Marc Vidal es inversor tecnológico, consultor en transformación y estrategia digital, analista en Nueva Economía, profesor en escuelas de negocio, colaborador en diversos medios, escritor y un solicitado conferenciante internacional.
Con amigos de la RBU como éste señor ¿Quién quiere enemigos?
1) “Nadie paga durante su vida laboral una
cantidad que se guarda en algún lugar a fin de que en el futuro se le compense
con ello.” Cierto.
“Lo que pagas en ese concepto no es para ti, se
destina a quienes en ese momento está jubilado y cuando tu lo estés dependerás
de los que trabajen en ese momento.” Falso por confundir el qué
(derecho) con el cómo (herramienta).
Hay que
distinguir entre el qué y el cómo. El qué:
lo que se cobra por jubilación es la forma como la sociedad retribuye a una
parte de la misma porque se considera que tienen el derecho (o el deber, no
entraremos a discutir, sólo a decir que de forma muy mayoritaria se entiende
como derecho) a vivir con cierta dignidad sin trabajar. O sea: a consumir parte
de lo que el resto de la sociedad produce.
El cómo: a los jubilados se les da una renta
para que, disponiendo de ella, consuman esa parte del PIB producido por la
sociedad.
Este “cómo”
es, a su vez, un “qué” (¿qué se les da a los jubilados? una renta dineraria
¿cómo se les da?). Ahora y aquí el “cómo” es éste: se detrae una cantidad del
salario (detracción llamada cotización) y con ella se abonan las pensiones.
Conclusiones: Es
el “cómo” y no el “qué” lo que hace que parezca (reitero y
hago hincapié en “parezca“) que las pensiones dependen “de los
que trabajen en cada momento”. Y es esa confusión (a todas luces criminalmente
deliberada, y en los que no es deliberada -y esto va por muchos sectores de la
izquierda y del sindicalismo- aún es peor: es meterse un gol en propia
portería) la que lleva a tantos a clamar que las pensiones están en peligro
porque cada vez se necesita menos trabajo asalariado o esté cobra menos y de
forma más precaria. Falso. Si pensamos en el “qué” son las pensiones (el
derecho por parte de un sector de la sociedad a consumir parte del PIB
producido por la sociedad), veremos que no dependen ni del número de
trabajadores asalariados ni de sus rentas, sino que, dicho sea con todas las
cautelas necesarias, depende del PIB.
Dado que es
posible pensar que las cotizaciones, que forman parte de la masa salarial, se
conviertan en impuestos y, en consonancia, las jubilaciones (y otros servicios
dependientes de las cotizaciones) se nutran de los presupuestos generales, lo
incierto de la afirmación de Marc Vidal, así como la criminal confusión de los
que gritan que las pensiones son insostenibles, queda patente: confunden
interesadamente el qué (derecho)
con el cómo (herramienta). Si una herramienta no
sirve, la solución no es quitar el derecho, es cambiar la herramienta.
El cambio, de
hecho, se está empezando a plantear: aunque el PP lo ha descartado, ya se ha
puesto encima de la mesa sacar las pensiones de viudedad del sistema
contributivo de la Seguridad Social. El enfoque, con todo, puede ser peligroso
si profundizar en ese cambio significa que a medio plazo se pierda masa
salarial.
Pero el propio
autor cae en contradicción, posiblemente de forma inconsciente y a su pesar,
cuando más adelante dice que “Eso
[la pensión por jubilación a cargo de los presupuestos generales, a la
práctica, una especie de renta mínima] debería de ser la lógica de un mundo que
logrará producir lo mismo o más sin la necesidad de tanto trabajador.”
Resumiendo:
miedo nos debería provocar, o cuanto menos una mirada crítica y escéptica, el
discurso de quien basa exclusivamente en las rentas del trabajo, y no el
excedente producido, la capacidad de una política fiscal que nos empodere ante
los peligros de, según sus propias palabras, “la competencia contra lo
robótico, [donde] los humanos tenemos todas las de perder.” (http://cronicaglobal.elespanol.com/ecoonomia/opinion-ecoonomia/la-renta-minima-universal-no-es-ni-de-derechas-ni-de_64166_102.html)
2) “No se puede plantear un incremento de
impuestos como única solución a esa prestación. Es suicida. Es compatible la
reducción de impuestos y el incremento de ingresos. Eso ya ha sucedido en
decenas de casos alrededor del mundo.”
Pongamos lo
anterior en contexto de otras afirmaciones del sr. Vidal:
“Ya lo decía la maldita curva de Laffer […]
Bajar impuestos no es pecado. Es una opción legítima. […] Hablo desde la
observación de alguien que paga impuestos en varios países y que tiene claro
que darse cuenta tarde de los perjudiciales efectos de políticas de tributación
alta generan, pero también de lo beneficioso que es para estimular cambios
económicos la reducción de esa presión fiscal. Es preciso y urgente actuar en
ese sentido o se agotará la posible herramienta que nos conecta con el futuro.
Si seguimos exprimiendo esa naranja no va a dar ni gota en breve, justo ahora
que empezábamos a tener claro de que va todo esto.” (https://www.marcvidal.net/blog/2013/12/bajar-impuestos-crear-empresas.html)
“Cada vez hay más pobres con trabajo. Esa
tendencia no se reduce ni tiene pinta de que se vaya a reducir. Las
informaciones que llegan del futuro son que estamos abocados a un mundo sin
empleo, o mejor dicho, a un empleo distinto a tal y como lo conocemos ahora. Los
salarios son miserables y eso no va a cambiar.”
¿Reagan?
¿Thatcher? ¿Trump? ¿Zapatero y su “bajar los impuestos es de izquierdas” (http://elpais.com/diario/2003/05/16/portada/1053036106_850215.html)?
Más miedo, o
por lo menos, más escepticismo y mirada crítica, ante el discurso del sr.
Vidal.
3)”…dependiendo de cómo se llegue a ella y de
cómo se plantee en el proceso de hacerla sostenible en la próxima década, [la
RBU] puede convertirse en una garantía de bienestar en un mundo cada vez menos
laboral y más automatizado o, por el contrario, puede devenir una especie de
jaula de voluntades y libertades. Seguramente, en el como se genere y
estructure su fabricación, ahí estará la diferencia entre una Renta Mínina de
derechas o de izquierdas.”
El orden de la
frases no parece ni casual ni insignificante: la derecha garantiza el
bienestar, mientras que la izquierda provoca encarcela la libertad.
Más contexto.
El sr Vidal confunde la RBU (que llama “Salario Mínimo Universal“, con el peligro semántico que conlleva relacionar
“salario” con “trabajo”, máxime con el adjetivo “mínimo”) con la privatización
de servicios propuesta por Milton Friedman en base a devolver dinero a los
contribuyentes (sólo a los contribuyentes): “La cuestión es que el Salario Mínimo Universal responde a una
terminología pero deriva de un concepto existente. En 1962 un liberal (¡si un
liberal!) propuso el ‘impuesto negativo sobre la renta’ que otorgaba una
subvención a los contribuyentes que no llegaran al mínimo exigible.”
Y se reafirma
con lo de una RBU “buena” de derechas y una “mala” de izquierdas: “Va a suceder y cuando suceda deberemos haber
establecido nuevas reglas. Un salario mínimo universal como modelo empresarial
independiente para evolucionar. Un salario mínimo universal genera dependencia
del Estado para evitar catástrofes. Como ves, derecha e izquierda tienen un
escenario de encuentro por dos razones distintas.” (http://cronicaglobal.elespanol.com/ecoonomia/opinion-ecoonomia/la-renta-minima-universal-no-es-ni-de-derechas-ni-de_64166_102.html)
Ya está todo
dicho: una RBU/SMU que promueva los autónomos (falsos) y emprendedores
(desclasados y desregulados), sí; una RBU/SMU que empodere a la ciudadanía ante
el capital, va a ser que no, que eso es una jaula de voluntades dependientes.
Lo dicho, con
amigos como éste ¿quién necesita enemigos?
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