Somos mucho más eficaces hoy que ayer, no cabe ninguna duda.
Ahora bien, la paradoja, la duda, la contradicción, más bien, que subyace a ese incremento neto de eficacia, y que nos asalta y que intentamos obliterar y que nos obliga a mantener -eso sí: con una cierta sensación de impotencia y hasta con un cierto regusto de mentira- que nunca el pasado fue mejor, es que tal vez, o seguramente, seamos mucho menos eficientes.
Y eso, como todo en la vida, está sujeto a la ley del bolero: "tonta, todo en la vida se paga". Lo que el bolero no dice es quién.
10/11/05
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