22 marzo 2007

Se equivocan...

Se equivocan. Desgraciadamente para nosotros, nuestros actuales gobernantes se equivocan de medio a medio.

Y el presidente Zapatero por encima de todos.

Y la equivocación no es ya la "política" (que no es tal) del "y tú más". Y aún siendo grave –por el ataque subyacente a una institución democrática–, tampoco es ya amenazar con echar en cara al que fue un poder legal y legítimo algo que hizo y que en su momento, no lo olvidemos, fue totalmente legal y legítimo.

Ni es sólo el no aceptar –e intentar camuflar con bellas palabras y persona interpuesta– que ante un grave error, en este caso, grave error judicial – el que la facción del poder judicial llamada conservadora, para mas inri, ha cometido con De Juana Chaos– por desproporción, sólo cabe la enmienda –y las enmiendas nunca acaban de pagar el error, tan sólo lo enmiendan.

Intentar colar que lo que se hace no es ya una corrección de un error, sino una medida realizada desde la humanidad del poder, cuando la verdad última es que se aplica desde la nada procesal y en base a presupuestos que nada tienen que ver con lo realmente acaecido, sólo puede inducir al rechazo y a la incomprensión. A la abstención política.

Pero esto ni es todo ni es lo peor.

Lo grave, lo tremendamente grave es que no ganarán a los otros, a la derechona infame y ultramontana, con sólo las palabras. Ahí perderán.

Perderán ellos y, de rebote, nosotros, los ciudadanos todos.

No necesitamos a nadie de la izquierda con lazos azules, pues en realidad nadie hay secuestrado. No necesitamos a nadie de la izquierda blandiendo hermosas retóricas y afilingranadas sentencias, pues en ese terreno, los zafios, embusteros y ladinos siempre llevan las de ganar: son sus mañas, que no la fuerza de sus argumentos, las que nos descolocan.

Necesitamos de la izquierda política sus obras: ahí ganarán votos para la democracia, que es lo que importa, y de retruque, para los partidos de izquierda, que también importa.
Queridos gobernantes, dejen de platicar sobre si fueron galgos o podencos, dejen de asustar con imágenes de fieros dobermanns, no permitan que la fuerza se les vaya por la boca. Obren, y que sus actos, y no la retórica, sean el relato de su política.

12/03/07

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