Y no sólo, aunque también, por las famosas subprime (que en cierto modo también se aplicaron en España) sino por financiar los beneficios de las empresas a través del crédito al consumo ¿Cómo? Basados en datos del INE, veamos como ocurrió. Entre 1975 y 2005 la participación de los salarios en el PIB pasó del 54% al 50%, en paralelo, y sólo en 13 años (1993-2005), la productividad aumento en un 29%. Resultado: producíamos más y ganábamos menos (reitero: datos contrastables del INE).
Como dice eleconomista Antón Costas: “el principio básico de cualquier economía de mercado es: el gasto de unos (consumo) es el ingreso de otros (precio)”. Así que, para poder seguir vendiendo -y ganando dinero- en una sociedad basada en el consumo, empresas y entidades financieras (a caballo de la burbuja especulativa del ladrillo) fueron a Europa (perdón, a las entidades financieras europeas) a buscar dinero barato para prestárselo a las familias y compensar la continua bajada relativa de la renta del trabajo.
Las familias (o sea, nosotros, los ciudadanos) pudimos mantener e incrementar el nivel de consumo (y con ello los beneficios empresariales asociados a él, al alza gracias al incremento de productividad) a pesar de ganar relativamente menos, y todo gracias a que los bancos y las empresas vieron clarísimo el camino: pedimos a los bancos europeos que nos dejen dinero barato y se lo prestamos a las familias (créditos personales o hipotecarios); estas consumen y mantienen alto los beneficios (de las empresas, pero también de los bancos) y todos felices
¿Todos?
No éramos conscientes de que, en realidad, nuestros créditos financiaban los beneficios de las empresas y bancos, es decir: nosotros, los ciudadanos, asumíamos el coste y ellos, empresarios y banqueros, se quedaban los beneficios de un proceder económico especulativo: bajada de rentas y subida de consumo. Podían haber escogido otro camino para conseguir legítimos beneficios, pero escogieron especular.
Que no podía durar, era cosa conocida y explicada por unos cuantos economistas, pero nadie les quería hacer caso ¿quién, en su sano juicio, quiere renunciar a la -supuesta- máquina del movimiento perpetuo? Ahora ya sabemos que de juicio sano, nada de nada: nosotros asumimosel coste y ellos (sí: ellos, personas concretas del mundo empresarial y banquero) el beneficio. La banca es, no ya responsable, sino culpable de la actual crisis por la opción que sus gestores escogieron.
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