Antes que nada, y para evitar cualquier malentendido, sostengo que, hoy, en Catalunya la presencia del castellano es apabullante en la inmensa mayoría de todos los ámbitos privados y públicos no oficiales. Por ello la inmersión lingüística no es negativa de entrada.
Y no quiero dejar esta afirmación en el aire de las opiniones o de los dogmas de fe. No. Los datos así lo atestiguan: En el 2003 la competencia en catalán oscilaba entre un 32% (escritura) y un 97 % (comprensión) y en el 2018 se situaba respectivamente en el 65% y el 94%, mientras que en todos los aspectos (escritura, lectura, habla y comprensión) el castellano en el 2008 estaba por encima del 95% y en el 2018 no bajaba en ningún caso del 97% (Fuente: Idescat y Secretaria de Política Lingüística del Departament de Vicepresidència, https://www.idescat.cat/pub/?id=eulp). Los datos son tercos.
En el año 2006, para la asignatura Lengua Catalana, que por aquel entonces cursaba en la UOC dentro del grado de Humanidades, y precisamente con ocasión de un debate sobre las políticas de inmersión realicé un trabajo (que en la UOC se llaman PAC) comparando usos y competencias en dos ámbitos del Plan Territorial de Catalunya: Ponent y Metropolità. Las líneas maestras del presente artículo ya fueron planteadas en aquel año, y hoy las conclusiones son parecidas, si es que no peores. Tal y como voy a intentar exponer, la lengua catalana esta en grave riesgo, primero de disglosia, y más tarde de dirigirse de cabeza hacia la inanidad.
"Efectivament, el procés d'extinció del català pot quedar sentenciat d'aquí a uns cinquanta anys, quan l'última generació que haurà tingut el català com a llengua materna, clarament minoritària al conjunt del país, l'abandoni per adreçar-se als seus fills." (A. Rafanell i A. Rossich, 1990, http://webs.racocatala.cat/cat1714/d/carmejunyent.pdf) (1)
La inmersión lingüística en catalán empezó a mediados de los años 80 con la aprobación de la Ley 7/1983 de normalización lingüística, convirtiéndose en el modelo hegemónico a primeros de los 90. Así pues, los datos de la primera oleada del Idescat sobre usos y competencias fueron tomados cuando la inmersión llevaba 10 años funcionando a plena máquina, en el 2003. En el 2018, última oleada del Idescat sobre usos y competencias, la inmersión llevaba trabajando 25 años.
Entre 2003 y 2018 se ha dado un cambio demográfico importante: en el 2003 el 63% de la ciudadanía catalana había nacido en Catalunya, el 29% en el resto de España y el 8% fuera de España, en el 2018 en Catalunya el 60% habían nacido aquí, el 20% en el resto de España y nacidos fuera de España con residencia en Catalunya alcanzaban el 20%.
En paralelo, la lengua habitual en el 2003 de los hablantes en Catalunya se distribuía así: catalán, 49%; castellano, 45%; los dos, 5%; otras lenguas, 1%, en el 2018 para el 36% era el catalán, para el 49% el castellano, para el 7% las dos indistintamente y para el 8% otras lenguas.
No es osado decir que el impacto demográfico derivado del crecimiento de los ciudadanos catalanes nacidos fuera de España, que subió del 8% (2003) al 20% (2018), está detrás tanto de que las otras lenguas habituales hayan pasado del 1% al 8% como que el castellano, aún bajando la procedencia del resto de España, haya subido 4 puntos porcentuales. Más dificil es dar razón de que el catalán bajara como lengua habitual un 25% (13 puntos porcentuales: del 49% al 36%), cuando el indicador de procedencia sólo bajo un 5% (3 puntos porcentuales: del 63% al 60%).
Fuente: https://www.idescat.cat/pub/?id=eulp&n=3227&t=201800
En cuanto a competencias en el uso del lenguaje, excepto en la de escritura en catalán, poco se han movido los indicadores entre los años 2003 (con diez años de inmersión generalizada y hegemónica, segunda oleada del Idescat) y 2018 (con ya 25 años).
El castellano se ha mantenido en todos los indicadores de competencia (entender, hablar, leer y escribir) entre el 98% y el 99,9%, mientras que el catalán sube claramente (del 32% al 65%) en escritura y baja ligeramente (del 97% al 94%) en entenderlo.
Fuente: https://www.idescat.cat/pub/?id=eulp&n=3227&t=201800
La pregunta que encabeza el presente artículo (“¿Y si la inmersión…?”) parece cobrar forma. Pero antes de completarla, demos un par de vueltas más a los datos.
Si bien en las competencias se ha dado un incremento de la competencia en escribir el catalán, y un estancamiento en el resto, tal cosa no ha ocurrido en cuanto al uso.
Veamos los datos.
Fuente: https://www.idescat.cat/pub/?id=eulp&n=3227&t=201800
En el uso del catalán, y a pesar de la inmersión, no cabe otra cosa que constatar un claro empeoramiento de los datos entre 2003 y 2018: una pérdida del 25% de usuarios habituales, que significan caidas del orden de entre 10 y 15 puntos porcentuales, que no siendo del todo ajeno al incremento de los residentes nacidos en el extranjero (que han pasado del 8% al 20%, según Idescat), y dado el incremento que muestra el uso del castellano en ese mismo lapso de tiempo, tampoco parece que lo explique todo: mientras que las otras lenguas crecen considerablemente en los entornos más privados, se mantienen en niveles similares en entornos más públicos... Ya podemos concretar algo más la pregunta.
Dado que en Catalunya no hay inmersión en castellano, y éste no da síntomas de fatiga, debemos preguntarnos ¿Y si la inmersión, aunque sirva para mejorar las competencias, no sirve para que el uso de una lengua medre en una sociedad bilingüe? ¿Porqué es el catalán como lengua el que muestra esa fatiga? Utilizando como metáfora el concepto de ingenieria "fatiga de materiales", cabe preguntarse si las actuales políticas lingüísticas de la Generalitat de Catalunya para con el catalán, y sin desmerecer su impacto positivo en el ámbito de las competencias, no está siendo contraproducente en el ámbito de los usos: la presión política, mediática e institucional puede, tal vez, actuar en la materia sensible de la lengua como las fuerzas exógenas lo hacen en la materia física, y provocar esa fatiga que, tal vez, pueda dar al traste con el catalán como lengua de uso popular. Pero hay otra crítica que debemos exponer.
"En la vida de las lenguas intervienen muchos factores, pero ninguno es tan decisivo como la voluntad de quienes la hablan y su capacidad para hacer atractivo su uso de la lengua" Lluís Bassets, 29/11/2021, http://bit.ly/3dNJDmt.
Primera forma de la pregunta.
¿Y si la inmersión ya ha alcanzado prácticamente todas sus metas y ahora puede representar un freno en lugar de una ventaja?
El catalán y la disglosia (2). La razón contra la emoción. Y la razón lleva las de perder, y con ella, la lengua catalana...
Se puede llegar a la misma conclusión partiendo de dos premisas contradictorias.
Ahora mismo es necesario que, por ejemplo, el 90% de la enseñanza utilice el catalán como lengua vehicular, esto es así porque el uso privado y público no oficial de ambas lenguas está claramente desequilibrado hacia el castellano. Pero se debería tomar la decisión de la inmersión (con las dudas metodológicas arriba apuntadas) apoyándose en una norma que contemple que si en algún momento el catalán supera el 50% de uso habitual en los menores de 30 años, entonces el 33% se hará en castellano, y si supera el 75%, cada uno será vehicular para el 50% de las asignaturas.
La razón, lo razonable, es sostener que si un día el uso privado y público no oficial de ambas lenguas se equilibrara, debería equilibrarse igualmente el uso de las dos lenguas como vehiculares en la enseñanza.
Un secesionista afirmará que hoy el catalán está en riesgo, y es cierto, aunque no en el sentido que sostiene, pero tirará la piedra y esconderá la mano al hacer su ley de inmersión lingüística, pues en ella no cabe que la participación de las dos lenguas como vehiculares sea dinámica, sino que permite y obliga para hoy y para siempre una primacía para una de ellas.
Lo que están consiguiendo es que el catalán padezca riesgo de disglosia: se da un cierto rechazo popular, la lengua catalana aparece como desagradable, antipática, de alguna manera ominosa, por lo que se conocerá y se usará para temas burocráticos y oficiales, es decir, donde pueda haber castigo, pero la amenaza de que se vaya apagando en la vida común estará ahí. Y es en lo común donde el genio del idioma obtiene la savia que le da la vida.
Se puede llegar al mismo lugar por dos caminos. El identitario y el racional.
Segunda forma de la pregunta.
¿Y si la inmersión utiliza la lengua como medio, y no como fin?
Hoy los identitarios quieren la inmersión, y no estoy en contra de los números que así lo justifican, sino de su camino y de su objetivo, que no es defender la lengua catalana (y todos debemos aceptar que la defensa es compleja y nada barata: promocionar ¿becando? ciencia en catalán, y no sólo la humanística, que también, sino las llamadas ciencias duras; o sea, lo que no les gusta a muchos políticos: caro, difícil, a largo plazo e incierto ¿Hablamos de costes y de su financiación?), sino crear una sociedad, o mejor dicho, un pueblo homogéneo y que viva el narcisismo de la diferencia.
La lengua catalana necesita un paladín, pero alguno de los riesgos que advertí en el 2006 están hoy más presentes que nunca: si el paladín se engolfa en lo fácil, que es hacer leyes a repelo de la sociedad, la sociedad actuará a repelo del paladín:
"El romanticisme, per altre banda necessari en temps tràgics, que ens va fer dir “tornarem a lluitar, tornarem a sofrir, tornarem a vèncer” ja no és una eina en l’actual societat catalana, [...] Un dels adversaris el tenim ara inclòs en la pròpia normalització de l’ús del català, i per això és més complex, força més complex, poder reeixir d’aquest procés: a més normalització, més resistència a la normalització. Si no aconseguim trencar amb aquest cercle viciós –i pensem que, pel que ara direm, si bé no és impossible, no és gens fàcil–, portar al límit aquest desenvolupament de total normalització sense una altra estratègia integradora, o sense una clara visió del perill, compromet el futur del català (sinó es que pot arribar a generar un enfrontament social que posi en evident perill una previsible societat dividida en torn a la questió lingüística com senya identitària excloent) [...] ha hagut una relaxació en el fet d’empènyer socialment el català, una relaxació en el petit i privat dia a dia, un deixar tot en mans de la llei i el dret, d’alguna manera hom ha dit “el català ja és llengua oficial, doncs que tothom actuï segons la llei marca” [...] i s'ha anat generant un rebuig del català com llengua imposada, on els més joves han trobat una excusa para com deia un mestre, company de fatigues en això de lluitar per la llengua catalana, referint-se a la disposició dels nens davant el català, afirmava: “els poses una cançó per a que l'escoltin, i abans de fer-ho, algú diu en veu alta que allò és una ‘merda’, només perquè està escrit en català, sense haver-la sentit encara.” " (Rafael Granero Chulbi, 2006, Pac para LCI, UOC) (3)
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(1) "Efectivamente, el proceso de extinción del catalán puede quedar sentenciado en unos cincuenta años, cuando la última generación que habrá tenido el catalán como lengua materna, claramente minoritaria en el conjunto del país, lo abandone para dirigirse a sus hijos." (A. Rafanell i A. Rossich, 1990, http://webs.racocatala.cat/cat1714/d/carmejunyent.pdf)
(2) Maria Carme Junyent, en su artículo citado de 1999, describe claramente la disglosia ya existente entonces, y que, en base a los datos aportados por Idescat en cuanto a usos, no ha hecho sino aumentar: "En el cas del català, sembla evident que és una llengua prestigiada en la mesura que se'n fa ús en els àmbits anomenats "alts" de la comunicació: l'ensenyament, l'administració, els mitjans de comunicació, etc., tot i les mancances més que òbvies. Tot i això, no sembla pas que aquest prestigi hagi servit de gaire a l'hora d'augmentar-ne l'ús. Ben al contrari, sembla que el català es vagi arraconant en aquests àmbits prestigiats, mentre que en la comunicació quotidiana es va substituint per l'espanyol. Dues anècdotes, em sembla que no gens "anecdòtiques", poden il·lustrar aquesta qüestió. La primera, explicada per Jordi Font, la protagonitza un alumne de Santa Coloma de Gramenet. El noi va anar d'excursió amb l'escola a Vic i, en tornar i trobar els seus pares, comenta: "Allí todos hablan como en la clase". La segona me la va explicar un alumne de Sabadell, que en adreçar-se a una veïna en català va ser interpel·lat per una noia d'aquesta manera: "¿Por qué hablas como mi señorita?" Com que el meu alumne va voler-li explicar per què parlava en català, la noia va acabar concloent que anava errat, car "el catalán es la lengua de la escuela". "
("En el caso del catalán, parece evidente que es una lengua prestigiada en la medida en que se utiliza en los ámbitos llamados "altos" de la comunicación: la enseñanza, la administración, los medios de comunicación, etc., todo y las carencias más que obvias. Sin embargo, no parece que este prestigio haya servido de mucho a la hora de aumentar su uso. Por el contrario, parece que el catalán se vaya arrinconando en estos ámbitos prestigiados, mientras que en la comunicación cotidiana se va sustituyendo por el español. Dos anécdotas, creo que nada "anecdóticas", pueden ilustrar esta cuestión. La primera, explicada por Jordi Font, la protagoniza un alumno de Santa Coloma de Gramenet. El chico fue de excursión con la escuela a Vic y, al regresar y encontrar a sus padres, comenta: "Allí todos hablan como en la clase". La segunda me la explicó un alumno de Sabadell, que al dirigirse a una vecina en catalán fue interpelado por una chica de esta forma: "¿Por qué hablas como mi señorita?" Como mi alumno le quiso explicar por qué hablaba en catalán, la chica acabó concluyendo que iba errado, pues "el catalán es la lengua de la escuela".")
(3) "El romanticismo, por otro lado necesario en tiempos trágicos, que nos hizo decir “volveremos a luchar, volveremos a sufrir, volveremos a vencer” ya no es una herramienta en la actual sociedad catalana, [...] Uno de los adversarios lo tenemos ahora incluido en la propia normalización del uso del catalán, y por eso es más complejo, bastante más complejo, poder lograr este proceso: a más normalización, más resistencia a la normalización. Si no conseguimos romper con ese círculo vicioso –y pensamos que, por lo que ahora diremos, si bien no es imposible, no es nada fácil–, llevar al límite este desarrollo de total normalización sin otra estrategia integradora, o sin una clara visión del peligro, compromete el futuro del catalán (sino es que puede llegar a generar un enfrentamiento social que ponga en evidente peligro una previsible sociedad dividida en torno a la cuestión lingüística como seña identitaria excluyente) [...] ha habido una relajación en el hecho de empujar socialmente al catalán, una relajación en el pequeño y privado día a día, un dejar todo en manos de la ley y el derecho, de alguna manera se ha dicho “el catalán ya es lengua oficial, pues que todo el mundo actúe según la ley marca” [...] y se ha ido generando un rechazo del catalán como lengua impuesta, donde los más jóvenes han encontrado una excusa para como decía un maestro, compañero de fatigas en eso de luchar por la lengua catalana, refiriendo la disposición de los niños ante el catalán, afirmaba: “les pones una canción para que la escuchen, y antes de hacerlo, alguien dice en voz alta que aquello es una ‘mierda’, sólo porque está escrito en catalán, sin haberla oído todavía.” " (Rafael Granero Chulbi, 2006, Pac para LCI, UOC)
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