utilitarismo (sí, también es una filosofía: no lo niego) y ¿cómo llamarla, si renunciamos a la palabra “humanismo”? aquella que da un valor absoluto al ser en sí.

En tanto los humanos seamos recursos (verbigracia: Recursos Humanos se llama el departamento que nos ¿gestiona?, otra palabra con regusto útil) y la entera Tierra sea mera fuente de recursos, y se acepte como buen razonamiento que las vicuñas medren en los Andes gracias al servicio que su vida ofrece a los andinos, el utilitarismo, con la LOE al frente, tendrá el terreno abonado para su dinosáurico imperio.

La idea de utilidad, como gasolina para el motor de esta sociedad, inunda nuestras actuaciones: estudiamos porque es útil, trabajamos porque es útil… -evito hablar de necesidades fisiológicas, cuya imposición adulteraría la categoría de lo útil-. Una gasolina que acelera: hacemos lo que hacemos porque es útil que sea útil (está claro que debo una reverencia a Peter Sloterdijk).

Incluso si como crítica nos preguntamos para qué es útil, estamos aceptando que otro concepto de utilidad sería aceptable, por ser esa otra vía de alguna manera útil en otro sentido (otra globalización es posible, otra Europa es posible…).

La LOE es útil. La filosofía del ser-en-sí –que no sólo metafísica, aunque también- no se debe comparar –luchar- en términos de utilidad. De todas maneras, no será por su utilidad por lo que la filosofía del ser-en-sí sobreviva (socorro: necesito una palabra que, como concepto, me permita dejar de decir “filosofía del ser-en-sí”), ni tampoco será la utiliad la que salve a la teoría de lo útil.

No sé, ni intento saber, que nos hará desaparecer antes, si lo útil o lo inútil.

Rafa.
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Hasta más leer.